¿En qué consiste el concepto One Health?
Es una estrategia encaminada a promover un enfoque integrador de la salud. En el mundo en que vivimos, en el que todo está interconectado, es imposible intentar buscar soluciones a la salud humana sin tener en cuenta otros condicionantes como la salud animal y la del medio ambiente. Todos estos factores están conectados. Basta con ver qué ha pasado con la covid-19. En este contexto, no podemos continuar con la visión tradicional de equiparar cuestiones de salud únicamente con la idea de los tratamientos y las prestaciones sanitarias. Es un error tremendo.
¿Cómo se puede materializar esta explicación teórica?
Ahí radica la complejidad. A corto plazo, hay que establecer estrategias que nos posibiliten llevar a cabo una vigilancia epidemiológica eficaz. Eso nos permitirá actuar en el origen de la enfermedad y contar con un plan de contingencia adecuado para mitigar el posible impacto.
¿De qué forma colaboran las diferentes instituciones?
Hay médicos, veterinarios, farmacéuticos, enfermeros, nutricionistas, expertos en educación ambiental, bioseguridad, empresas de sanidad ambiental, periodistas, especialistas en ciencias del mar, universidades… La plataforma aglutina todas las aportaciones de estas entidades, que abordan un mismo tema desde sus respectivos puntos de vista. Este trabajo colaborativo entre diferentes sectores permite tener una visión más global de la salud, lo que facilita la toma de decisiones y de mejores políticas de salud pública.
¿Cómo se toman esas decisiones?
Integrando y cruzando datos de la salud humana con los de sanidad animal y con los indicadores ambientales. Solo de este modo podremos crear un sistema de alertas precoz.
¿Y a largo plazo?
El problema de definir estrategias a largo plazo es que la mayor parte de los políticos tienen una visión cortoplacista y a veces surgen ciertos desencuentros. Un ejemplo es lo que ha ocurrido en la Comisión Europea, al clasificar como verde la energía nuclear y el gas. Esto repercute para mal en la transición energética.
A nivel individual, ¿qué podemos hacer?
Es fundamental que tengamos una actitud más respetuosa con el medio ambiente y modifiquemos nuestras prioridades y hábitos de consumo. Todo el mundo coincide en que hay que cambiar la forma de actuar, de ser más verdes, de cuidar el planeta. Para que todos estos deseos sean una realidad es necesario un reseteo cultural de la sociedad, y eso no es fácil. La única vía posible es educar en la infancia para que las próximas generaciones adquieran esos nuevos patrones de comportamiento y de sensibilidad ambiental.
¿Tan mal pinta el futuro?
Antes de que estallara la pandemia, hacía tiempo que los expertos en salud ambiental habían avisado de que un peligro así podía llegar. Pensábamos que era imposible, que eso solo pasaba en las películas de ciencia ficción. De repente, el coronavirus nos abrió los ojos a la realidad. En 2020, la Plataforma Intergubernamental sobre la Biodiversidad advirtió que existen 1,5 millones de virus contenidos en la fauna silvestre que ni siquiera hoy conocemos. De ellos, unos 800.000 tendrían la posibilidad de pasar al ser humano. Estos expertos ya avisan de que, en el futuro, las pandemias van a ser más frecuentes y es posible que más mortales.
¿Qué papel tendrán los veterinarios en el control de esas enfermedades?
Los veterinarios jugamos un papel muy relevante en la salud pública. Se nos asocia como esas personas que cuidan de las mascotas, y no es así. Gran parte de la sociedad ha olvidado que estamos a cargo de las inspecciones en los mataderos, velamos porque los alimentos de origen animal lleguen en las condiciones necesarias para su consumo y contribuimos al control de las enfermedades zoonóticas, que son patologías contagiosas que pueden impactar en miles de individuos. Solo desde el ámbito de la salud humana no vamos a poder enfrentarnos a lo que nos espera en el futuro. Esos desafíos son tan complejos de gestionar que es necesario que la visión que se tenga de ellos se aborde desde la perspectiva de todas las disciplinas posibles, incluida la ciencia veterinaria.
En este planteamiento multidisciplinar, ¿qué peso tendrá la tecnología?
Sin tecnología es inviable aplicar esta estrategia. Todos estos datos de salud humana, animal y medioambiental, si no se interconectan, no sirven para nada. Y la única manera de aprovecharlos es a través de las herramientas tecnológicas. La digitalización y el Big Data permiten manejar estos millones de datos. Gracias a la inteligencia artificial es posible avanzar hacia modelos predictivos que mejoren el control de la salud pública y crear los sistemas de alerta precoz.
¿Se ha puesto en marcha alguna iniciativa concreta?
No, esto únicamente lo podrían desarrollar las administraciones, que son las que tienen los datos de vigilancia epidemiológica, riesgos alimentarios…
¿Hay voluntad política para invertir en todo esto?
Evidentemente, todo esto cuesta. Por eso es importante que participen economistas en las estrategias One Health. Ellos pueden valorar dónde asignar los recursos y dónde serán más eficientes. Más allá de si tal o cual político está por la labor, el eje vertebrador son las políticas que se decidan, que serán las que marquen lo que hagan las administraciones.