Comercio justo es sinónimo de precio justo, transparencia, condiciones laborales dignas, respeto al medio ambiente, igualdad de género… Es una relación comercial que, además de tener en cuenta el valor productivo de lo que se fabrica, respeta el valor social y medioambiental. Por ello, el objetivo es extender estos estándares a la mayoría de productos posible. Alimentación, artesanía o papelería son los sectores que tradicionalmente han ofrecido una oportunidad al comercio justo, pero hace varios años que el consumo textil responsable comenzó también a despuntar. A la ropa ecológica se suma la ropa justa, que comparte buena parte de los principios que definen la primera, pero hace mayor hincapié en alcanzar una relación comercial equitativa entre compradores y productores.
A veces, creer que las cosas valen el precio que se paga por ellas resulta cuestionable. La semana pasada lo volvió a recordar la Coordinadora Estatal de Comercio Justo (CEJC), que organizó una jornada de sensibilización en colaboración con la Agencia Española de Cooperación y Desarrollo (AECID). La iniciativa consistió en regalar camisetas con el lema «No olvides el valor de las cosas». Fue el acto central de la campaña ‘La rebelión de los productos. Ya es hora de que sepas lo que compras’, una propuesta que pretende concienciar a los consumidores sobre su responsabilidad «a la hora de ir de compras».
Algodón orgánico «limpio»
Hasta el momento, la campaña ha centrado su atención en tres productos: el cacao, el mueble de madera y la camiseta de algodón. En el caso de este último, recuerda que es uno de los cultivos más importantes en el mundo, ya que 125 millones de personas dependen de él. Sin embargo, advierte, «podía tener un lado sucio y oscuro que afecta a millones de agricultores y trabajadoras textiles de países empobrecidos». Como solución, propone la compra de textiles procedentes de transacciones de comercio justo. Estos productos se distinguen porque en la etiqueta «los fabricantes que respetan los derechos laborales y medioambientales suelen indicarlo». En cuanto al precio, el coste medio oscila entre 10 y 40 euros, una cifra que ha facilitado que «la demanda de productos textiles fabricados con algodón Fairtrade no haya parado de crecer» en los últimos años, según la federación que une las iniciativas nacionales del Sello de Comercio Justo Fairtrade (Fairtrade Labelling Organizations Internacional, FLO).
En el plano medioambiental, el comercio justo aboga por reutilizar la ropa, ya sea regalándola o comprando prendas de segunda mano, y utilizar algodón orgánico. Según datos de la campaña, cerca del 23% de los insecticidas que se utilizan en el mundo están destinados al cultivo del algodón convencional, «con los consiguientes efectos contaminantes en la tierra y el agua».
Los fabricantes que respetan los derechos laborales y medioambientales suelen indicarlo en la etiqueta
Desde Intermón Oxfam (IO) se anima también a adquirir camisetas de algodón ecológico. La ONG cuenta con un catálogo exclusivo de este tipo de productos que, con el sello Skal y Eco Cert, defienden el respeto a los derechos humanos, la igualdad de género y, por supuesto, el comercio justo. Las camisetas son elaboradas en India por la organización Rajlakshmi, que proporciona educación y asistencia médica gratuita a las familias productoras, y serigrafiadas por el Centro Andaluz de Integración Laboral Unificada, compuesto por mujeres que han sufrido violencia de género y persiguen su integración laboral y social. También Solidaridad Internacional dispone de un catálogo de ropa con gran variedad de camisetas de algodón ecológico, en diversos colores, modelos y tallas.
Otros productos
Además de camisetas, la moda textil de comercio justo abarca otras prendas como faldas, pantalones, vestidos o camisas. La organización IDEAS (Iniciativas de Economía Alternativa y Solidaria) tiene a la venta más de medio centenar de productos clasificados por género y edad.
Por su parte, la propuesta de Creative Handicrafts, en India, se apoya en la confección de prendas que garantizan los derechos laborales de quienes las elaboran y utilizan técnicas respetuosas con el medio ambiente. Esta organización combate la explotación laboral femenina e infantil mediante centros de autoempleo. En ellos se fabrican bolsos, manteles, colchas, objetos decorativos, prendas de vestir o muñecos. La organización desarrolla un programa de formación para mujeres que habitan en las comunidades de slums (barrios de chabolas ilegales) y a las que se enseña a producir artículos textiles «de elevada calidad hechos a mano».
Las entidades de comercio justo aseguran que los trabajadores textiles ven violados sus derechos a menudo a favor del incremento de la producción y los beneficios. Denuncian la estacionalidad, inseguridad laboral y salarios mínimos a los que se enfrentan, además de problemas de salud por el uso de sustancias químicas peligrosas y la falta de higiene en los centros de trabajo. «En la India, más de 400.000 niñas y niños trabajan en las plantaciones algodoneras en condiciones infrahumanas», cifra IDEAS.
La Campaña Ropa Limpia (CRL) desarrollada por SETEM propone la implantación de códigos de conducta como listas de estándares de trabajo. Asegura que en la actualidad varias empresas cuentan ya con estos códigos, aunque, “por regla general”, no se cumplen. El objetivo de la campaña es, por este motivo, informar sobre el contenido de los códigos existentes y de la situación “real” que se da en las empresas.
La campaña “Ropa Limpia” insta a las compañías a asegurarse de que sus productos se fabrican en condiciones laborales dignas
El origen de la campaña se remonta a 1989, cuando un grupo de manifestantes se concentró frente a unos grandes almacenes en Holanda para denunciar las condiciones laborales en Filipinas. Desde entonces, se ha extendido a un total de 11 países europeos que conforman una red de trabajo en colaboración con campañas similares en Estados Unidos, Canadá y Australia.
Las áreas de actuación de esta iniciativa se centran en la labor de concienciación y movilización de los consumidores para que conozcan las prácticas laborales que rodean a la producción de ropa y material deportivo. A las compañías se las insta a asegurarse de que sus productos se fabrican en condiciones laborales dignas, ya que, por ahora, los códigos de conducta son iniciativas voluntarias que no están sujetas a ningún tipo de control.