Cada habitante produce una media de un kilo y medio de residuos diarios, por lo que una ciudad de 100.000 habitantes puede llegar a generar hasta 150 toneladas diarias de desperdicios. Aproximadamente el 40% de esta basura es materia orgánica que se tira y que podría reciclarse mediante compostaje.
La palabra compost viene del latín componere, que significa juntar, puesto que la idea es reunir materia orgánica para que diversos microorganismos la fermenten y se produzca el compost, un material rico en nutrientes muy beneficioso para el suelo, capaz de reducir la erosión y de mejorar la vida vegetal. La lista de materiales que puede ser utilizada es enorme
La lista de materiales que puede ser utilizada es enormey cuanta más variedad se tenga mejor, siempre que no se encuentre contaminada. De esta manera, se recomienda utilizar verduras, cáscaras de fruta y de frutos secos, posos de café y té, infusiones con papel incluido y cáscaras de huevo machacadas, maleza, cortes de césped, pelo, papel, estiércol de animales herbívoros mezclado si es posible con paja, restos de podas, hojas, paja y heno, e incluso polvo de la aspiradora que no tenga hilos de fibra sintética. Por el contrario, no se debe utilizar pañales desechables, pañuelos de papel usados, excrementos humanos o de perros y gatos, papel impreso con tintas de colores, objetos duros como piedras, cristal, metal, o plástico, quitamanchas y otros productos químicos del jardín o de la casa, carne y pescado, aceites o productos lácteos.
El compostaje puede ser un método eficaz para reducir el problema de los residuos sólidos urbanos (RSU), y así, por ejemplo, existen plantas para tratar lodos procedentes de las aguas residuales, que suelen acabar enterrados en vertederos. En el caso del compostaje doméstico, hay unos recipientes específicos, denominados cubos ecológicos, ideales para aquellas viviendas con jardín que quieran reciclar los residuos generados y utilizar el compost obtenido como abono.
Durante el proceso de compostaje, los microorganismos trabajan mejor cuando el material se mantiene caliente, húmedo y oxigenado. En cuanto a la forma de fabricar compost, existen varias técnicas según el lugar en el que se ubique la materia, como el compostaje en montón, en silos o en superficie. Asimismo, hay dos clases de compost, el compost vegetal y el vermicompost. Mientras que el compost vegetal se calienta y se descompone rápidamente, el vermicompost no debe ser demasiado caliente para que los gusanos vivan en él. Por otra parte, para producir compost vegetal se necesita mezclar los diferentes ingredientes, mientras que en el caso del vermicompost sólo hay que añadir los ingredientes en una pila. En cualquier caso, no existen sistemas mejores ni peores, sino más o menos adecuados dependiendo del tiempo a dedicar, el espacio y los residuos disponibles, o el dinero a invertir.
Un buen compost no produce olores desagradables y si los hace sólo hay que ventilar la pila, o en todo caso, vaciarla y añadir vegetales secos como papel, paja o serrín. Asimismo, se recomienda la utilización de activadores, materiales que aceleran el proceso, como pueden ser hierba, ortigas, malas hierbas, algas marinas, orina, estiércol de caballo, vaca, oveja, cerdo y paloma y excrementos de conejo. El compost está listo cuando su color es marrón oscuro y tiene olor a tierra, y se recomienda agregarlo al suelo a principios de primavera o finales de otoño.
En definitiva, el compostaje es una práctica que contribuye al cuidado del medio ambiente, puesto que la basura se reutiliza y recicla, se mejora la calidad del suelo y de las plantas y arbustos y se evita la utilización de bolsas de plástico o abonos químicos. Las ventajas económicas son otro factor a tener en cuenta, puesto que el compostaje supone la disminución de los costos en recogida, traslado y tratamiento de los residuos.
Aunque la práctica de utilizar restos orgánicos para producir abono se lleva realizando desde hace cientos de años, la técnica de compostaje a gran escala se desarrolló a principios del siglo XX. El inglés Albert Howard combinó en la India sus conocimientos científicos con los tradicionales de los campesinos, lo que dio lugar al método lndore. En 1925, empiezan los primeros estudios en Europa para utilizar el compostaje como método de descomposición de la basura generada en las ciudades. La ciudad holandesa de Hanmer instaló en 1932 la primera planta de compost para basuras urbanas, aunque no fue hasta la década de los 60 y 70 cuando el número de plantas de compost aumentó en Europa considerablemente. Sin embargo, a partir de mediados de los 70 la evolución se estancó y se cerraron numerosas plantas, debido a la deficiente calidad del compost producido.
En la actualidad, las plantas de compost han mejorado sensiblemente. Sin embargo, si se quiere que este método sea cada vez más utilizado para reciclar RSU, el esfuerzo para mejorar la calidad del producto es indispensable. La participación de las instituciones públicas, mediante campañas de promoción y sensibilización, ha sido fundamental en países como Reino Unido, Francia, Dinamarca, Holanda o Alemania para incrementar su utilización de manera correcta.