No es casualidad que las entidades ofrezcan con insistencia tarjetas de crédito, incluso con ofertas especiales y con puntos para viajes y compras. No se trata sólo de la cantidad fija anual que cobran al usuario por la posesión de cada tarjeta, sino que, además, las entidades financieras cuentan en sus cálculos con los intereses nada despreciables que les proporcionará un retraso en los cobros. Por este motivo, entre otros muchos, es importante ser precavido con la contratación y uso de las tarjetas de crédito, ya que, aunque son un buen instrumento para hacer numerosos pagos, su utilización puede suponer también un gasto extra que puede salir muy caro.
Las tarjetas de crédito permiten distintas modalidades de pago:
Pasar todos los cargos a primeros del mes siguiente al que se han realizado los pagos: cuando se hace así, y se tienen fondos suficientes en la cuenta corriente para hacer frente al cobro, sólo se abona lo que se ha gastado, sin cargos ni intereses adicionales. Si se tiene establecido este sistema, por el que cada mes se debe pagar todo cuanto se haya gastado, los intereses que cobra una entidad financiera aparecerán sólo si no se paga la cantidad adeudada en el plazo que corresponde. En este caso, lo primero que hace el banco es bloquear la tarjeta para que su titular no pueda gastar más, y empieza a cobrar intereses hasta que haya de nuevo dinero suficiente en la cuenta corriente para abonar la deuda.
Las tarjetas de crédito «revolving»: permiten pagar cada mes una cantidad de lo que se debe, que puede ser una cuota fija o un porcentaje del total que se adeuda. Se trata de un sistema cuyos intereses -calificados como «leoninos» – muy superiores a los de un préstamo personal, ya que oscilan entre un 11% y un 25%. En realidad, es un modo de sustituir a los préstamos al consumo, ya que se puede contar para lo que se quiera con el dinero para el que la tarjeta permite aplazar el pago. La cantidad puede oscilar entre los 600 y los 6.000 euros, lo que significa que se puede llegar a deber una cantidad de hasta 6.000 euros, que se irán pagando poco a poco. Pero no hay que perder de vista que tal cantidad irá aumentado a medida que pasan los meses, por lo que es posible encontrarse con que un año después se debe un 15%, un 20% e incluso un 25% más.
Uso racional de la tarjeta
Algunos consumidores no se distinguen por utilizar de manera racional las tarjetas de crédito; de modo inconsciente determinadas personas las consideran como «un pozo sin fondo», ya que continúan dando dinero aunque no se posea en realidad. Esta actitud provoca que las deudas de los usuarios aumenten, poco a poco, mientras siguen gastando. Las facilidades que dan los bancos animan aún más a sus clientes, y es fácil que muchos acaben endeudados en poco tiempo y deban a su entidad elevadas sumas de dinero, bien a través de tarjetas de crédito o de créditos personales.
La Nueva Visa Barclaycard, por ejemplo, permite pagar mensualmente un 3% del saldo que se adeuda, con un interés del 14,9% anual. Si se elige la modalidad de pagar a final de mes, los primeros 59 días no se cobran intereses. Las compras superiores a 500 euros tienen un interés del 9,9% anual. Cada cliente debe negociar con la entidad el límite de crédito que se le permite. Para poder pedirla, hay que contar con unos ingresos mínimos de 25.000 euros anuales. Por su parte, la Barclaycard Oro ofrece la posibilidad de endeudarse hasta los 30.000 euros. El pago mínimo mensual es del 3,5% del dinero de que se ha dispuesto. Tampoco cobra intereses si se paga todo lo que se debe en un máximo de 59 días. Además, una nueva tarjeta -que busca especialmente captar el mercado de inmigrantes latinoamericanos-, la Visa Latino, permite disponer de un límite de crédito de 6.000 euros y, al igual que las anteriores, ofrece la posibilidad de pagar cada mes un mínimo del 3,5% de lo que se adeuda.
No endeudarse en exceso y controlar el gasto, no obstante, es posible. Para ello, una buena idea, especialmente en épocas de crisis económica en la que tan fácil resulta «tirar» de tarjeta, es limitar las compras a crédito y adquirir los productos sólo cuando se tenga el dinero suficiente para hacerlo en efectivo.
Comportamiento habitual
El control de los gastos, sin embargo, no es moneda común, y las deudas llegan con más frecuencia de la deseada. Una circunstancia que, como es de suponer, no se limita a España. En algunos países, como Gran Bretaña, se han tomado incluso medidas drásticas como limitar el número de tarjetas de crédito por persona, hasta un máximo de seis, ante el elevado grado de endeudamiento personal. Y es que muchos usuarios cuentan con distintas tarjetas, con las que gastan hasta que no se les permite más. Luego, comienzan a gastar con otra tarjeta, hasta que sucede lo mismo… Mientras tanto, lo más probable es que hayan devuelto una parte de la deuda de la primera tarjeta, con lo que volverán a poder gastar con ella, hasta que devuelven una parte de la deuda que han contraído con la siguiente.
En caso de contar con varias tarjetas, muchos clientes pueden continuar con este sistema durante un tiempo indefinido, hasta que la deuda es tal que se les hace insoportable, porque cada tarjeta les cobrará un mínimo mensual. Esta situación puede tardar años en salir a la luz, pero el problema es que el día en que se llegue a la deuda máxima que se puede contraer con los bancos, será también el momento en que no se conceda más crédito con las tarjetas. Así, la deuda seguirá subiendo, y el dinero que se ingresa servirá principalmente para pagar lo que se debe. Para evitar tal circunstancia, es posible contratar tarjetas de crédito que se bloquean y no se pueden utilizar si no se paga a tiempo toda la deuda que se ha contraído con ellas.
Este comportamiento respecto al gasto de dinero es más habitual de lo que pueda parecer, según afirma el profesor estadounidense Dan Ariely, quien en su libro «Las trampas del deseo», previene contra el riesgo de que un comportamiento irracional lleve a realizar gastos por cantidades de las que en realidad no se dispone, y que se tendrán que pagar más adelante. Según afirma, muchas personas no calculan lo que están gastando y se encontrarán con deudas acumuladas muy altas. El experto sostiene, además, que muchas de las decisiones económicas que toman a diario los consumidores no se basan en una reflexión lógica sobre su situación económica real.
Para calcular lo que se va a pagar en intereses con una tarjeta de crédito, es preciso conocer su T.A.E. (Tasa Anual Equivalente), que indica cuánto se abonará por las demoras en el pago. Este indicador incluye no sólo los intereses que deben adeudarse en caso de retraso en los pagos, sino también los gastos y las comisiones bancarias. No son pocas las ocasiones en las que el banco sólo indica la T.A.E. mensual de las tarjetas, por lo que se debe multiplicar esa cantidad por doce para saber cuánto se cobra al año; es un cálculo que no hay que dejar de hacer en ningún caso, porque el interés anual es el que realmente cuenta.
La T.A.E. ronda el 18% anual como media. Así, cuentan con unos intereses del 18,9% tarjetas como Visa Avant Card, la Gold Credit de American Express, la Avant Card Oro de Visa, la Platino de Visa, y las MasterCard España Bandera, Mediterránea y España Toro, además de la Woman Classic de Visa. Otra tarjeta, como la Visa ING, cobra un 12% de intereses, mientras que, en el otro extremo, la Gold Credit de American Express tiene un interés del 21,95%.