El oso panda, también conocido como panda gigante, es una de las especies más exóticas y en peligro de extinción del mundo. En la actualidad, su hábitat se reduce a las provincias chinas de Sichuan, Gansu y Shaanxi, y se cree que no quedan más de 1.500 ejemplares, junto a los 161 en cautividad y los 21 trasladados a zoológicos fuera de China. No obstante, un estudio reciente indica que su número sería en realidad el doble de lo estimado hasta ahora.
Las principales causas de su reducción, según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), son la caza furtiva, la tala de árboles para sembrar cultivos, las operaciones mineras en una región rica en oro y níquel, y la casi desaparición de su principal alimento, el bambú, durante los años 80.
Las autoridades chinas, así como equipos científicos y ecologistas de todo el mundo, están llevando a cabo diversas iniciativas que están ayudando a la lenta recuperación de esta especie. La ley china persigue duramente a los infractores, y ha impuesto en algunos casos la cadena perpetua o la pena capital, aunque desde 1997 se ha «suavizado» con condenas de hasta 20 años de prisión. A pesar de ello, la policía china detenía recientemente a un contrabandista acusado de haber vendido la piel de un panda joven por unos 23.500 euros.
Cuando se encuentran en cautividad, los responsables de su recuperación tienen el problema de la pérdida del apetito sexual de estos mamíferos. Además, las hembras solo procrean una vez al año; y si lo logran, normalmente solo dan a luz un osezno. En caso de concebir más de uno, las osas crían sólo al que ven con más posibilidades de supervivencia. Algunos cuidadores utilizan técnicas curiosas de motivación, reproduciendo vídeos de congéneres salvajes apareándose o sonidos de estos animales en celo. Asimismo, a finales de 2002 se anunciaba el desarrollo en Pekín del «Proyecto de Clonación de Osos Panda», pero hasta la fecha no parece haber dado sus frutos.
Gracias a la reproducción asistida, el año pasado nacieron 25 oseznos, de los cuales sobrevivieron 21La técnica la reproducción asistida se utiliza desde 1963, aunque los resultados no llegaron hasta los años 90. Gracias a la inseminación artificial, el año pasado nacieron 25 oseznos, de los cuales sobrevivieron 21. Uno de ellos, nacido en la reserva patrimonio natural mundial de Wolong, en Sichuan, alcanzó los 218 gramos, el mayor peso alcanzado hasta ahora en un alumbramiento asistido. Por otra parte, a mediados de 2004, el Centro de Investigación del Panda Gigante de Chengdu, también en Sichuan, anunciaba el desarrollo del mayor banco de células de osos panda del mundo, para conservar así sus características genéticas. Asimismo, se ha anunciado recientemente un proyecto para aumentar la población y el hábitat de los pandas de las montañas Qinling, en la provincia norteña de Shaanxi, considerados una subespecie con sus características genéticas y físicas propias.
Las organizaciones internacionales también trabajan para ayudar a su conservación. WWF desarrolla en China varios proyectos con pandas, como por ejemplo actividades de ecoturismo para que los habitantes de la región no tengan que trabajar en los bosques habitados por esta especie amenazada. Asimismo, la UNESCO declaraba recientemente Patrimonio de la Humanidad la región de Sichuan, en la que vive alrededor de un tercio de esta especie.
Por su parte, un grupo de investigadores de la Academia China de las Ciencias y de la Sociedad Zoológica estadounidense de San Diego se valen de las nuevas tecnologías, como el sistema de posicionamiento global GPS, para rastrear los movimientos de los pandas en la reserva natural de Foping, en Shaanxi. Los científicos tienen muchos problemas para estudiar a esta especie, debido a su comportamiento solitario y a su hábitat, frío, húmedo y lleno de frondosos bosques.
El panda gigante (Ailuropoda melanoleuca) es un mamífero de gran tamaño – la hembra pesa en torno a 80 kg. y el macho puede alcanzar los 100 kg.- al que los últimos estudios de ADN lo engloban dentro de la familia de los osos (Ursidae). A pesar de pertenecer al orden de los carnívoros, su principal fuente de alimentación, las cerca de 30 especies de caña de bambú, le hacen comportarse como un herbívoro. No obstante, en algunas raras ocasiones se alimenta también de insectos, huevos, e incluso roedores y crías de ciervo musk.
Por su parte, el panda rojo (Ailurus fulgens), del tamaño de un gato (unos 60 cm. de largo), es nativo de los Himalayas y del sur de China, y también se encuentran en peligro de extinción. Aunque son carnívoros y buenos trepadores, suelen alimentarse en el suelo a base de raíces, tallos y pequeños animales.
El año pasado, investigadores españoles del CSIC encontraban la primera evidencia fósil de que el falso pulgar que utilizan ambos osos panda para manipular el bambú se desarrolló en ambas especies de forma independiente. De esta manera, se demuestra, en contra de lo pensado hasta ahora, que las dos clases de panda no están emparentadas.