Los plaguicidas, también denominados pesticidas, previenen, reducen o eliminan los seres vivos considerados como plagas. Los plaguicidas químicos, utilizados mayoritariamente en la actualidad, pueden contaminar el aire, agua, suelo y los propios cultivos, así como afectar a la salud de la población y de los animales que acaban absorbiéndolos. Su uso intensivo convierte a las plantas en objetivo fácil de las plagas, que se vuelven más resistentes. En algunas ocasiones resultan incluso ineficaces para controlar algunas plagas, como los gusanos taladradores, que viven la mayor parte del tiempo en el interior del tallo o el tronco.
La idea consiste en utilizar enemigos naturales de los organismos-plaga para impedir o reducir los daños ocasionadosPor ello, cada vez son más los defensores de métodos y sustancias de control biológico de las plagas, eficaces y a la vez respetuosas con el medio ambiente. La idea consiste en utilizar enemigos naturales de los organismos-plaga para impedir o reducir los daños ocasionados. Las técnicas y los organismos utilizados son diversos, dependiendo del tipo de plaga.
El listado de insectos, aves o reptiles que controlan las plagas es enorme: la mariquita de 7 puntos o las libélulas se comen los pulgones; el ciempiés y muchos escarabajos acaban con una gran variedad de insectos perjudiciales; pájaros como el tordo regulan la presencia de caracoles; los sapos y ranas son grandes insectívoros; las arañas se alimentan de muchas plagas del suelo, etc. En este sentido, hay incluso empresas que crían y suministran insectos y ácaros para el control biológico de las principales plagas de invernadero. Asimismo, algunos hongos y virus se están también utilizando para eliminar insectos perjudiciales sin dejar residuos ni afectar al resto de seres vivos. Por su parte, las denominadas «trampas cromáticas» son láminas cubiertas de un pegamento en el que quedan adheridos los insectos que se sienten atraídos por un determinado color, y que en ocasiones son la única forma de tratar la plaga.
Algunos de estos métodos de control ecológicos ya han conseguido una significativa presencia; por ejemplo en Brasil. En Argelia se ha probado un hongo natural que reduce la movilidad en langostas, saltamontes y otros insectos, lo que les convierte en un fácil alimento para pájaros, lagartos y hormigas. En España, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) trabaja en nuevos compuestos que impiden que los machos de los insectos-plaga perciban correctamente las feromonas de las hembras, evitando así su aproximación, y en último término, su reproducción. Un método similar que ya se utiliza consiste en soltar machos esterilizados en la zona afectada.
En la Unión Europea (UE) todavía predomina el uso de productos químicos, aunque se espera el desarrollo y uso de estos bioinsecticidas en los próximos años, debido a la constatación de los problemas derivados de los pesticidas químicos, y a la reducción de la lista europea de productos fitosanitarios autorizados, es decir, dirigidos a la prevención y curación de las enfermedades de las plantas.
No obstante, los inconvenientes de estos plaguicidas ecológicos frenan su expansión. En la mayoría de los casos sus efectos tardan días en notarse, cuando ya se han causado los daños, por lo que necesitan ser combinados con otros productos y con otras técnicas. Además, por el momento su producción es aún cara y son menos efectivos en un jardín que en un invernadero. Además, no hay muchos expertos capaces de desarrollar, investigar y llevar a la práctica este tipo de métodos y sustancias.
El primer sistema para defenderse de una plaga es mantener las plantas en las mejores condiciones posibles, para que sus mecanismos de defensa funcionen correctamente. Las prácticas ecológicas en el mantenimiento de suelo y plantas son otra manera de prevenir y minimizar el efecto de las plagas: utilizar abono orgánico, rotar los cultivos, evitar regar en exceso, inspeccionar las plantas por lo menos una vez por semana eliminando manualmente las posibles plagas, o adaptar la siembra, poda y recolección al ciclo de las plagas y enfermedades. La selección de las variedades y especies adecuadas, como las autóctonas, mejor adaptadas a las plagas y enfermedades locales, también resulta útil.
Los productos y sistemas naturales, utilizados antes de la llegada de los productos químicos, vuelven a ser demandados por la agricultura ecológica. Aunque no son 100% efectivas, algunas plantas ahuyentan a las plagas a modo de repelentes naturales. Por ejemplo, la madreselva, plantada cerca de los rosales, actúa como repelente de pulgones. Otros remedios “caseros” como la utilización de nicotina, azufre o agua jabonosa sirven para controlas algunas plagas.