“Bibliotecas accesibles para todos”. Así se titula un nuevo manual editado por el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO), en coordinación con otras entidades que trabajan con personas con discapacidad y personas mayores. La publicación contempla a estos centros como “instituciones claves” para una integración real y aporta pautas de diseño y accesibilidad para construir edificios amables. Sin barreras. “El libro y la lectura han de estar al alcance de todos”, reclama.
Imagen: gary tamin
Para que una biblioteca sea accesible ha de carecer de barreras físicas y facilitar el acceso a la documentación, los bienes y los servicios. «El libro y la lectura han de estar al alcance de todos y no debe existir ninguna barrera para ello». Ésta es la máxima de la que parte el manual «Bibliotecas accesibles para todos: Pautas para acercar las bibliotecas a las personas con discapacidad y a las personas mayores», una publicación editada por el IMSERSO con la ayuda del Centro Estatal de Autonomía Personal y Ayudas Técnicas (CEAPAT), el Ministerio de Educación, Política Social y Deporte, el Centro Español de Documentación sobre Discapacidad (CEDD), la Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE) y la Fundación ONCE, entre otros. Cada entidad ha aportado su experiencia para elaborar un manual completo, que recoge un listado de propuestas para que las bibliotecas y los documentos sean accesibles para todas las personas.
Accesibilidad Universal
La publicación, que hace especial hincapié en las bibliotecas públicas, subraya el fuerte componente social, educativo y cultural de estos edificios. Los considera «instituciones claves» para que la integración de las personas con discapacidad y las personas mayores sea una realidad. En concreto, aboga por los conceptos de accesibilidad universal y diseño para todos: «La condición que deben cumplir los entornos, procesos, bienes, productos y servicios, así como los objetos o instrumentos, herramientas y dispositivos, para ser comprensibles, utilizables y practicables por todas las personas en condiciones de seguridad y comodidad y de la forma más autónoma y natural posible».
No se buscan entornos específicos, sino espacios comunes que puedan ser utilizados por todos los ciudadanos
Se busca la normalización, el acceso sin barreras. No se pretenden entornos específicos para personas con discapacidad o personas mayores, sino espacios comunes que puedan ser utilizados por todos los ciudadanos y ciudadanas. Cualquier persona tiene derecho a desenvolverse en cualquier actividad de la vida diaria con autonomía. Sin obstáculos. «Por ello -recalca el manual-, para que una biblioteca sea accesible tiene que cumplir las normas físicas de acceso que la ley establece», pero también debe facilitar el acceso a la documentación, los bienes y los servicios, «además del comportamiento y las actitudes de las personas que interactúan en el mismo espacio».
Edificio y equipamiento
Uno de los factores que más preocupa a la hora de diseñar o mejorar la accesibilidad de los edificios es cómo hacerlo. La respuesta está en los propios usuarios: «Escuchando sus necesidades y teniendo en cuenta sus circunstancias». Las pautas básicas pasan por eliminar las barreras arquitectónicas, atender al mobiliario y analizar el espacio.
Hay que diseñar los edificios «escuchando las necesidades de los usuarios y teniendo en cuenta sus circunstancias»
El edificio debe ubicarse en un emplazamiento cercano a medios de transporte públicos e itinerarios peatonales que garanticen la accesibilidad desde las paradas. Si además la biblioteca dispone de aparcamiento, éste debe reservar plazas para vehículos de personas con movilidad reducida. Por su parte, el acceso al edificio debe realizarse, preferentemente, a cota cero, con rampas para salvar desniveles, puertas automáticas y una zona de paso suficiente para permitir la entrada de personas en silla de ruedas o con muletas.
En el interior, han de localizarse puntos de información bien señalizados; las dimensiones de los pasillos deben permitir una circulación fluida; conviene que las manillas se accionen mediante presión o palanca; el pavimento no debe producir brillos ni sensación de deslizamiento; los ascensores tienen que contar con puertas automáticas, y los aseos han de estar adaptados.
