Más apoyo a familias y colegios
Para mejorar la salud mental de la adolescencia es necesario abordar los contextos que les pueden generan malestar.
Si bien las familias pueden ser una enorme fuente de apoyo, también pueden plantear riesgos significativos para su bienestar a través de la falta general de apoyo, el abuso y la negligencia, la presión y el control, o la inestabilidad económica. Según se concluye en el estudio, la adolescencia desearía tener más apoyo y validación por parte de sus progenitores.
Por otro lado, a pesar de los muchos beneficios que les aportan los centros educativos, los y las adolescentes hablan más de los riesgos que existen en torno a los colegios, como la alta presión académica o el profesorado abusivo e insolidario.
Por lo tanto, se identifica a familia y escuelas como dos contextos prioritarios con los que hay que trabajar en torno a la salud mental, para que la juventud los vea como dos entornos cómodos y seguros en los que hablar sobre ello. Y es que los adolescentes afirman en el informe que ocultan con frecuencia sus problemas de salud mental, en parte porque les preocupa que sus sentimientos y experiencias sean desacreditados por sus amistades y familiares.
Qué factores afectan a la salud mental del adolescente
La pandemia de la covid-19 ha tenido un impacto negativo en el bienestar de muchos adolescentes, sobre todo al aislarlos de sus vínculos sociales durante muchos meses.
En ese sentido, las tecnologías digitales han tenido en estos dos últimos años un papel fundamental, pero también se han convertido en arma de doble filo para la salud mental: aumentan la capacidad de los adolescentes para conectarse pero, al mismo tiempo, los exponen a riesgos que pueden dañar su bienestar. De hecho, la juventud indica en el estudio citado que la violencia, tanto experimentada como amenazada, es algo habitual para muchos, con graves repercusiones en la salud mental.
En las sesiones de trabajo con la juventud también se ha tratado la relación entre las arraigadas normas de género y la salud mental: de ellos se espera que sean duros y que nunca expresen sus sentimientos, y ellas están sujetas a normas no equitativas que devalúan sus vidas, coartan sus libertades y las presionan hacia ideales de belleza perjudiciales.
Salvaguardar su salud mental y bienestar psicosocial
Los datos son aterradores: se calcula que más de 1 de cada 7 adolescentes de 10 a 19 años en todo el mundo tiene un problema de salud mental diagnosticado; y cada año casi 46.000 adolescentes se suicidan, una de las cinco principales causas de muerte para este grupo de edad.
Para intentar mejorar estas cifras y acabar con el estigma que hay en torno a la salud mental, sobre todo en niños, niñas y adolescentes, tenemos que trabajar para garantizar una atención adecuada y especializada a la salud mental de la infancia y adolescencia.
El estigma disuade a los adolescentes de buscar ayuda para sus problemas de salud mental. Como resultado, muchos de ellos se enfrentan a la situación sin apoyo, a menudo utilizando estrategias inadecuadas. Y a pesar de que están empezando a hablar cada vez más abiertamente de cómo se sienten y de sus necesidades, aún queda mucho camino por recorrer.
Desde UNICEF se trabaja en ello, ayudando a salvaguardar la salud mental y el bienestar psicosocial en algunos de los entornos más difíciles del mundo. Así, en 2020, por ejemplo, se atendió a más de 47 millones de niños, niñas y cuidadores con apoyo psicosocial y de salud mental basado en la comunidad y a través de campañas de concienciación.
Sin embargo, aún quedan muchos pasos que dar. Muchos silencios y tabúes que romper. La salud mental de la infancia y la adolescencia es inherente a su derecho a la salud, y debe ser reconocido siempre.