No es lo mismo fabricar una llanta para un utilitario, un todo terreno, un deportivo, un camión o un coche de competición. Cada uso exige una resistencia y características que hacen recomendable la utilización de un material y un proceso de fabricación específico.
Los materiales con los que se fabrica una llanta pueden ser:
– Aleación de acero (también conocidas como «llantas de chapa»): éstas son las llantas más utilizadas, especialmente en vehículos de gama baja y media gracias a sus buenas cualidades mecánicas y su bajo coste. Son muy macizas, ya que la resistencia del material no permite un diseño con radios. De aquí deriva su principal inconveniente: su elevado peso.
– Aluminio: cada vez más frecuentes, permiten diseños muy variados ya que el material es más resistente. Por tanto, son más aptas para vehículos deportivos. Su peso es más ligero, aunque el precio es más elevado.
– Magnesio: se utilizan en la competición (Fórmula 1, Nascar, rallyes…), aunque ya hay llantas de magnesio disponibles para el mercado de consumo. El material, así como su costoso y exigente proceso de fabricación convierten a estas llantas en un capricho al alcance de los bolsillos más desahogados. Sus grandes ventajas: resistencia y ligereza extremas: el magnesio es el más liviano de todos los materiales estructurales.
– Aleaciones: son combinaciones diversas entre estos metales.
Los múltiples procesos de fabricación se pueden resumir, principalmente, en cuatro:
– Fabricación en molde por gravedad: se introduce el metal fundido en un molde y se deja enfriar.
– Por inyección: en un molde completamente cerrado al vacío se inyecta el metal fundido a presión. Así se consigue un mejor compactado del material y, por tanto, una llanta más rígida y resistente.
– Tratamientos térmicos: la fabricación en molde o por inyección se puede combinar con tratamientos térmicos como el recocido a 260 grados o el bonificado, que puede ser por temple (mantener el material 18 horas a 415 grados) o maduración (15 horas a 170 grados). Mejoran la resistencia y la dureza del material.
– Forjadas: fabricadas y acabadas a mano. Se hacen por encargo de clientes que quieren decorar su automóvil con unas llantas únicas y exclusivas, sin importar el elevado precio, que puede alcanzar los 1.000 euros.
Todas las llantas se pueden fabricar en un solo bloque o en dos, tres y hasta cuatro piezas separadas. Las distintas piezas se unen mediante multitud de pequeños tornillos de titanio.
– Dos piezas: núcleo (la «estrella» que se atornilla al chasis) y llanta (el cilindro de metal sobre el que se monta el neumático).
– Tres piezas: núcleo, semillanta interior (la parte de la llanta que se introduce sobre el eje de la suspensión) y aro exterior (la parte de la llanta que sobresale desde el núcleo).
– Cuatro piezas: doble núcleo que permite varias combinaciones de posición relativa de uno respecto a otro, semillanta interior y aro exterior.
Dependiendo de todas estas características, el precio de las llantas puede oscilar entre 100 y 1.000 euros por unidad.