Las setas y los hongos están más de moda que nunca. Con las primeras lluvias otoñales, ya no sólo se multiplican como setas que son estos frutos silvestres, sino también las personas que se lanzan al bosque en su búsqueda, hasta el punto de que los expertos ya hablan de la disminución de algunas de las especies más deseadas. Por ello, además de los clásicos consejos para evitar intoxicaciones, conviene asumir unas pautas de recogida y consumo ecológicas.
Los expertos en micología tienen descritas unas 100.000 especies de hongos, de las que más de 20.000 se encuentran en la Península Ibérica. Según Máximo Gómez, miembro de la Asociación Botánica y Micológica Basozaleak, hay setas en toda España, incluida Canarias, si bien las zonas húmedas como Castilla y León, Sierra de Gredos y la Cornisa Cantábrica son las más productivas.
A pesar de esta aparente abundancia, los especialistas subrayan que ciertas especies están experimentando un descenso en su población. En opinión de Francisco de Diego Calonge, científico del Real Jardín Botánico de Madrid y uno de los principales expertos europeos en esta materia, los hongos en España están sobreeexplotados, especialmente las especies buenas para comercializar.
Por ejemplo, especies muy conocidas y apreciadas por los seteros, como la Amanita cesárea o la Clytocibe geotropa (cabeza de fraile) empiezan a verse menos por sus zonas comunes de expansión. Y no sería la primera vez que una especie se extinguiera en España; Este dudoso honor lo tiene la Laricifomes officinalis, una seta con usos medicinales localizada por última vez en Teruel en 1917.
Algunos expertos hablan de hasta 68 especies que sobreviven a duras penas en la Península IbéricaLa acción del ser humano, en diferentes aspectos, se apunta como la principal causante de estos problemas. Isabel Salcedo, profesora de Biología de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), apunta por este orden (de mayor a menor importancia) los principales motivos: la destrucción de su hábitat, la contaminación ambiental, una inadecuada política forestal y una recolecta abusiva de determinadas especies.
Por ello, los micólogos consideran imprescindible la concienciación no sólo de los seteros, sino también de las administraciones. Los especialistas proponen añadir algunos hongos y setas a la lista de especies de la Convención de Berna. En este tratado se incluyen especies animales y vegetales (las setas no aparecen) que las instituciones se comprometen a proteger.
Para ello, la principal labor de los investigadores, además de convencer a los responsables institucionales de la importancia ecológica de las setas, sería la de elaborar una «lista roja» con las especies más amenazadas en Europa. En este sentido, se ha creado un comité hispano-luso para encargarse de este trabajo, y que podría tener el año que viene una primera lista preliminar. Por ejemplo, algunos expertos hablan de hasta 68 especies que sobreviven a duras penas en la Península Ibérica.
Posibles medidas
Algunas instituciones están tomando ya diversas medidas para tratar de combatir el problema. En algunos lugares, como Soria, Navarra o Andalucía, han impuesto ciertos cotos de setas donde se restringe el paso y la cantidad, y se cobra una cuota para la recogida. Por ejemplo, desde el 15 de septiembre, el Consistorio de la localidad navarra de Ultzama, uno de los valles más seteros, cuenta con una zona controlada donde cobra entre cinco y diez euros a los visitantes, así como entre 30 y 50 euros para la recolección de uso comercial.
Imagen: Tatyana PostovykPara controlar el recinto, se dispone de seis guardas que en caso de localizar alguna irregularidad contactan con el guarda forestal del Ayuntamiento, la Policía Foral o la Guardia Civil, los únicos con capacidad legal sancionadora. Las multas pueden ir desde 30 a 300 euros, además del decomiso de los ejemplares, e incluso, se puede incurrir en responsabilidades penales.
En estos momentos la afluencia del número de personas de fuera ha disminuido, y las críticas no se han hecho esperar. Sus detractores han acusado al Ayuntamiento de que se trata de una simple medida recaudatoria y no de conservación. Sin embargo, según los responsables del Consistorio los gastos de mantenimiento del sistema supondrán un «cierto déficit económico».
Además de estas polémicas medidas, diversas instituciones han puesto en marcha otras iniciativas que tratan de aunar la conservación de este patrimonio natural con el desarrollo de actividades culturales, turísticas o económicas. El proyecto «Micovaldorba», del Gobierno de Navarra, consiste en gestionar de manera sostenible las setas y trufas de Valdorba para el desarrollo de las zonas rurales. La idea ha recibido el premio Best Life de la Comisión Europea.
Por su parte, la Junta de Castilla y León cuenta desde 2001 con tres proyectos, denominados MYAS (Micología Y Aprovechamiento Sostenible), con el objetivo de impulsar la economía local mediante el potencial turístico y gastronómico de las setas. Por ejemplo, varios grupos de acción local se encargan de organizar cursos, exposiciones y excursiones por toda la comunidad. En este sentido, las actividades de turismo rural asociadas a la micología están empezando a desarrollarse por toda España.
En la comunidad andaluza, la Junta ha impulsado el denominado Plan de Conservación y Uso Sostenible de las Setas y Trufas de Andalucía (CUSSTA), para repoblar áreas tradicionalmente agrícolas con encinas micorrizadas con trufa.
Otra curiosa iniciativa son las lonjas micológicas, que empezaron por primera vez en Jimena de la Frontera (Cádiz). Aquí se pueden vender las setas que se han recogido tras pasar un registro sanitario.
Asimismo, algunos expertos hablan incluso de la necesidad de crear un «carné de setero», que garantice que su titular conoce las especies y cómo recolectarlas y consumirlas de manera sostenible.
La sociedad micológica Basozaleak ofrece en su web un decálogo de consejos del “buen aficionado a las setas”. Por su parte, diversos expertos recomiendan una serie de consejos para ir por setas de manera sostenible:
- En caso de duda o desconocimiento, no recoger la seta. Si se quiere estudiar, hay que coger sólo dos ejemplares. Tampoco hay que llevarse ejemplares inmaduros, viejos o agusanados, ni los que se encuentren junto a carreteras, jardines públicos, minas, fundiciones, aeropuertos e incineradoras, porque suelen contener metales pesados.
- Recolectar la cantidad justa, porque es un recurso limitado y vital para el bosque. Además, se trata de alimentos muy perecederos, que no siempre conservan sus propiedades aunque se congelen, por lo que se deben consumir de forma moderada.