Los contenedores soterrados para residuos sólidos urbanos (RSU), también conocidos como “islas ecológicas”, son cada vez más utilizados en los municipios españoles. Sus defensores destacan que se trata de un sistema limpio y eficaz de gestionar las basuras y que fomenta el reciclaje entre los ciudadanos. Sin embargo, sus detractores recuerdan los fallos que tiene en la práctica y que en realidad sirve para ocultar el problema de los residuos en España.
Las islas ecológicas permiten a los ciudadanos depositar sus basuras domésticas en contenedores estancos ubicados bajo tierra, liberan espacio y evitan el impacto visual de los contenedores de superficie.
Según sus defensores, el sistema no requiere unas elevadas inversiones, sobre todo si se compara con la recogida neumática, y, por sus características, es una solución interesante para zonas con poco espacio y de difícil integración. Por ello, cada vez más ciudades españolas instalan en sus calles estos contenedores, especialmente en zonas turísticas, peatonales, comerciales o en cascos históricos.
Las islas ecológicas suelen incorporar varios «buzones» para el vertido selectivo de los residuos, normalmente vidrio, plásticos, papel, basura orgánica e incluso pilas. Por ello, sus responsables afirman que contribuyen al aumento del reciclado selectivo, siempre que se cuente con una adecuada implicación de los servicios municipales y los ciudadanos.
Asimismo, este sistema presenta más ventajas, según sus impulsores: no requiere reparaciones ni mantenimiento, salvo su correcta limpieza; reduce gastos de recogida al disminuir las frecuencia de vaciado; evita el abandono de bolsas de basura fuera de los contenedores; duplica la capacidad del contenedor, ya que el propio peso de los residuos produce una compactación automática; evita malos olores y la propagación de plagas urbanas; su construcción hermética impide el contacto de la basura con el subsuelo; aprovecha la flota de camiones de recogida existente; y el diseño de los buzones es muy accesible, incluso para niños y minusválidos.
Inconvenientes y críticas
En teoría, si están bien diseñadas y sólo reciben residuos conformes a la ley (porcentajes mínimos de materia orgánica, recogida de lixiviados, emplazamiento e impermeabilización correctos, etc.) las islas ecológicas no deben presentar problemas.
Cada vez más ciudades españolas instalan en sus calles estos contenedores, especialmente en zonas turísticas, peatonales, comerciales o en cascos históricosSin embargo, la práctica parece diferente, a tenor de las críticas de diversos usuarios y expertos. Algunos ciudadanos y hosteleros de ciudades en las que se emplea el sistema se han quejado de la falta de regularidad en la retirada de los desechos o de la limpieza de los contenedores, el pequeño tamaño de la boca de los buzones o los contenedores o la falta de algunos tipos de contenedores selectivos. Por ello, aseguran, las islas ecológicas acaban desbordadas, las basuras se quedan en el exterior, desprenden malos olores, y permiten la proliferación de insectos o roedores.
Desde la Asociación Técnica para la Gestión de Residuos y Medio Ambiente (ATEGRUS) se asegura que los contenedores soterrados mejoran la situación al ser menos visibles pero, al no hacerse el esfuerzo de levantar la tapa para depositar las basuras, se suelen crear pilas de residuos alrededor de los buzones.
En Ecologistas en Acción afirman que, si bien liberan sitio en la calle y quedan más bonitos, luego es más difícil y caro recoger la basura y mantenerlos limpios. Asimismo, aseveran, es una manera más de esconder bajo la alfombra el problema de los residuos en España, porque los ciudadanos tienen menos conciencia del grave inconveniente que suponen.
Por otra parte, añaden, la Administración tampoco realiza campañas de concienciación y prevención, y los impuestos de basuras no reflejan el verdadero coste de su gestión, por lo que es muy difícil que los ciudadanos se den cuenta de lo importante que es producir menos residuos y de lo caro que cuesta.
Los Verdes también critican el propio sistema de recogida, ya que se utilizan grandes camiones de gasoil, con sus correspondientes ruidos y emisiones perjudiciales, y dudan de la seguridad de los contenedores.
Imagen: CONSUMER EROSKILas islas ecológicas suelen consistir en un foso de hormigón bajo tierra donde se ubica una estructura metálica que albergará el o los contenedores, conectados a la superficie con los buzones de carga por donde se tira la basura. Posteriormente, el camión de recogida de residuos procede a extraer su contenido, cuyo método puede ser de forma trasera o lateral, y puede incluir un elevador hidráulico que facilita su extracción.
Diversas empresas ofrecen en la actualidad varios modelos de islas ecológicas, con sistemas que tienen desde uno a cuatro contenedores, dependiendo del tipo de recogida selectiva que se quiera realizar. Asimismo, los buzones exteriores pueden variar en tamaño y color, para adaptarse mejor al entorno y al tipo de residuo. La versión más moderna y sofisticada es una plataforma soterrada que sube y baja con los contenedores para su sustitución, vaciado y limpieza e incluso puede contar con un compactador.