Más personas, más recursos
Según los últimos datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en 2019 había 7.700 millones de personas sobre la faz de la Tierra. Las estimaciones del organismo para 2050 elevan la cifra en 2.000 millones de habitantes más. Este crecimiento obligará a incrementar los recursos actualmente disponibles.
De acuerdo con la Fundación Aquae, en 2030 el mundo necesitará, al menos, un 50 % más de alimentos, un 45 % más de energía y un 30 % más de agua. El cambio climático actúa sobre estas tres variables. Los desastres ambientales provocados por la acción humana inciden sobre la salud, la alimentación, la vivienda, el agua potable y la higiene de miles de personas.
Menos nacimientos para disminuir las emisiones
El estudio realizado por el IHME apunta al control demográfico como un posible método para reducir las emisiones contaminantes y, en consecuencia, para combatir el cambio climático. “Una disminución de la población mundial total en la segunda mitad del siglo es una buena noticia para el medio ambiente mundial”, aseguran. Añaden que “significaría menos emisión de carbono, menos estrés para los sistemas alimentarios mundiales y menos probabilidades de sobrepasar los límites del planeta”.
Según el estudio ‘The climate mitigation gap’, tener un hijo menos es una de las acciones individuales más efectivas para reducir las emisiones globales. Cada nacimiento en un país desarrollado equivale a una media de 58,6 toneladas de CO2 al año. La cifra es muy superior a la que alcanzaría cada individuo, si de manera autónoma prescindiese del coche (2,4 t CO2 anuales), evitase los viajes en avión (1,6 t CO2 por vuelo transatlántico de ida y vuelta) o llevase una dieta vegetariana (0,8 t CO2 anuales).
Para los investigadores, estas cuatro acciones tienen un potencial mucho mayor para reducir las emisiones que las estrategias comúnmente promovidas por los gobiernos, como el reciclaje (cuatro veces menos eficaz que una dieta basada en plantas) o el cambio de bombillas por unas de bajo consumo (ocho veces menos).
Huella de carbono por individuo: no todos contaminamos lo mismo
De media, cada persona es responsable de unas cinco toneladas de emisiones de CO2 al año. Pero no todos los individuos tienen la misma huella de carbono. Jean-Marc Jancovici, ingeniero francés experto en cambio climático, estableció un sistema de cálculo para definir esa huella de carbono individual. Así, el impacto de cada ser humano sobre el medio ambiente depende de la suma de varios factores como la vivienda, la movilidad, los productos que consume o la energía utiliza, entre otros
Our World in Data (Nuestro Mundo en Datos), publicación en línea producida por la Universidad de Oxford (Reino Unido), ha elaborado el ranking per cápita de los países más contaminantes. El récord lo ostenta Qatar, con 32,4 toneladas métricas por persona. Kuwait (21,6) y Emiratos Árabes Unidos (20,8) completan este singular podio. En Europa, Luxemburgo logra la peor clasificación, con 15,3 toneladas métricas por persona. España ocupa el puesto 73, con 4,47 toneladas métricas producidas per cápita.
“Los datos muestran que el 10 % de la población global que incluye las personas más ricas del mundo es responsable del 50 % de las emisiones de calentamiento global cada año. Y una realidad extremadamente injusta es que los impactos del cambio climático caen de manera desproporcionada sobre las mismas poblaciones que menos contribuyen al problema”, afirman desde la organización Union Of Concerned Scientist, conformada por un grupo de científicos estadounidenses.
Cómo reducir el impacto sobre el medio ambiente
El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU pone en valor la toma de decisiones de personas y hogares para reducir las emisiones globales. Según este trabajo, un cambio en los hábitos de consumo ayudaría a disminuir entre un 40 % y un 70 % las emisiones de CO2.
El informe estructura las medidas bajo la perspectiva “evitar-cambiar-mejorar”:
- Evitar. Consiste en “evitar” las acciones que tendrían mayor potencial. Incluye la no utilización del coche y la reducción de un vuelo de larga distancia al año. Otros mecanismos válidos serían el aumento del teletrabajo, un menor uso y mayor reciclaje de envases y la reducción del desperdicio alimentario.
- Cambiar. En el apartado “cambios” estaría un mayor empleo del transporte público, un menor consumo de carne, un incremento de la movilidad activa (bicicleta y caminar) y, siempre que sea posible, la sustitución del avión por el tren.
- Mejorar. Dentro de “mejoras” encontramos el uso del vehículo eléctrico, las energías renovables y una optimización del aislamiento y la forma de calentar nuestros hogares.
La crisis climática como argumento para no tener hijos
Argumentar no querer descendencia por causas medioambientales es cada vez más frecuente entre los jóvenes. Un estudio realizado por la Universidad de Arizona (EE. UU.) revela que el consumo excesivo, la superpoblación y la incertidumbre sobre el futuro son las principales preocupaciones de quienes afirman que el cambio climático está afectando a su toma de decisiones en materia de reproducción. El consumo excesivo es la preocupación más recurrente entre los entrevistados (jóvenes entre 18 y 35 años).
En palabras de Sabrina Helm, autora del estudio, “casi todos los participantes dijeron que les preocupaba cómo los niños contribuirían al cambio climático a través de una mayor huella de carbono y el uso excesivo de recursos que podrían ser más escasos en el futuro, como los alimentos y el agua”.