La venta de una vivienda es una decisión muy importante tanto desde el punto de vista financiero como personal y familiar. Por ello, conviene informarse cuidadosamente para poder tomar una decisión adecuada. Así, la primera cuestión a tener en cuenta es si vamos a operar a través de un profesional de una agencia inmobiliaria o mediante la negociación directa con particulares.
La gestión directa todavía subsiste en algunas zonas del país como reminiscencia del viejo sistema del trato, aunque cada vez es menos utilizada. Esta forma de venta aparentemente resulta más barata, pero a la larga supone más molestias, problemas y pérdidas de tiempo para el vendedor.
Por tanto, la opción que habitualmente eligen la mayoría de los ciudadanos a la hora de vender su casa es acudir y confiar en un profesional inmobiliario. A ello se debe la abundante aparición por todas partes de agencias inmobiliarias. En general, se trata de franquicias de diferentes marcas, algunas son multinacionales y otras agencias muy pequeñas con un radio de acción bastante reducido. Estas oficinas se sitúan en los barrios para especializarse en una zona concreta.
Al existir multitud de agencias debemos buscar aquella que nos ofrezca la mayor confianza y máxima seguridad, ya que va a ser la encargada de valorar nuestra vivienda, de poner los anuncios correspondientes tanto en su propia oficina como en otros medios de comunicación y de proporcionarnos un asesoramiento adecuado durante todo el proceso. Así y todo, al tratar con una agencia debemos seguir una serie de consejos como no hacer acuerdos por teléfono y en lugares poco apropiados, exigir la máxima claridad en los documentos y solicitar una copia de todo.
Sobre todo es muy importante que todas las condiciones pactadas queden recogidas en un documento escrito y firmado para evitar confusiones y malentendidos. La mayoría de las agencias hacen firmar al vendedor un acuerdo de exclusividad, aunque es el cliente quien decide si va a encargar la venta de la vivienda a una única agencia o a varias.
En el caso de que lleguen a un acuerdo en exclusiva, suele firmarse un documento en el que se indiquen los meses en que el cliente se compromete a no vender la casa por su cuenta ni dejarla en manos de nadie más, el dinero que se va a pedir al comprador y la comisión que el vendedor va a abonar por la intermediación. Con respecto a la tarifa de comisión es libre pero todas las agencias cobran parecido, entre un 3% y un 5% del precio total del piso.
Si el vendedor decide encargar la venta de la vivienda a varias inmobiliarias, es conveniente saber que, muchas veces el valor del inmueble va ir en detrimento. Esto se debe a que al ser varios los intermediarios no ponen gran interés en conseguir la venta porque pueden llegar a desconocer incluso si ha podido ser vendida ya por otra agencia. Además, los futuros compradores pueden ver más de un anuncio de la misma casa, en ocasiones hasta a un precio distinto y resaltando diferentes características de la vivienda.
La sensación que esto produce en el comprador es que saltándose a los intermediarios y dirigiéndose directamente al propietario van a obtener un mejor precio. Por lo que de esta forma el vendedor consigue un efecto contrario al deseado.
Una vez elegida la agencia adecuada, el cliente debe entregarle toda la información que le requiera para de esta forma facilitar el proceso de venta. Fundamentalmente suelen solicitar una fotocopia de las escrituras o nota registral, el último recibo del I.B.I (Impuesto sobre Bienes Inmuebles) y todo tipo de planos, fotos o cualquier documento útil para la venta.