El especialista en población del Banco Mundial John May lanzaba en abril un mensaje de alerta sobre el ritmo de crecimiento en el continente africano: dos veces más rápido que el de otras regiones del mundo. Haciendo cuentas, el cálculo concluye que la población de África se duplicará antes de 2036, una «explosión demográfica» especialmente preocupante en África subsahariana. En esta zona, la población crece a un ritmo de 2,5% cada año, «en comparación con la tasa de 1,2% de América Latina y Asia», advertía.
Detrás de este aumento parecen estar la disminución en la mortalidad infantil y las altas tasas de fecundidad: «Las mujeres africanas tienen en promedio 5,5 hijos en el transcurso de su vida, excepto en el sur de África», recalca May. La situación supone un desafío. En ocasiones, los recursos son escasos para atender a toda la población, que exige un aumento de la inversión destinada a educación o salud para atender a los menores y a sus madres. «Los embarazos precoces, tardíos o frecuentes influyen negativamente en la salud», subraya.
Obstáculos a la planificación
Los programas de planificación familiar ayudan a contener el número de nacimientos, tal como marca la experiencia en otras regiones del mundo. En Asia y América Latina, por ejemplo, se ha conseguido reducir la fecundidad en cerca de un hijo por mujer. Un objetivo similar se pretende para África. De hecho, conscientes de las consecuencias del crecimiento de la población, los propios países africanos han comenzado a interesarse por posibles soluciones.
En esta tarea, el Banco Mundial recopila datos estadísticos y analiza la situación particular de cada zona. Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), unos 120 millones de parejas no usan métodos anticonceptivos, a pesar de que les gustaría retrasar o limitar los embarazos, mientras que muchas mujeres quedan embarazadas a pesar de utilizarlos. Por el contrario, otras parejas que quieren tener hijos son estériles o no lo consiguen nunca.
Las barreras sociales, familiares o individuales pueden disuadir a muchas mujeres dispuestas, en principio, a participar en estos programas
En definitiva, los principales obstáculos a los servicios de planificación familiar son, según la OMS, la falta de estos servicios o las barreras para el acceso a los mismos, la baja calidad de los servicios en marcha -falta de información o infraestructura necesaria para el reparto de material-, limitación en los recursos, miedo a utilizar los métodos propuestos y barreras sociales, familiares o individuales, que pueden disuadir a muchas mujeres que, en condiciones normales, estarían dispuestas a participar en estos programas.
El informe del Banco Mundial «Cuestiones de población en el siglo XXI» afirma que los países pobres, los donantes adinerados y los organismos de ayuda «están perdiendo de vista la utilidad de los anticonceptivos, la planificación familiar y otros programas de salud reproductiva para el proceso de desarrollo». En sus conclusiones, mantiene que estos programas ayudan a promover el crecimiento económico y rebajar las altas tasas de natalidad, «fuertemente vinculadas con la pobreza endémica, la educación inadecuada y las elevadas cifras de muertes maternas e infantiles». A la vez, reconoce que la modificación del comportamiento en los hogares es «esencial» para fomentar el uso de programas de planificación familiar.
Salvar a mujeres y niños
La celebración de la Reunión de Alto Nivel sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), el pasado jueves en Nueva York, se clausuró con el compromiso por parte de los líderes mundiales asistentes para intensificar el apoyo al Objetivo 5, Mejorar la salud materna, «el ODM que peores progresos está registrando». El compromiso se establece a largo plazo, cinco años, para ayudar a los países con peores tasas a fortalecer sus sistemas de salud en este tiempo.
La meta se centra en conseguir que todos los embarazos sean deseados y todos los partos, seguros. Para ello, el trabajo conjunto incluirá estimaciones sobre las necesidades y costos de los planes nacionales para movilizar «con rapidez» los recursos necesarios, ampliación de los servicios de salud de calidad y del personal cualificado, y lucha contra los obstáculos financieros. Además, se buscarán facilidades para el acceso a la educación, especialmente en el caso de las niñas, y se combatirán los matrimonios prematuros y el embarazo de adolescentes.
Si hay un país que preocupa especialmente, ése es Níger. Encierra la tasa de fecundidad más alta del mundo: 7,1 hijos por cada mujer. De hecho, el Banco Mundial ya ha preparado un proyecto demográfico multisectorial en el país, mientras que el Gobierno ha creado el Ministerio de Población y ha solicitado la ayuda de la Asociación Internacional de Fomento. Níger también es uno de los 75 países prioritarios para el Departamento Reducir los Riesgos del Embarazo (MPS- Making Pregnancy Safer) de la Organización Mundial de la Salud y las mujeres nigerianas tienen una probabilidad entre siete de morir por causas relacionadas con el embarazo. En Suecia, esa probabilidad es de una entre 17.400.