La erosión es un fenómeno geológico natural que consiste en el desprendimiento y transporte de partículas a otro lugar, debido a corrientes de agua, viento y procesos gravitatorios. Los fenómenos climáticos, como por ejemplo prolongados periodos de sequía seguidos de fuertes precipitaciones, una cubierta vegetal escasa, desastres ecológicos como incendios, o un tipo de suelo especialmente propenso, son los principales factores naturales que inciden en su desarrollo.
Este proceso, aun siendo natural, se ha convertido en un grave problema medioambiental debido a la acción del ser humano. La deforestación, los incendios provocados, las prácticas agrícolas, forestales y ganaderas inadecuadas o la construcción excesiva o mal planificada de edificios o carreteras han aumentado vertiginosamente este fenómeno. Un 60% del suelo erosionado acaba en ríos, pantanos y lagos, aumentando el riesgo de inundaciones en caso de lluvias torrenciales. Asimismo, la erosión disminuye la capacidad del suelo de almacenar agua y provoca la pérdida de nutrientes y materia orgánica, deteriorando la biodiversidad.
Sin la participación de las poblaciones locales y los grupos sociales afectados cualquier iniciativa contra la erosión está condenada al fracasoEn el caso de la erosión del suelo provocada por la agricultura, además de un grave problema medioambiental, constituye una seria amenaza para el suministro de alimentos y la salud humana en el futuro. Un estudio de la Universidad norteamericana de Cornell asegura que el ritmo al que se pierden los suelos agrícolas en el mundo es entre 10 y 40 veces superior al que se repone. La erosión de los últimos 40 años ha vuelto improductivas un 30% de las tierras cultivables, lo que supone unas pérdidas económicas de unos 320.000 millones de euros al año.
Otro problema particularmente serio es la erosión costera, acelerada también por la acción humana. La construcción de edificios en primera línea de costa es el más claro ejemplo: la perturbación del flujo de sedimentos acaba provocando la desaparición de la playa. La destrucción del hábitat costero y los sistemas ecológicos relacionados son también motivo de preocupación, al poner en peligro el futuro de las poblaciones que residen en estos entornos. La erosión altera tanto las barreras naturales contra el mar, como son las dunas, como las artificiales, construidas por el ser humano, lo que puede provocar, por ejemplo, graves inundaciones.
La búsqueda de soluciones que satisfagan a las propias necesidades humanas y a la conservación del medio ambiente es una tarea complicada. En cualquier caso, la prevención es la mejor herramienta para evitar el problema, mucho más complicado de solucionar una vez que ya se ha provocado. La Fundación Global Nature, dentro del proyecto «Life – lucha contra la erosión», destaca que sin la participación de las poblaciones locales y los grupos sociales afectados cualquier iniciativa que se plantee está condenada al fracaso. Por su parte, la denominada Agricultura de Conservación, consistente básicamente en evitar la quema de rastrojos, la siembra directa o el laboreo mínimo, puede contribuir a reducir la erosión agrícola hasta en un 95%.
En el caso de la erosión costera, el Ministerio de Medio Ambiente proponía en un informe el «turismo sostenible», en el que la industria turística e inmobiliaria no busque el beneficio inmediato gracias a la explotación desmedida de los recursos naturales. Asimismo, el Ministerio se ha comprometido a la realización de las siguientes acciones:
- Expropiación de áreas críticas implicadas en procesos erosivos
- Estructuras de defensa de costas frente a la erosión
- Desmantelamiento de barreras artificiales al transporte de sedimentos
- Regeneración de playas
El Ministerio de Medio Ambiente admite que casi la mitad del país sufre una erosión de intensidad por encima de lo tolerable. Según el inventario de suelos afectados por la erosión de la ONU, el 67% de la superficie sufre un riesgo de desertización medio o alto. En el caso de las costas, el informe “Eurosion” de la Unión Europea (UE) señala que un 11,5% de costa se encuentra afectada, en una posición intermedia en comparación con los otros 18 países costeros de la UE.
El clima árido o semiárido de buena parte del territorio provoca precipitaciones escasas y torrenciales cuando se producen. De esta manera, se erosionan fácilmente unos terrenos débilmente protegidos y escasos de agua y materia orgánica. Si a estas condiciones naturales de fragilidad, se le suma el impacto humano, el resultado es que en la actualidad España constituye el país europeo con mayor riesgo de desertificación, como apuntan diversos estudios de la ONU.