Imagen: Tijs Gerritsen
Se acaba de poner en marcha la Semana de la Solidaridad en 30 ciudades españolas, vigente hasta el próximo 10 de junio. Una iniciativa que lleva la firma de la ONG Ayuda en Acción, que como cada año centra esta actividad en una buena causa: recaudar fondos para contribuir a la mejora nutricional de 500 niños en Perú. Con este evento, los voluntarios de la ONG buscan transmitir un mensaje solidario y sensibilizar a la opinión pública acerca de los derechos de los más pequeños como principal forma de garantizar el desarrollo de los pueblos.
«Toda persona tiene derecho a una alimentación adecuada así como a los medios necesarios para producir los alimentos que necesita», recuerda Ayuda en Acción. La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación estima que en el mundo se producen alimentos suficientes para proporcionar 2.700 kilocalorías diarias a 12.000 millones de personas. Sin embargo, más de 850 millones padecen hambre y desnutrición. Cada año, también según datos de la FAO, seis millones de niños de menos de cinco años mueren como consecuencia del hambre y la malnutrición. La cifra es equivalente a toda la población infantil menor de cinco años de Japón, o de Francia e Italia juntas.
En el mundo se producen alimentos suficientes para proporcionar 2.700 kilocalorías diarias a 12.000 millones de personas
Dicho esto y con el objetivo de incidir en el derecho a la alimentación, la propuesta de la ONG contempla la realización de diferentes actividades a desarrollar en cada localidad durante una misma semana: acciones de sensibilización, como concursos de murales, comercio justo, talleres y juegos infantiles; labores de difusión que se reflejarán en mesas de información y venta de material de Ayuda en Acción y difusión de la temática sobre el derecho a la alimentación, además de actividades lúdicas como grupos musicales, títeres, cuenta-cuentos, payasos, espectáculos de magia, carreras populares y partidos de fútbol y baloncesto.
Los fondos obtenidos en esta XIII Semana para la Solidaridad permitirán el apoyo para la mejora nutricional de 500 niños y niñas en San Juan de Lurigancho (Perú), área de desarrollo en la que el 8% de los menores de cinco años tienen un peso insuficiente para su edad y en la que la desnutrición es considerada como la enfermedad más común entre los niños. «Esta acción se vinculará a los 36 Centros de Educación Inicial y 20 Centros de Estimulación Temprana con los que trabajamos», explican desde Ayuda en Acción.
Reforma de la ayuda alimentaria
Cuando apenas habíamos acabado de digerir las uvas, el cava y los dulces con los que recibíamos la llegada de año 2007, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación dio la voz de alarma mediante la propuesta de una serie de cambios significativos en la gestión y distribución de la ayuda alimentaria. Así, en la última edición de su informe anual ‘El Estado mundial de la agricultura y la alimentación’, esta Organización recomienda poner fin a la práctica mundial de este tipo de ayuda, lo que supone que aproximadamente un tercio del presupuesto mundial de la ayuda alimentaria (cerca de 600 millones de dólares) se gasta en los países donantes y nunca llega a los beneficiarios.
En la actualidad se envían cerca de diez millones de toneladas de alimentos al año para un total de 200 millones de personas necesitadas
Se pone de manifiesto, por tanto, la importancia de realizar una buena labor en la gestión de la ayuda alimentaria, donde se recomienda que ésta se materialice en dinero en efectivo o cupones para alimentos, más que en envíos de alimentos que puedan afectar a los productores y los mercados en los países receptores. De esta manera se puede estimular la producción local, fortalecer los sistemas alimentarios locales y a los beneficiarios en una forma más segura. «De lo contrario, se corre un riesgo de crear distorsiones en el comercio agrícola internacional», advierte el texto en su última edición.
Ahora bien, no hay olvidar que hablar de ayuda alimentaria internacional supone valorar que en la actualidad se envían cerca de diez millones de toneladas de alimentos al año para un total de 200 millones de personas necesitadas, cuyo coste puede alcanzar los 2.000 millones de dólares. No cabe duda de que esta ayuda es esencial y más en momentos puntuales de desastres naturales, crisis humanitarias, etc. Pero, de acuerdo a la demanda suscrita por la FAO ¿este esfuerzo no causa, en ocasiones, más perjuicios que beneficios?
Una disyuntiva que también se plantean muchas organizaciones sin ánimo de lucro nacionales, que a su vez interpretan la propuesta de la FAO como ‘coherente’, sin olvidar que la ayuda alimentaria ha salvado las vidas de millones de personas y tiene otras funciones muy importantes, como hacer posible que los niños continúen acudiendo a la escuela o complementar la dieta de las mujeres embarazadas. «Una realidad que no obsta para que esta ayuda pueda alterar los mercados locales y debilitar la capacidad de recuperación de los sistemas alimentarios locales, cuando llega en el momento equivocado o está dirigida a la población equivocada», aseguran desde esta Organización de Naciones Unidas. Esta afirmación encuentra su principal argumento en que hasta un 90% de toda esta ayuda alimentaria puede llegar a estar vinculada a condiciones específicas, un hecho que dificulta el que las agencias encargadas de distribuir esta ayuda la puedan utilizar de una forma más eficaz haciendo que llegue a las personas más necesitadas.
Ayuda trampa
Ante estas reflexiones, la FAO propone una serie de consejos, entre los que destacan los siguientes:
- Adquirir la ayuda alimentaria a nivel local o regional cuando sea posible, ya que puede ser muy beneficioso para el desarrollo agrícola en muchos países de bajos ingresos. Aunque estas compras pueden no resultar siempre deseables, sí pueden producir un alza de los precios a nivel local.
- Eliminar los programas, o la ayuda alimentaria intergubernamental, que por definición no está dirigida específicamente a los grupos necesitados. Detener la ‘monetización’ de la ayuda alimentaria, por la cual una de cada cuatro toneladas de ayuda alimentaria se vende en los mercados locales de los países beneficiarios para generar fondos para el desarrollo.
- Mejorar los sistemas de información, evaluación de necesidades y control. En caso de crisis repetidas y cuando el hambre es crónica, donantes y receptores pueden quedar aprisionados en la ‘trampa de la ayuda’, en la que se descuidan las estrategias de desarrollo a largo plazo.
Según la UNICEF, la desnutrición es la principal causa de muerte de lactantes y niños pequeños de países en desarrollo. Aparece normalmente a partir de los cuatro o seis meses del nacimiento del bebé, momento en el que se produce una bajada tanto del peso como de la estatura habitual para la edad, así como el inicio de un desarrollo inadecuado de los músculos (distrofia muscular).
Las enfermedades más frecuentes son el sarampión, la hepatitis y la tuberculosis
Las señales de desnutrición a nivel psicológico también son importantes. Éstas se centran en una alteración del desarrollo del lenguaje y del comportamiento (irritabilidad, indiferencia y hostilidad). La falta de alimentos también perjudica el desarrollo motor.
Los niños desnutridos acostumbran a tener infecciones continuas, y esa es principalmente la causa de mortalidad. El déficit de nutrientes altera las barreras de inmunidad a los gérmenes, de manera que entran en el organismo con facilidad. Las enfermedades más frecuentes son el sarampión, la hepatitis y la tuberculosis.
En el momento en que se diagnostica desnutrición, el niño ya presenta raquitismo, encorvadura de los huesos y debilidad general por falta de vitamina D; osteoporosis, fragilidad de los huesos; escorbuto, consistente en hemorragias cutáneas y musculares con una alteración especial de las encías; y anemia por falta de hierro, vitamina B12, ácido fólico y vitamina C (que también puede conllevar ceguera).