Un biodigestor es un contenedor que produce biogás y abono natural a partir de material orgánico, principalmente excrementos (animales y humanos) y desechos vegetales. Se trata de un sistema sencillo y económico que recicla los residuos orgánicos convirtiéndolos en energía y fertilizantes para usos agrícolas, ideal para comunidades rurales y países en vías de desarrollo.
Los biodigestores son utilizados generalmente para tratar el estiércol de bovinos y porcinos, que generan una mayor cantidad de biogás. En el caso de usar este gas para generar energía eléctrica, el sistema alimenta a un motor diesel o de tipo rotativo conectado a un generador, mientras que para las aplicaciones térmicas, el gas es inyectado a un quemador que puede ser incorporado a calderas, hornos y secadoras.
Algunos modelos pueden requerir unos costos altos, dadas las posibles dificultades de su instalación y puesta en marcha, aunque en los años 60, los materiales plásticos flexibles supusieron el abaratamiento de este tipo de sistemas. El polietileno ha permitido la expansión en la actualidad de los biodigestores por toda América Latina, Asia y África.
Las diferentes necesidades y recursos disponibles han llevado al desarrollo de cerca de 70 variedadesEn cualquier caso, las diferentes necesidades y recursos disponibles de sus posibles destinatarios han llevado al desarrollo de cerca de 70 variedades, que incluyen desde versiones muy básicas y artesanales hasta construcciones de tipo industrial. Algunas webs ofrecen detalles sobre los diferentes modelos, así como instrucciones para construir y mantener un biodigestor sencillo.
En definitiva los biodigestores ofrecen una serie de ventajas medioambientales y económicas:
- Producen biogás, que puede ser usado como combustible para, por ejemplo, cocinar alimentos sin que adquieran un olor o sabor extraño. Al utilizar esta fuente de energía se evita el uso de leña, contribuyendo a la disminución de la deforestación
- Permiten aprovechar los excrementos, evitan problemas de contaminación de aguas, malos olores o criadero de insectos y controlan los microorganismos capaces de generar enfermedades (patógenos)
- Mejoran la capacidad fertilizante del estiércol. El lodo producido en el proceso genera un efluente rico en nutrientes como nitrógeno, fósforo, potasio o magnesio, que son aprovechados directamente por las plantas. De esta manera, se permite el tratamiento de los desechos orgánicos de las explotaciones agropecuarias y disminuye su carga contaminante
China es el primer país productor de biogás a partir de biodigestores. Se calcula que hay más de siete millones de digestores rurales, los cuales proporcionan gas para cubrir necesidades de cocción e iluminación, a la vez que recuperan suelos degradados a través de siglos de cultivos. La India es otro de los principales impulsores de estos sistemas: Desde 1939 vienen experimentando con diversos modelos para aplicar en climas fríos o cálidos. Por su parte, en Europa y Estados Unidos se investigan los complejos fenómenos químicos que ocurren durante el proceso de digestión, con vistas a una mejor utilización futura.
La construcción de biodigestores conlleva también una serie de inconvenientes:
- Su ubicación debe estar próxima a la zona donde se recoge el sustrato de partida y a la zona de consumo, tanto para acumular los desechos orgánicos como para abaratar los costes que supone la canalización del sistema
- La temperatura debe ser constante y cercana a los 35° C, lo que puede encarecer el proceso de obtención en climas fríos
- Puede generar como subproducto sulfuro de hidrógeno, un gas tóxico y corrosivo que puede además reducir la capacidad calorífica del biogás, encareciendo el proceso por la necesidad de depurarlo
- Puede haber posibles riesgos de explosión, en caso de no cumplirse las normas de seguridad para gases combustibles