El rábano es una hortaliza muy preciada que suele consumirse cruda en las ensaladas. Es muy sencilla de cultivar, pudiendo desarrollarse incluso en macetas colocadas en nuestro balcón.
Estas plantas no admiten ni el exceso de calor ni de frío, por lo que deberá de protegerlas de los cambios bruscos de temperatura.
Su raíz es gruesa y carnosa y tiene un tamaño, forma y color diferente según la especie que estemos observando. Aunque crece en cualquier tipo de sustrato, éste influye en el sabor final de la hortaliza. Así, si lo cultiva en una tierra muy pobre en nutrientes su sabor será muy fuerte y picante.
La siembra del rábano se realiza esparciendo las semillas sobre el sustrato, que es aconsejable que sea arcilloso, no salino y con pH neutro. También pueden plantarse sobre una cama caliente a finales de invierno.
Es una hortaliza de crecimiento muy rápido, por lo que en primavera ya podrá cosecharlas. Existen variedades que pueden recolectarse en verano y otoño, para lo que tienen que ser sembradas en abril y agosto, respectivamente.
Las principales plagas que atacan a este ejemplar son la oruga de la col, los pulgones y las rosquillas negras.