El 21 de marzo de 1960 marcó un punto de inflexión en la lucha contra la discriminación racial. Una manifestación pacífica contraria a las leyes de pases del apartheid recorría Sharpeville (Sudáfrica) cuando se abrió fuego contra los manifestantes. Fallecieron 69 personas. En memoria de todas ellas, y de aquellas que continúan luchando contra el racismo, la Organización de las Naciones Unidas celebra cada 21 de marzo el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial. El compromiso es fomentar la integración para poner fin a cualquier muestra de intolerancia por motivos raciales. Un objetivo que comparten los centros de integración de inmigrantes. Cada vez más presentes en España, estos centros ayudan a las personas extranjeras a mejorar su conocimiento de la cultura española -idioma y tradiciones- sin perder sus raíces. Una especie de intercambio cultural para vencer el “miedo a lo desconocido”.
Imagen: Eva Schuster
El enriquecimiento cultural es la pieza básica de la integración. Una llave maestra de doble giro que permite a la población inmigrante mantener sus raíces, a la vez que se familiariza con las tradiciones del país de acogida. En España, casi cuatro millones de personas extranjeras cuentan con certificado de registro o tarjeta de residencia en vigor. Los grupos mayoritarios proceden de Marruecos (648.735), Rumania (603.889), Ecuador (395.808), China (119.859), Ucrania (62.409) y Pakistán (36.384). Ciudadanos y ciudadanas de lugares muy dispares que, sin embargo, al llegar a España comparten un rasgo común: el choque cultural.
Cada país cuenta con unas tradiciones que le definen. Idioma, folklore o costumbres conforman unos rasgos culturales que pueden ser fuente de conflicto cuando se desconocen. Para evitarlo, en los últimos años se han puesto en marcha en España los centros de integración de inmigrantes. Estas instalaciones están abiertas tanto a población extranjera como española. Quienes acuden a ellas participan en actividades de sensibilización, tienen la oportunidad de conocer las tradiciones de la población inmigrante y pueden compartir, al mismo tiempo, los rasgos que definen a la cultura española. «Ayudamos a fortalecer e incentivar la integración, la interculturalidad y la convivencia entre la sociedad de origen y de destino», subraya el director del Centro Hispano-Ecuatoriano de Madrid, Pedro Casado.
«Ayudamos a fortalecer e incentivar la integración, la interculturalidad y la convivencia entre la sociedad de origen y de destino»
Este centro desarrolla programas dirigidos especialmente a jóvenes para que «Ecuador conozca España y España conozca Ecuador», plantea diferentes actividades relacionadas con la vivienda y el empleo, dispone de un servicio de atención psicológica, jurídica, laboral y social, y está equipado con biblioteca, sala de Internet, sala de usos múltiples -para reuniones, conferencias, cursos, seminarios o jornadas-, además de un salón de actos en el que se pueden proyectar películas. En total, el centro, que abrió sus puertas el 4 de junio de 2006, atiende cada mes a unas 1.200 personas, «a pesar de que empezamos con unas 300», añade Casado.
Cursos y talleres gratuitos
Los centros de integración de inmigrantes organizan cada mes un programa completo de cursos y talleres. Todas las actividades son gratuitas y abiertas a quienes lo deseen. El único requisito es formalizar la ficha de preinscripción. Lo habitual es que la mayoría de los participantes sean personas extranjeras, «puesto que los españoles tienen acceso a una red social más amplia», aclara Casado, pero el objetivo es conseguir una mezcla de nacionalidades. De hecho, en época de vacaciones, se llevan a cabo campamentos urbanos en los que niños de orígenes diferentes comparten horas de juego, excursiones y diversión en el centro. «Apostamos por el reconocimiento cultural», recalca la responsable del Centro Hispano Marroquí, Janeth Morales.
En el Centro Hispano Marroquí, las clases de lengua árabe comparten espacio con las teterías y la proyección de películas en versión original
Uno de los objetivos prioritarios de este centro es la promoción de la cultura marroquí en particular y la árabe, en general. Para ello, se imparten clases de lengua árabe y cultura marroquí, que comparten espacio con teterías, salas de lectura, proyección de películas en versión original y grupos de intercambio de idiomas. Otras acciones se dirigen a apoyar el asociacionismo para fomentar la participación en la vida social y vecinal. En este sentido, se priorizan las actividades en el medio escolar para prevenir situaciones de conflicto entre los más pequeños.
La cultura árabe también encuentra un aliado en el Centro Cultural Islámico de Valencia (CCIV), que busca estrechar los lazos de amistad entre musulmanes y españoles «convencidos del enriquecimiento que conlleva una sociedad multicultural basada en el respeto y conocimiento mutuo». Las actividades son accesibles a todas las personas «sin importar género, etnia, nacionalidades, ideologías o creencias», según explican desde esta institución. Estas actividades incluyen desde cursos de formación para facilitar la integración laboral, hasta biblioteca y servicios de atención y asesoramiento.
Cuando una persona acude a un centro de integración, lo hace movida por un interés: encontrar respuesta a las incógnitas que se plantean en la vida cotidiana. Por ello, una de las actividades más solicitadas son los cursos de lengua y cultura española. En ellos, se enseña a las personas a desenvolverse en situaciones tan habituales como acudir a una entrevista de trabajo, la consulta del médico o el banco.
Los cursos de lengua española están dirigidos a adultos, mientras que los niños pueden recibir clases de apoyo escolar
Son talleres previstos para personas adultas de origen extranjero, puesto que los jóvenes aprenden el idioma en el colegio. No obstante, para los más pequeños se organizan aulas de apoyo escolar por las tardes e, incuso, los sábados por la mañana.