Los árboles frutales que lleguen a alcanzar un buen tamaño requieren de mucho espacio, por lo que es conveniente tener en cuenta su envergadura final a la hora de elegir su ubicación. No obstante, siempre se podrá controlar su forma y tamaño a través de la poda, para evitar que las ramas lleguen a alcanzar las ventanas de la vivienda o bloqueen zonas de tránsito.
Para que lleguen a prosperar los ejemplares recién plantados habrá que escoger un emplazamiento muy luminoso, ya sea para ubicar la maceta o para plantar el frutal sobre el sustrato del huerto o jardín. En cualquier caso, el pequeño ejemplar tampoco debe recibir la luz directa del sol.
Un buen lugar para ubicar los arbolitos puede ser cerca de una pared, mejor si ésta se encuentra pintada de color blanco, de forma que la luz solar que refleje permita que los rayos solares se repartan por toda la superficie del ejemplar, no únicamente por la zona no cubierta por la pared, o que permanezca mayor tiempo en sombra.
Pero si colocamos los frutales cerca de la tapia de la casa es probable que al crecer parte de sus ramas salgan fuera del recinto. Por tanto habrá que vigilar la poda para que no interrumpan el paso por los aledaños. También habrá que tener especial cuidado con la temperatura de la ubicación seleccionada, porque los frutales requieren un ambiente cálido y estable. Asimismo se deberá mantener la humedad de la tierra, impidiendo que se seque completamente, aunque tan malo es que no reciba el agua suficiente como que se encharque el árbol frutal.