Las escaleras que se construyen en el interior de una vivienda han de cumplir unos requisitos. La seguridad es un factor prioritario y, por ello, existe una normativa específica que regula estos detalles. Asimismo, cuando se trata de escaleras de madera, la Asociación de Investigación Técnica de las Industrias de la Madera, AITIM, establece diversas cuestiones que se deben tener en cuenta a la hora de construirlas.
Partes
Las escaleras conservan siempre una estructura inclinada. Aunque la pendiente varía según el espacio disponible, este elemento es fundamental para cumplir correctamente su función. Han de contar con una viga o zanca (inclinada, recta o curva) que soporte los peldaños para que la escalera se mantenga estable sin riesgo de rotura. Esta viga puede construirse en madera maciza, laminada y microlaminada, si bien suele ir forrada del mismo material que el resto de la estructura.
Respecto a los peldaños, formados en general por huella (horizontal) y contrahuella (vertical), su forma varía en función del tipo de escalera. Los más comunes son rectos o con forma curvada. Al igual que la viga, no han de ser necesariamente de madera maciza, sino que admiten madera laminada o contrachapada.
Han de contar con una viga que soporte los peldaños, cuya forma varía en función del tipo de escalera
Otro elemento de las escaleras es el descansillo, rellano o meseta. Estas plataformas se construyen «en medio de la rampa para evitar la fatiga», explica AITIM. Su presencia esta determinada por las dimensiones de la escalera, ya sea en medio de tramos rectos, en esquinas o transversales, «coincidiendo con un cambio de sentido o giro».
Por último, las barandillas o quitamiedos sirven como elemento de apoyo para los usuarios, aunque en algunos casos su presencia es puramente decorativa. Están rematadas por un pasamanos deslizante, normalmente de madera, y un pilarete de arranque, de mayores dimensiones que el resto de la barandilla.
Trazado y materiales
Los trazados más frecuentes son curvos o rectos. En el primer caso, se distingue entre escaleras circulares, helicoidades, en espiral o de caracol. A ellas se unen otros modelos, como las escaleras elípticas u ovaladas. Entre las de trazado recto, destacan las de un solo tramo, dos (de cuarto y de media vuelta), tres (de vuelta completa, en forma de T), cuatro (de vuelta entera y de vuelta incompleta) o mixtos, es decir, aquellas que alternan tramos rectos y curvos.
Para realizar el trazado, hay que desarrollar primero el dibujo de la escalera, trasladar a la madera la forma de la pieza y calcular el número de peldaños. A la hora de elegir el material, hay que tener en cuenta que cada especie de madera presenta diferencias de veta, comportamiento y durabilidad.
El material se elige de acuerdo a la veta, el comportamiento de la madera y su durabilidad
El roble es sinónimo de calidad, pero cuando se emplea en estos trabajos requiere eliminar la parte joven o albura de la madera, de un color más claro. Por su parte, AITIM señala que el castaño es una madera blanda «pero útil para la estructura», el fresno y el olmo se asemejan al roble, el haya es dura y resistente pero carece de veteado, las coníferas como el pino son «un poco blandas» y las más apreciadas «por su durabilidad y aspecto» son el alerce y el pino Oregón.
Entre las especies tropicales, en peldaños macizos se recomiendan el iroko y el doussié, el niangón y el makoré destacan por sus veteados, y otras como la caoba de África tienen un despiezado fácil y rápido. Por otro lado, en los pasamanos, el nogal o el acajou «son las especies preferidas», ya que se distinguen «por la finura de su grano».
Los crujidos en las escaleras de madera aparecen cuando cede el apoyo entre huella y contrahuella (tabica). El modo de subsanarlo es, según AITIM: atornillando ambos elementos desde arriba, colocando nuevas tabicas con un galce (una ranura para encajar una pieza) en la parte superior o encolando y atornillando un listón debajo del canto anterior de las huellas.