En el mercado se puede encontrar una amplia gama de puertas correderas disponibles. De exterior o de interior, macizas o huecas, blindadas, de fuelle… Todas ellas tienen la ventaja de no ocupar espacio, de manera que puede disponerse libremente de la zona que ocuparía el giro de apertura de la hoja.
Si bien casi todos los modelos han sido pensados casi en exclusiva para interiores, su facilidad de deslizamiento y la posibilidad de hacerlas a la medida y necesidades de casi cualquier lugar han hecho de estas puertas una solución efectiva para ganar metros. Se pueden instalar por tanto en garajes y comercios y, por supuesto, en el interior y exterior de las viviendas.
Apartamentos poco espaciosos, estudios, dormitorios, baños, cocinas, armarios y trasteros pequeños son estancias en las que este tipo de puertas dan más juego. Hay que tener en cuenta que una puerta corredera gana espacio en cada habitación, posibilita unir o independizar dos cuartos contiguos sin restar amplitud, con su apertura o cierre se deja paso a la luz y se gana intimidad según las necesidades de cada momento. Se puede aprovechar incluso un metro cuadrado más por estancia con la colocación de puertas deslizantes. Además, su instalación no es complicada, y puede ayudar a resolver arquitectónicamente el cierre y la apertura de tabiques curvos.
Diversos tipos
Cualquier entrada puede franquearse mediante una puerta corredera. En este momento se comercializan puertas con diversos mecanismos de arrastre, cada vez más eficientes, fáciles de manejar y silenciosos. La gama de automatismos disponible para esta clase de puertas es muy diversa y ofrece múltiples posibilidades de programación gracias al acoplamiento de accesorios como fotocélulas, mecanismos antiaplastamiento, etc.
Pero el mecanismo más habitual y más sencillo sólo precisa una guía externa. Esta solución es muy apropiada para comunicar espacios como el salón y el comedor, por ejemplo. El inconveniente de este sistema es que en el lado de la pared por el que discurre la puerta no se pueden colocar muebles ni otros elementos.
El inconveniente de este sistema es que en el lado de la pared por el que discurre la puerta no se pueden colocar muebles ni otros elementos
Evidentemente, todo el espacio que se pueda ganar será de gran utilidad. Empotrar la hojas o las dos hojas dentro de la pared es la mejor manera de aprovechar áreas pequeñas. De esta forma, la puerta queda embutida entre dos tabiques. Pero previamente hay que practicar el hueco, enyesar y disponer las guías. Una pequeña desventaja se pone de manifiesto si se llega a estropear el raíl, ya que en ese caso a veces es imprescindible tirar parte del tabique. Otra, es que no se puede taladrar en la pared para colgar cuadros o estanterías, por ejemplo. De todas formas, las guías de acero no se estropean fácilmente.
También se pueden encontrar puertas empotradas dentro de un armazón metálico en lugar del tabique. No obstante, este armazón también se recubre de yeso tras su colocación. Una modalidad que se caracteriza porque tienen un cerco doble que incorpora elementos separadores y la guía está dispuesta sobre un soporte rígido que garantiza su correcto funcionamiento.
Las puertas correderas en general precisan la instalación de carriles de suspensión superiores, que deben fijarse a los tabiques. Los dispositivos de deslizamiento pueden ser centrales o laterales. Lo más importante es que han de garantizar que los elementos de cuelgue no se salgan de sus guías. Inicialmente los profesionales de la venta y la colocación de este tipo de puertas han de prever su mantenimiento, por ejemplo algo tan sencillo como contemplar la posibilidad de que durante la vida útil de la puerta sea necesario sustituir los rodamientos. Si esto llegara a suceder, lo ideal es que sea posible su recolocación sin precisar obras o reparaciones externas.
Las llamadas puertas de fuelle permiten su propio plegado. Están conformadas por una serie de lamas verticales unidas por bisagras que se disponen alternativamente en la cara interior o exterior. Así, la puerta puede abrirse con un desplazamiento lineal, aunque tiene el inconveniente de reducir el espacio libre de paso porque se queda plegada en uno de los lados.
La elección de una puerta corredera debe obedecer a las condiciones específicas y a las necesidades de cada espacio. En cualquier caso no hay que perder de vista detalles como los siguientes:
- Los materiales: Entre los materiales más utilizados para la fabricación de puertas correderas de interior se encuentran la madera y el vidrio. Las de madera más económicas son las rellenas de tablero contrachapado (fenólico) recubierto de otra madera más noble. Estas puertas tienen una gran estabilidad porque apenas se deforman debido a los cambios de temperatura. Últimamente han comenzado a comercializarse otros materiales más ligeros chapados en madera que hacen aún más fácil el desplazamiento, ya que son menos pesados. No obstante, los catálogos de los fabricantes especializados presentan otras muchas opciones y texturas, como la melamina, el DM o el PVC, que ofrecen un precio interesante y son resistentes.
- El diseño: La apariencia y la opacidad de la puerta son otros de los puntos de interés. Para espacios cubiertos, las puertas acristaladas son muy ligeras y pueden ser totalmente opacas, translúcidas o transparentes. Los acabados en madera más clásicos son lisos en haya, arce o pino y, normalmente, los marcos son de aluminio. También pueden instalarse correderas lacadas en blanco u otros colores o de maderas nobles como el nogal, la caoba, la teca o el roble, y de diseños más ornamentales, por ejemplo con cuarterones.
- El precio: Las puertas correderas tienen un precio similar al de las puertas clásicas. Sin embargo, el premarco que se tiene que comprar e instalar durante la obra puede costar diez veces más que un marco convencional.
- La colocación: Sea cual sea el modelo de puerta y su aspecto, lo importante es que las piezas que componen el sistema sean de calidad y correctamente colocadas. También han de estar previstas las necesidades de mantenimiento durante un largo periodo de vida útil.
- Las dimensiones: Normalmente en la instalación de las puertas correderas éstas deben ser algo más anchas que las otras, porque si no entran hasta el fondo siempre se pierden entre diez y quince centímetros de paso. Este apartado es especialmente relevante cuando se colocan en estancias que requieren el paso continuo de personas como cocinas, tendederos o despensas.
- El aislamiento: Debido a la holgura que necesitan los sistemas de deslizamiento en los bordes perimetrales de las hojas, por lo general, disminuye el aislamiento térmico y acústico de las habitaciones cerradas con puertas correderas.