Cualquier pasado fue mejor. Este tópico no sirve desde luego para los envases, ya que han mejorado sensiblemente en los últimos años: han reducido su peso y su superficie impresa, son reutilizables y reciclables, y utilizan materiales recuperados o reciclados. Gracias a estas medidas de prevención, se ha logrado un gran ahorro de materias primas y energía, y en definitiva, una reducción de su impacto ambiental. No obstante, los consumidores tienen que asumir las famosas tres erres al completo, y no sólo reciclar los envases, sino también, y en primer lugar, reducir su uso y reutilizarlos.
Puede que no nos percatemos de ello, pero por ejemplo, los envases son ahora más ligeros que hace no mucho tiempo. Una botella de plástico para agua ha disminuido un 35% su peso en las últimas décadas, y las latas de refresco son ahora un 16% menos pesadas que hace una década, según datos de Ecoembes, la sociedad sin ánimo de lucro que gestiona la recogida selectiva, recuperación y reciclaje de los envases ligeros (de plástico, latas y briks) y los de cartón y papel.
Por su parte, la asociación Ecoacero asegura que el espesor medio de los envases de hojalata se ha disminuido en casi un 29% entre 1993 y 2003. Gracias a ello, mientras que en 1983 se necesitaban 38 toneladas de hojalata para fabricar un millón de latas, en 2003 se requerían 26 toneladas.
Los responsables de Ecoembes recuerdan que esta reducción de peso se ha consumado teniendo en cuenta todo el ciclo de vida del envase, de manera que los materiales son más ligeros pero suficientemente resistentes para evitar que se vierta el contenido de los mismos (con su consecuente impacto ambiental) durante las fases de embalaje y transporte. El desarrollo tecnológico también ha permitido concentrar y compactar los productos, de manera que ofrecen los mismos resultados en un volumen más reducido.
Una botella de plástico para agua ha disminuido un 35% su peso en las últimas décadasAdemás de los materiales, el diseño también ha sido determinante en la optimización de los envases. Los ejemplos son muy diversos: las botellas de base cuadrada se agrupan mejor que las circulares, lo que permite un mejor aprovechamiento de la caja que las transporta; las que tienen un mayor diámetro en su mitad inferior permiten reducir el tamaño del cartón que las agrupa; las formas sinuosas en una botella acogen el mismo volumen que una con formas rectas, pero con un peso menor, además de que se puede reducir ligeramente el tamaño de sus etiquetas; las cajas automontables no requieren de precinto plástico para su sellado; las botellas de plástico compactables permiten, una vez utilizadas, reducir su tamaño para que ocupen menos en el contenedor y sea más sencillo su reciclado; etc.
Asimismo, el rediseño puede permitir la eliminación de elementos superfluos. Por ejemplo, se puede dejar de producir dobles tapones, tapas, envoltorios, etc. Y la utilización de envases de mayor capacidad con aprovechamiento del espacio óptimo permite transportar más unidades de producto.
Otro elemento importante ha sido la sustitución de materiales de un solo uso por otros reutilizables y reciclables. Así, las cajas pueden ser elaboradas con cartón reciclado, o bien con plástico resistente para que puedan ser aprovechadas muchas veces. Los palés que agrupan los productos también se pueden fabricar con materiales que permitan su reutilización.
La prevención y el reciclaje no son la única medida ecológica
Imagen: EcoembesLos citados ejemplos son parte de un catálogo presentado recientemente por Ecoembes. Sus responsables recuerdan que estas mejoras son parte de un plan de prevención, en el que participan unas 2.300 empresas de la industria envasadora, que ha permitido implantar más de 19.000 medidas como las señaladas desde 1999.
La producción de residuos de envases ha subido de 140 kilos a 170 kilos por persona y añoSin embargo, no todo el mundo ve positivo el mensaje de este catálogo. La asociación ecologista Amigos de la Tierra cree que se trata de «falsas soluciones que confunden a la ciudadanía» en cuanto a la generación de residuos. Sus responsables opinan que, aunque se consiga reducir el peso de los envases, cada vez hay más, por lo que al final los residuos son mayores. En este sentido, citando datos del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM), recuerdan que, durante el citado plan de prevención, la producción de residuos de envases ha subido de 140 kilos a 170 kilos por persona y año. Asimismo, consideran que las medidas propuestas en la guía apenas contemplan la reutilización (un 21,7%) y en ningún caso la reducción de su fabricación.
Frente a dichas afirmaciones, los responsables de Ecoembes subrayan que, en cumplimiento de la Ley de Envases y Residuos de Envases, su misión principal es reciclar los envases, aunque también colaboran con las empresas para que minimicen el impacto ambiental de sus envases en todo su ciclo de vida, y no sólo cuando se convierten en residuo. En cualquier caso, añaden, nada es incompatible y todo suma para el objetivo final de intentar que los residuos de envases se gestionen correctamente y se logre una sociedad más sostenible.
Los consumidores tienen que ser conscientes de que el reciclaje no es la única manera de ser respetuosos con el medio ambiente, y recordar así la base de las famosas tres erres. Es decir, utilizar productos envasados sólo cuando sea estrictamente necesario, procurando utilizar los menos posibles (reducción) y aprovechar más de una vez los envases (reutilización) antes de depositarlos en el contenedor adecuado (reciclaje).