Imagen: David WilmotLa venta de flores, especialmente en fechas señaladas como San Valentín, ha aumentado en los últimos años. Por ello, algunos países con legislaciones menos estrictas en materia ecológica han incrementado espectacularmente la producción de flores, para lo que no dudan en utilizar todo tipo de prácticas nocivas para el medio ambiente y la salud, según mostraban recientemente diversos grupos ecologistas.
Colombia es el segundo productor más grande del mundo, con 110.000 empleados y beneficios por más de 760 millones de euros al añoColombia es el caso más paradigmático. Su industria da trabajo a unos 110.000 empleados, muchas de ellas madres solteras, y beneficios por más de 760 millones de euros al año. Estas cifras lo convierten en el segundo productor más grande del mundo, después de Holanda. Por ejemplo, el 62% de las flores que se venden en Estados Unidos proceden de aquel país andino.
Varios grupos ecologistas denuncian que en estas plantaciones se abusa de los pesticidas químicos. El gobierno colombiano no regula el uso de pesticidas dentro de invernaderos, y Estados Unidos obliga a que las flores que llegan a su territorio estén libres de insectos, pero no necesariamente de residuos químicos.
Por ello, explican los ecologistas, dado que el clima tropical favorece la propagación de plagas, los productores colombianos no dudan en aplicar todo tipo de fertilizantes, pesticidas y fungicidas. Algunos de ellos, afirman, han sido relacionados por diversos estudios con enfermedades como cáncer o trastornos neurológicos.
Los científicos asumen que los vínculos entre estas sustancias químicas y enfermedades son difíciles de demostrar, porque no hay investigaciones detalladas sobre la exposición crónica a pesticidas. En cualquier caso, algunos estudios ofrecen datos preocupantes: La Escuela de Salud Pública de Harvard examinó a 72 niños de entre 7 y 8 años en una región de cultivos de flores en Ecuador y cuyas madres estuvieron expuestas a pesticidas durante el embarazo. Los científicos hallaron retrasos en su desarrollo de hasta cuatro años en exámenes de aptitudes.
Los exportadores colombianos responden que 86 de los 200 miembros de la Asociación Colombiana de Exportadores de Flores (Asocolflores) cuentan con su certificado Florverde, que garantizaría el cumplimiento de unos estándares medioambientales y sanitarios.
Desde Asocolflores se reconoce que el 36% de las sustancias químicas aplicadas en las granjas que llevaban su sello en 2005 estaban listadas como «extremadamente» o «altamente» tóxicas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Asimismo, tampoco hay estadísticas fiables sobre los pesticidas utilizados por las más de 600 granjas de flores de Colombia, en parte porque sólo un tercio pertenece a Asocolflores.
Los productores afirman que preferirían el uso de métodos orgánicos más ecológicos, aunque reconocen que los riesgos de perder las cosechas y la competencia de otros nuevos cultivadores en Asia y África les frena a hacerlo. Además, los defensores de estos cultivos recuerdan que es un sector que genera empleos y financia colegios e incluso hospitales.
No obstante, los consumidores podrían cambiar estos usos negativos con el medio ambiente y la salud. La demanda de cultivos orgánicos en Estados Unidos se incrementa en un 50% cada año, según la Asociación de Comercio Orgánico norteamericana. Ese crecimiento ha sido apoyado por VeriFlora, un programa de certificación lanzado por consumidores, cultivadores y distribuidores estadounidenses. Unas 32 granjas de Colombia y Ecuador cuentan con esa etiqueta, que obliga a llevar una producción orgánica y, a diferencia de Florverde, prohíbe el uso de más de 100 sustancias químicas.
Asimismo, los grupos ecologistas también denuncian los efectos contaminantes causados por el transporte aéreo de flores desde países lejanos como la citada Colombia, Sudáfrica, Kenia, Etiopía, Ecuador o Costa Rica. La organización Amigos de la Tierra subraya las emisiones de gases de efecto invernadero de los aviones, un daño que se suma al gasto intensivo de agua y energía de estos cultivos, en lugares donde además la población apenas cuenta con dichos recursos.
Imagen: Francisca UlloaEl experto en ecología David Harper, de la universidad inglesa de Leicester, explicaba recientemente el caso concreto del lago Naivasha, en Kenia, de donde diez mil toneladas de rosas son llevadas al Reino Unido sólo para celebrar el día de los enamorados.
Según este investigador, este comercio está perjudicando el ecosistema de aquella zona porque medio millón de personas acude a trabajar de manera intensiva y en unas condiciones sanitarias precarias. Para combatir esta situación, el experto de la Universidad de Leicester aboga por la introducción de nuevos certificados que regulen esta producción y sistemas de comercio justo para los trabajadores.