Hospitality: turismo de tarifa plana

Se trata de una comunidad 'virtual' que posibilita dormir y cocinar sin tener que abonar los costes en metálico
Por Ferran Climent I Saurí 31 de mayo de 2007

Img hospitalidadImagen: Kristian Bertel

Dormir gratis en ciudades tan conocidas y caras como Barcelona, Washington, París, Roma o Londres; o en otras -sin tanto tirón turístico- como Timisoara, Malmö o Sebastopol, puede no estar al alcance de todos los bolsillos. En medio de la globalización, se ha consolidado Hospitality, un concepto que responde a la época en que vivimos aunque, conviene precisar, se remonta a los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, esta comunidad virtual tuvo que esperar a la explosión de Internet y a Veit Khüne, un joven alemán, para convertirse en lo que es hoy. Las fronteras desaparecen y la cultura del low cost (bajo coste) empieza a triunfar, curiosamente, en un mundo cada vez más consumista.

Hospitality pretende que los viajeros de todo el mundo tengan un techo, una cama y un sitio donde cocinar sin pagar un solo euro. Si, además, se tienen en cuenta las posibilidades que han abierto las compañías aéreas -con billetes de avión más baratos que los de tren-, cualquier lugar del mundo, por remoto que sea, puede resultar más accesible para un mayor número de personas. La socialización del turismo es un hecho: volar a Irlanda y dormir durante un fin de semana puede reducirse, con las tarifas actuales y este concepto, a los 100 euros.

Protagonistas de Hospitality

James Wardell es un miembro de esta comunidad creada a través de Internet, que él denomina ‘virtual’. Wardell, de 26 años, nació en Birmingham, en el centro geográfico de Inglaterra, y después de haber vivido en Londres por motivos laborales decidió abandonar las islas y partir rumbo a Barcelona. Ahora es jefe de estudios de un centro de idiomas y en su tiempo libre se dedica a recibir en su casa a gente que no ha visto nunca. «Hace dos años que descubrí esta idea y desde entonces he recibido en mi casa a más de 25 personas», asegura.

Hospitality pretende que los viajeros de todo el mundo tengan un techo, una cama y un sitio donde cocinar sin pagar un solo euro

En la vivienda de Wardell han dormido turistas procedentes de Holanda, Guadalupe, China, Brasil, EE.UU. y Australia. Y se lo han pasado bien. Al menos eso es lo que se puede leer en el libro de visitas, que como buen miembro de Hospitality hace completar a cada uno de los nuevos turistas, donde se pueden hallar agradecimientos y felicitaciones. No resulta extraño si se tiene en cuenta que Wardell hace también de guía turístico, aunque no lleva a sus huéspedes a las Ramblas o el Parc Güell. «A esos sitios pueden ir ellos mismos, a mí me gusta enseñarles el barrio donde vivo, Poble Sec», explica.

El idioma vinculado desde sus inicios a este concepto de turismo fue el esperanto, lengua que nació con la intención de eliminar las barreras idiomáticas y crear un lenguaje universal. Pero fracasó. Y como en todos los aspectos de la vida actual, y más aún en Hospitality, el inglés se convirtió en la lengua dominante.

Intercambio

Un aspecto a tener en cuenta es la posibilidad de que, aun formando parte de la comunidad, el anfitrión está en su derecho de rechazar a determinadas personas que solicitan alojamiento en su casa. Las razones son variadas: el dueño puede rechazar a sus ‘invitados’ por el número de personas que quieren visitarle a la vez; el idioma o el sexo -argumento muy mal visto por los usuarios habituales-. Además existe la posibilidad de ponerse en contacto con la otra persona y si después de conocerlo, vía telefónica o por mail, no tiene una buena percepción del futuro huésped, simplemente puede negarle el alojamiento.

En este sentido, Wardell no tiene problemas. Por su casa han pasado todo tipo de visitantes: jóvenes, no tan jóvenes, hombres, mujeres, parejas, gente con mayor o menor poder adquisitivo. Comenta que una vez hospedó a un norteamericano extremadamente rico, que prefería viajar así porque le resultaba ‘mucho más humano’.

El mismo Wardell reconoce que «no suele haber sorpresas», ya que el perfil de este tipo de viajeros responde a unas características más o menos determinadas: jóvenes, estudiantes, personas abiertas, honestas, románticas y con ganas de conocer la vida real, describe. Otra motivación que empuja a estos turistas puede ser «la rebeldía o el hecho de pasar por lo alto las pautas de un viaje tradicional». Así, muchas de las ciudades o pueblos en los que se puede dormir a través de esta comunidad, de forma gratuita, están fuera de las rutas turísticas que establecen los operadores turísticos.

Fenómenos como Hospitality pueden llevar a pensar en las paradojas propias de nuestro tiempo: de la incomunicación entre personas y culturas, denunciada por algunos sectores y actores de la sociedad civil, a una marea de más de 5.000 personas que visitan alrededor de 180 países en el mundo, con un único afán: descubrir hasta el último rincón del mundo. Por eso esta comunidad virtual es entendida por muchos como una forma de concebir la vida.

Pasos a seguir para ser un miembro más

Una visita a la web http://www.hospitalityclub.org y apuntarse es el único requisito, ya que cualquier persona puede hacerse miembro de esta comunidad virtual. Entre los beneficios que aporta, se destacan los siguientes:

  • No existe el abono de cuotas o de “matrícula” para acreditarse como miembro.
  • Ofrece la posibilidad de registrar como un único miembro al usuario y a su pareja.
  • Asegura la privacidad de los datos personales ofrecidos. La información personal que se quiera facilitar depende de cada miembro.
  • En la misma página web se pueden ver los comentarios que dejan otros anfitriones que ya hayan recibido a este turista y, decidir en función de si son negativas o positivas.
  • Todo miembro que contacte con otro a través del Club de Hospitalidad debe darle su nombre completo, número de pasaporte y nombre de usuario. La otra persona -el que recibe- debe guardar esta información en un lugar seguro y mandarla a security@hospitalityclub.org donde a su vez la guardarán. Cuando el invitado llegue, es necesario verificar y comprobar su pasaporte para asegurar que la identidad del invitado es correcta.
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