A la hora de retirar el papel viejo de las paredes lo primero que hemos de hacer es mojarlo a conciencia, para que a la hora de tirar de él salga la mayor cantidad posible de una pieza y no nos llevemos consigo parte de la pared, algo que nos obligaría a tener que rellenar a posteriori las imperfecciones generadas con emplaste.
Podemos emplear también líquido desencolador en lugar de agua, o la combinación de éste y un rodillo perforador de plástico, similar a los que se utilizan para pintar, pero que se encarga de perforar el papel para que el líquido en el que lo empapemos, bien sea agua o desencolador, lo absorba mejor y empape la pared, permitiéndonos retirarlo con mayor facilidad.
Otras opciones pasan por ablandar el papel con una brocha impregnada en una mezcla de agua y vinagre o agua y cola de empapelar. A la hora de retirar el papel es recomendable levantarlo levemente y tirar suavemente de cada tira, de abajo hacia arriba, para tratar de conseguir extraerla en su totalidad. Si no lo consigue puede emplear una espátula, sobre todo para los restos de reducido tamaño y muy agarrados. Si ve que el papel no sale, no fuerce la situación y mójelo más.