La tala y contrabando ilegal de madera ponen en peligro el futuro de este recurso natural básico y causan importantes daños ambientales, económicos y sociales. Para hacer frente a este problema, los consumidores pueden adquirir productos con el sello FSC, que certifica que han sido elaborados con una madera o derivados forestales obtenidos con criterios ambientales y sociales exigentes y económicamente viables. Este artículo explica las razones para consumir productos de madera certificada, el certificado FSC en España y cómo funciona el sistema de certificación.
Razones para consumir productos de madera certificada
La deforestación ha causado la desaparición de un promedio de cinco millones de hectáreas anuales de bosques entre 2001 y 2010, según un estudio publicado en 2013 por la ONG británica Chatham House, que apunta a la producción agrícola y la ganadería, así como a la tala ilegal, como sus causas más probables.
La deforestación ha causado la desaparición de un promedio de cinco millones de hectáreas anuales de bosques entre 2001 y 2010Al destruir un bosque, desaparece mucho más que un grupo de árboles. Los bosques son esenciales para reducir las consecuencias del cambio climático o los desastres naturales, y proporcionan trabajo, comida, casa o energía a millones de personas en todo el mundo. Así lo señalan diversas instituciones internacionales, que destacan la importancia de conservarlos.
Para combatir este problema ambiental, se creaba en 1993 una organización internacional sin ánimo de lucro: el Forest Stewardship Council (Consejo de Administración Forestal) (FSC). Gonzalo Anguita, director ejecutivo de FSC España, explica que prefieren denominarse como una «certificación de la madera y otros productos de origen forestal con garantías» y no con los apelativos de «ecológico» o «sostenible». Según Anguita, hay un etiquetado europeo de agricultura ecológica con unas especificaciones determinadas. En cuanto a la sostenibilidad, depende de muchos factores, y en algunos de ellos su sello no puede influir, como en el cambio climático, «la principal amenaza para la conservación de los bosques del planeta».
Los datos actuales de certificación en el mundo y en España muestran el aumento de la demanda de productos con este sello, destaca el director ejecutivo de FSC España. En la actualidad hay 185 millones de hectáreas certificadas en 79 países y 28.500 certificados de cadena de custodia, responsables de que haya miles de productos con madera certificada. Gran parte de los bosques avalados se encuentran en Europa, Canadá y Estados Unidos, por lo que uno de sus objetivos pasa por ampliar el listado en los países tropicales, donde ocurre la mayor parte de la deforestación.
La inversión que los propietarios y productores hacen para mejorar las prácticas selvícolas son en ocasiones retribuidas en sus precios de venta a la distribución, determinante para garantizar la conservación de la biodiversidad y las condiciones de vida de los productores y de muchas comunidades indígenas en el mundo. «En un contexto global de crisis económica, todos debemos lograr un precio justo para la madera y los productos forestales», subraya Anguita.
El certificado FSC en España
En España, el interés por el certificado FSC surge en 1998 de la mano de WWF. Según esta ONG, España es uno de los principales países de la Unión Europea (UE) donde se recibe madera proveniente de talas ilegales, por lo que la certificación es todavía más necesaria. Los estándares españoles incorporan además criterios específicos para aprovechar el corcho y la resina, y productos forestales no maderables de especial interés en el monte mediterráneo.
La certificación de la superficie forestal en España impulsa el ordenamiento y la planificación de los recursos en un país donde sólo un 13% de la superficie está ordenada y un 70% está en manos privadas, recuerda Gonzalo Anguita.
El sello tiene que hacer frente a varios desafíos en España, como contribuir a frenar la degradación de los recursos forestales de espacios importantes como las dehesas, o garantizar una gestión forestal para el minifundio gallego, al tiempo que se demuestra la rentabilidad económica para los propietarios tras el proceso de certificación. En la actualidad se discute la modificación de la Ley de Montes, que establece que la Administración promoverá el desarrollo de los sistemas de certificación forestal. Aunque cada vez más administraciones públicas compran este tipo de productos, el responsable de FSC España apostilla que «la legislación española está lejos de otros países europeos en los que sólo se prescribe la compra de productos de origen forestal con certificación sostenible».
Cómo funciona el certificado FSC
Pese a que hay otros sistemas de certificación forestal, como PEFC y su equivalente SFI en Norteamérica, FSC, fundado en Canadá con sede en Bonn (Alemania), es el único reconocido por un gran número de instituciones, empresas y organizaciones ecologistas y solidarias a nivel mundial. «FSC es gobernado por ONG, sindicatos y empresas a partes iguales», señala Anguita.
El FSC se financia mediante las cuotas de inscripción y acreditación y las donaciones. En el Informe Anual 2013 se detalla su situación financiera.
El FSC se basa en un Decálogo de principios para acreditar que los productos madereros certificados se han obtenido con criterios ambientales y sociales exigentes y económicamente viables. Los gestores forestales que deseen obtenerlo pueden solicitarlo al FSC a través de una entidad certificadora independiente.
Las empresas dedicadas a la transformación, fabricación y distribución del producto tienen a su vez el certificado de la cadena de custodia, por el que se garantiza que se han seguido los principios del FSC. Al consumidor le llega un producto con el logotipo del FSC, un número de registro y la información sobre su procedencia. La página web de esta organización ofrece una base de datos sobre madera certificada.
En septiembre de 2014 se celebraba en Sevilla la Asamblea Mundial de Socios de FSC. Entre sus propuestas para los próximos años destacaron el impulso en su Decálogo a los servicios ambientales que prestan los bosques, sin reducir la aplicación del estándar a los aprovechamientos, y dar más protagonismo a los pequeños productores y a las comunidades indígenas, así como mayor consideración a los grandes espacios forestales intactos del planeta.