Imagínese vivir en un edificio cuya azotea, en vez de de la típica teja, ladrillo o cemento, está cubierta de césped, flores y plantas. En países como Alemania, Gran Bretaña o Estados Unidos son cada vez más numerosas e incluso cuentan con subvenciones para su construcción. Además de transformar la grisácea fisonomía de las grandes urbes, estos espacios verdes de altura ayudan a controlar las emisiones de CO2 y el gasto en electricidad.
El futuro de las ciudades pasa por hacerlas más confortables, sostenibles y ecológicas para sus habitantes. A ello pueden contribuir las «azoteas verdes». Su finalidad estricta es aprovechar las propiedades ecológicas de introducir vegetación en la parte superior de cualquier edificio urbano, aunque los últimos diseños más vanguardistas van más allá con diversos espacios ajardinados, decorativos y de esparcimiento.
Imagen: WalkingGeekEn este sentido, el Jardín Botánico Augustenborgs en Malmö (Suecia), la Biblioteca Pública de Vancouver (Canadá), o el Parque del Milenio en Chicago son algunos de los cada vez más numerosos espectaculares ejemplos de edificios públicos con azoteas ecológicas, aunque tampoco faltan propuestas para inmuebles privados.
Las ventajas de ubicar cubiertas vegetales en la parte superior de los edificios son diversas. La vegetación, además de mejorar la calidad del aire, amortigua el ruido, constituye un sumidero natural de CO2, y posibilita que vuelva la vida animal a las ciudades. Según un estudio elaborado en Canadá, si se cubriera de materia verde tan sólo el 6% de los tejados de Toronto se conseguiría eliminar 30 toneladas de partículas contaminantes de la atmósfera cada año. Asimismo, a la vez que absorben hasta en un 70% el agua de lluvia para su mantenimiento, contribuyen a que las alcantarillas no se saturen.
Estos pequeños vergeles urbanos pueden reducir en verano el consumo de aire acondicionado hasta en un 25% y evitar en invierno pérdidas de calor de hasta un 50%Por otra parte, un trabajo publicado en la revista Bioscience, del Instituto Americano de Ciencias Biológicas, afirmaba que estos pequeños vergeles urbanos controlan la temperatura, de manera que en verano pueden reducir el consumo de aire acondicionado hasta en un 25% y evitar en invierno pérdidas de calor de hasta un 50%. Asimismo, limitan lo que los expertos denominan el efecto de la «isla de calor«, que eleva artificialmente la temperatura de las grandes ciudades.
Por ello, se trata también de un sistema natural de eficiencia energética: Un estudio de la consultora Weston Design para el caso de Chicago, que cuenta con más de 300 de estas azoteas ajardinadas, estima que su ampliación a toda la ciudad permitiría a sus habitantes ahorrarse al año unos 68 millones de euros en energía, el equivalente a la producción de varias centrales térmicas de carbón o un pequeña central nuclear.
Tipos y precios de azoteas ecológicas
La instalación de estos tejados verdes consiste en superponer varias capas sobre la cubierta del edificio, de manera que la estructura del inmueble queda aislada y se dispone de una superficie especial para la plantación y mantenimiento de la vegetación y el drenaje del agua. En cuanto a las especies vegetales seleccionadas, se tiene en cuenta el clima de la ciudad y las características físicas del edificio, aunque las más apropiadas son las de pequeña altura, con un rápido poder de crecimiento y expansión, resistentes a la sequía y con pocas necesidades de mantenimiento.
Asimismo, el desarrollo tecnológico de las últimas décadas ha permitido la construcción de azoteas vegetales muy diversas, tanto en tamaño como en tipo de vegetación y diseño. Así, se puede hablar de sistemas intensivos cuando la profundidad y características de sus capas pueden albergar árboles y arbustos, y de sistemas extensivos con capas delgadas idóneas para flores y hierbas.
En cuanto al precio, los expertos recuerdan que son más caros que los tejados convencionales. Por ejemplo, Roofscapes, una empresa veterana especializada en el diseño e instalación de estas azoteas verdes, cobra por el diseño y la instalación entre unos 1.000 y 2.400 euros por metro cuadrado, tres veces más que lo que cuesta reemplazar un tejado convencional.
No obstante, sus responsables aseguran que estos sistemas duran entre 30 y 40 años, el doble que los tejados normales. Asimismo, los costes se reducen si los vecinos consiguen ponerse de acuerdo para que la misma empresa diseñe e instale estos tejados verdes en varios inmuebles a la vez. Por otra parte, las ayudas que diversas ciudades concienciadas de sus ventajas ofrecen también ayudan a rebajar el precio final. Por ello, cada vez más particulares, y no sólo los responsables de grandes edificios públicos, se decantan por tener un trozo de naturaleza en su tejado.
Imagen: Morris K. Udall FoundationLa idea de tapizar con una cubierta vegetal la parte superior de los edificios ya era utilizada por pueblos como los vikingos y otras civilizaciones antiguas. Algunos expertos apuntan incluso a los jardines colgantes de Babilonia como antecedente remoto de estas instalaciones.
En cualquier caso, los impulsores de los sistemas modernos se sitúan en la década de los años 60 del siglo pasado en varios países escandinavos y de Europa Central, fundamentalmente Alemania. Algunas estimaciones aseguran que en este país el 20% de las azoteas planas están cubiertas con estos sistemas. Por su parte, otros países europeos como Gran Bretaña u Holanda también cuentan con importantes desarrollos.
En Estados Unidos, las ciudades de Portland y San Francisco se consideran las primeras en instalar, en los años 80, estas azoteas ecológicas. Años después, los responsables institucionales de otras grandes ciudades norteamericanas, como Chicago, Nueva York o Washington han ido impulsando su construcción, lo que se ha traducido en diversas ayudas, asociaciones y empresas especializadas. Asimismo, una directiva municipal en Tokio obliga a “convertir en verde” desde 2001 por lo menos el 20% de las azoteas de más de mil metros cuadrados.