El hambre, una amenaza que no cesa
El hambre es una amenaza de primer nivel para los niños y niñas del mundo. ¿Por qué se repite en la historia una y otra vez? Los conflictos armados son una de las principales causas; la violencia suele tensionar el suministro de alimentos y agua, al igual que los sistemas sanitarios, provocando un efecto dominó que acaba dinamitando el estado nutricional de los niños y niñas.
➡️ Falta de agua potable
Al mismo tiempo, la falta de acceso a agua potable y saneamiento puede provocar desnutrición o empeorarla. Cuando el agua no es segura, puede causar diarrea; esto evita que se obtengan los nutrientes que necesitan muchos niños y niñas para sobrevivir, lo que conduce a la desnutrición. Además, quienes padecen diarrea también son más vulnerables a las enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera. Y es que se estima que el acceso inadecuado a un mínimo de agua, higiene y saneamiento representa alrededor del 50 % de la desnutrición mundial.
➡️ Sequías
Otro dato que debemos tener en cuenta es que los países con mayor incidencia de desnutrición infantil suelen ser muy propensos a sufrir sequías, lo que perjudica a las cosechas y reduce la disponibilidad de agua potable. Más de 1.420 millones de personas en el mundo, entre ellas 450 millones de niños y niñas, viven en áreas de alta o extrema vulnerabilidad al agua. El cambio climático no ayuda: se están agravando los efectos de las sequías y también provoca inundaciones inesperadas que destrozan los cultivos de un día para otro.
➡️ Desplazamientos forzosos
Sudán del Sur, Yemen, Etiopía o Madagascar: la crisis del hambre en estos cuatro países ya ha generado alrededor de 9,2 millones de personas desplazadas, haciendo que esas familias que huyen de sus hogares sean más vulnerables y más propensas a sufrir desnutrición, ya que muchas acaban en campamentos improvisados en los que son recurrentes los brotes de enfermedades. Sin olvidarnos de que se trata de una crisis global, la situación es dramática en el Sahel occidental y en el Cuerno de África: Nigeria, Níger, Burkina Faso, Chad y Malí, Kenia, Etiopía o Somalia ya se encuentran al límite.
Cómo hacer frente a la desnutrición infantil
Para evitar todo ello, además de apostar por la prevención, UNICEF trabaja sin descanso llegando hasta las zonas más aisladas para distribuir alimento terapéutico listo para usar (una pasta preparada a base de cacahuetes, rica en nutrientes) de urgencia para los niños y niñas que sufren desnutrición aguda.
Younas es solo un ejemplo de que las muertes por desnutrición aguda se pueden evitar. Tenía 10 meses cuando su madre lo llevó a una clínica apoyada por UNICEF en Pakistán. Estaba débil y cada día iba perdiendo peso. Younas sufría desnutrición aguda grave. Después de siete semanas con alimento terapéutico listo para usar, comenzó a recuperarse.
El año pasado desde UNICEF se salvó de la muerte por desnutrición a 5,5 millones de niños y niñas menores de cinco años en todo el mundo. Casi el 90 % de los pequeños que reciben tratamiento contra la desnutrición aguda se recuperan. Hay esperanza. Tenemos que impedir la muerte de 49 millones de personas ante el riesgo inminente de una hambruna en el mundo agravada por los conflictos, la crisis climática y la covid-19.