En cuanto al mobiliario, preocupan sus dimensiones, ubicación y distribución para atender a usuarios de diferente edad, altura (personas de talla baja), volumen corporal, equilibrio postural, potencia muscular y destreza. Se recomienda que los primeros 40 centímetros de cada estantería -desde el suelo- sean diáfanos, el uso de percheros tipo garfio y taquillas con un hueco en la parte inferior para no impedir la aproximación con una silla de ruedas. Además, hay que contemplar las necesidades específicas de las personas con discapacidad auditiva, visual, táctil o cognitiva. Las leyes de accesibilidad de cada comunidad autónoma y la Ley 51/2003, de igualdad de oportunidades no discriminación y accesibilidad universal de las personas con discapacidad, son dos normas fundamentales que se deben cumplir.
“El Código Da Vinci” en braille consta de seis volúmenes de 31 centímetros de altura y 30 centímetros de grosor
El formato tradicional de los libros, revistas y demás publicaciones ocasiona a veces problemas de accesibilidad. Los documentos en formatos adaptados son un añadido a los fondos de cualquier biblioteca, pero son todavía escasos. La falta de espacio es un obstáculo a la hora de adaptar estos materiales. Se necesitarían kilómetros de estantería para almacenarlos. “El caso quizá más significativo sea el de las obras en sistema braille”, reconoce el manual del IMSERSO. Como ejemplo, cita “El Código Da Vinci”, que en una de sus ediciones impresas consta de 557 páginas en un único volumen de 23 centímetros de altura y unos 5 centímetros de grosor. “Esa misma obra en sistema braille -explica- consta de seis volúmenes de 31 centímetros de altura y 30 centímetros de grosor, aproximadamente”. Por otro lado, la falta de recursos tampoco favorece la adaptación de materiales. En España, el único productor de libros en sistema braille es la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE), incapaz de responder por sí sola a la demanda de todas las bibliotecas.
Una alternativa son las grabaciones en formato digital o audiolibros, que ocupan menos espacio y pueden ser utilizados por personas con distintos tipos de discapacidad. En este caso, el empleo de diferentes soportes debe estar planificado para seleccionar documentos que respondan a criterios de diversidad y posible demanda. Otro factor interesante es la incorporación de documentos que traten sobre discapacidad o en los que aparezcan personajes con alguna discapacidad. Estos documentos deben estar dirigidos al público en general, como labor de sensibilización.
Algunas bibliotecas públicas han comenzado a poner en práctica estas pautas de accesibilidad. Mediante experiencias concretas o iniciativas particulares, se han conseguido logros que, en el futuro, deberían “incorporarse en la planificación estratégica del centro, de manera que las actividades realizadas se conviertan en la práctica habitual”.
Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid. Este centro se preocupa por dar respuesta a la accesibilidad de los usuarios, pero también del personal con discapacidad que trabajan en la biblioteca. Para ello, se han resuelto las barreras arquitectónicas, tecnológicas y de comunicación a las que tienen que hacer frente cada día estos profesionales.
Biblioteca Sant Pau-Santa Creu. En el Barrio del Raval, en Barcelona, este centro destaca por su colaboración con el Taller Sant Jordi de Formación Ocupacional para facilitar el uso activo de los servicios bibliotecarios por parte de usuarios con discapacidad intelectual. El taller atiende a personas adultas con un grado de minusvalía superior al 65%.
Biblioteca pública de Zaragoza. Se ha esforzado en mejorar la accesibilidad de personas con deficiencia visual. Cuida aspectos relativos a la señalización, iluminación y eliminación de obstáculos, dispone de tres puestos informáticos adaptados y uno exclusivo, y ha habilitado un centro de interés compuesto por impresos en letra grande y audiolibros.
Biblioteca del Forum Metropolitano. En A Coruña, cuenta desde 2003 con un servicio de atención a personas con discapacidad auditiva. Además, ha adaptado la señalización de los fondos, la indicación de servicios, tiene intérprete de lengua de signos, señales luminosas, pantallas de texto y envío de mensajes de texto a teléfonos móviles.