Nuevos profesores y compañeros, un horario más amplio y mayores exigencias académicas son algunos de los cambios a los que se deben enfrentar los miles de alumnos que cada año comienzan la etapa de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) en nuestro país; unos cambios que además se dan en un momento clave del desarrollo psíquico y físico del estudiante: la entrada en la adolescencia. Durante esta etapa, más que en ninguna otra, es fundamental el apoyo y colaboración de las familias para contribuir al éxito escolar de sus hijos.
Imagen: Marta
El itinerario académico de los escolares españoles está marcado por la evolución entre las distintas etapas formativas que conforman el sistema educativo en nuestro país: Infantil, Primaria y Secundaria. La transición entre estas etapas genera evidentemente significativos cambios tanto en la organización escolar como en el desarrollo académico de los alumnos, provocando en muchos casos situaciones de intranquilidad o incertidumbre entre las familias ante el modo en que sus hijos se adaptarán a los nuevos retos en su educación; sobre todo, en el paso de la etapa de Educación Primaria a Secundaria, donde los cambios escolares son más relevantes y se combinan además con la transición en el desarrollo del niño a la adolescencia.
El alumno se incorpora a la Educación Secundaria Obligatoria en el año natural en que cumple 12 años (13 si ha repetido algún curso en Primaria) y tras haber cursado los seis niveles de Educación Primaria. Estructurada en cuatro cursos, la finalidad de la ESO consiste en lograr que todo el alumnado adquiera los elementos básicos de la cultura, especialmente en sus aspectos humanístico, artístico, científico y tecnológico, desarrollar y consolidar en él hábitos de estudio y de trabajo, prepararle para su incorporación a estudios posteriores y para su inserción laboral y formarle para el ejercicio de sus derechos y obligaciones en la vida como ciudadanos.
Los cambios en Secundaria
Después de toda una etapa en el mismo centro, habituados a los mismos profesores y a los mismos compañeros durante seis años consecutivos, sintiéndose además durante el último año en la situación privilegiada que supone ser considerados los «mayores» del colegio, los alumnos que comienzan la ESO pasan a ser unos extraños en un nuevo ambiente, los «pequeños» en un nuevo centro en el que deben convivir con estudiantes de hasta 18 años, todo un reto para estos preadolescentes de tan sólo 12 años, que deberán adaptarse de la mejor manera posible a los principales cambios que conlleva esta nueva etapa educativa:
Cambio de centro escolar: mientras que las etapas de Infantil y Primaria se imparten en el sistema público de enseñanza español en los Centros de Educación Infantil y Primaria (CEIP) o Centros de Educación Primaria (CEP) la ESO se imparte en los Institutos de Educación Secundaria (IES), generalmente adscritos a los anteriores. Este cambio conlleva una mayor libertad de movimientos al alumno, ya que el control del profesorado no es tan férreo como puede ser en Primaria y se otorga mayor independencia al estudiante.
Cambio de profesores y compañeros: el cambio de centro implica el encuentro con un nuevo claustro de profesores y en muchos casos, nuevos compañeros de clase. Además, el alumno se adentra en una etapa de «mayores» donde el resto de alumnado tendrá una edad comprendida entre los 12 y los 18 años.
Cambios académicos: en el plano académico la etapa de Secundaria está marcada por un aumento de las asignaturas que debe cursar el alumno así como una ampliación del horario, que pasa de 25 a 30 horas semanales. Asimismo, hay que tener en cuenta que el nivel de exigencia al alumno durante esta etapa se incrementa a medida que van avanzando los cursos y por tanto el trabajo y el rendimiento del estudiante debe ser más intenso que en la etapa anterior.
Que el alumno se adapte correctamente a estos cambios puede ser determinante en el éxito o fracaso escolar durante esta etapa educativa y consecuentemente en el posterior paso del estudiante a niveles educativos superiores. Por eso, el papel que deben desempeñar las familias durante el primer año de Secundaria no debe estar relegado a la mera observación, sino que debe ser participativo y activo de modo que facilite, dentro de la independencia que se le debe dar al alumno en estas edades, su adaptación e integración tanto social como académica. Estos son algunos consejos que los profesionales de la educación y orientación recomiendan a los padres y familias de estudiantes que se incorporan a la etapa de Secundaria para ayudarles a que la transición sea más fácil: