La población haitiana está compuesta a partes iguales por hombres y mujeres. Hay aproximadamente un 50% de hombres y la misma cantidad de mujeres. Sin embargo, esta igualdad no se refleja de la misma manera en todos los ámbitos de la vida. Por lo general, las mujeres carecen de los derechos políticos, económicos y sociales de los que disfruta la población masculina.
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La discriminación hacia las mujeres es una constante en muchos lugares del mundo. Habitualmente, son ellas las que deben hacer frente a un recorte de derechos injustificado o a diferencias que, en ningún caso, tienen una base fundamentada. La situación de la mujer en los países más pobres es la que más preocupa. En estas zonas, la población femenina apenas tiene la oportunidad de acudir a la escuela, emprender alguna actividad económica o labrarse otro futuro que no sea el de ser madre de familia y esposa.
Se pretende que la actividad económica les ayude a tener sus propios ingresos y fomentar su autoestima
La ONG Entreculturas trabaja desde hace años con la población haitiana para dar la vuelta a esta situación en el país. Mediante la concesión de microcréditos a grupos organizados de mujeres, se pretende que éstas pongan en marcha una actividad económica que les ayude a tener sus propios ingresos y fomentar su autoestima. El responsable de los proyectos que se desarrollan en la zona, Alejandro Mendizábal, explica que el objetivo de esta iniciativa es fortalecer las organizaciones comunitarias integradas por mujeres y, concretamente, las que están radicadas en la zona norte de la frontera entre Haití y República Dominicana.
La principal actividad que se apoya es el comercio. Durante un año, Entreculturas continuará en la zona para apoyar a las mujeres que se decidan a poner en marcha su propio negocio. La finalidad del proyecto es ambiciosa. «Por una parte, busca aumentar el peso político y la capacidad de las organizaciones, y por otra, aumentar los ingresos de los asociados», señala Mendizábal. Con algunas de estas organizaciones se trabaja desde hace dos años para capacitar a sus miembros, principalmente a las mujeres, en temas de funcionamiento organizativo, comercio y contabilidad. Además, hay una capacitación especial en el idioma. «El idioma de Haiti es el ‘creole’ y, lo que se intenta, es que las organizaciones haitianas mejoren su español para que se puedan relacionar de manera más fluida con la población de la República Dominicana, a la que a su vez se enseña algo de creole», detalla Mendizábal.
El interés porque estos dos países se entiendan tiene su origen en un mercadillo semanal, al que acuden las mujeres que toman parte en el proyecto. Se trata de un mercado «binacional» que se desarrolla en territorio dominicano y permite la libre circulación de mercancías y personas en la zona, con algunas limitaciones. Según Mendizábal, es «una actividad con mucho peso en la región e influencia en los dos países», por lo que se busca que las mujeres comerciantes y los compradores puedan entenderse. En este mercado, las mujeres venden, en su mayoría, ropa de segunda mano que compran en Haití.
Concesión de microcréditos
El procedimiento es similar al del resto de proyectos que trabajan con microcréditos. Se trata de proporcionar a las organizaciones de mujeres un pequeño fondo de crédito para que las beneficiarias hagan más rentable su negocio. Lo que no se hace es dar directamente el dinero a las mujeres, sino a la organización, que se encarga luego de repartirlo entre las socias. La ayuda que se concede suele alcanzar a la cuarta parte de la socias. En cada organización hay entre 10 y 12 socias. Algunas pueden llegar a la veintena, pero no es lo habitual.
Durante un tiempo aproximado de seis meses, las socias tienen la oportunidad de manejar ese fondo y aumentar su actividad comercial. No obstante, pasado este periodo, tienen que devolver el capital que se les entregó para que lo aproveche otra mujer de la organización. No existen los avales ni garantías de ningún tipo, sino que es la propia organización la que, por su propio interés, se responsabiliza de cobrar los créditos y permitir la circulación del capital dentro de la misma entidad.
«Si ellas aumentan su actividad, logran beneficios económicos y una situación más fuerte en sus familias»
En cuanto a la elección de las mujeres para este proyecto, según Mendizábal, tiene un sentido muy claro: «Si ellas aumentan su actividad, logran beneficios económicos y una situación más fuerte en sus familias». La discriminación de las mujeres en Haití alcanza cotas muy altas, por lo que se considera que, en la medida en que éstas sean más independientes y aumenten sus ingresos, mejorarán su situación, incluso, dentro de su hogar.
La cantidad que recibe cada una de las mujeres está en torno a 100 ó 200 dólares, «entre 80 y 150 euros», matiza Alejandro Mendizábal. En nuestro país, donde los microcréditos se cifran en miles de euros, esta cantidad podría parecer pequeña, pero en Haití el impacto es muy significativo. El proyecto de dirige a mujeres que apenas llegan a los 30 años, pero que ya tienen cinco o seis hijos, por lo que esta cantidad les permite aumentar los ingresos familiares con un trabajo de media jornada que no interfiera en las obligaciones que, por ser mujer, le impone la sociedad.
Además de este proyecto, Entreculturas ha iniciado, junto con Ayuda en Acción e InterRed, la campaña ‘Muévete por la igualdad. Es de justicia’. Su objetivo es hacer visible la situación de discriminación que viven muchas mujeres del mundo, especialmente en los países del Sur en los que trabajan estas organizaciones, y dar a conocer la lucha de éstas por mejorar sus condiciones de vida y que se cumplan sus derechos. La campaña finalizará en 2010, cuando se analizará el cumplimiento de las metas de la Plataforma de Acción Beijing y los Objetivos de Desarrollo del Milenio.