Características de los agapornis
Los agapornis proceden de África y pertenecen a la familia de los Psittaculidae. Son loros de pequeño tamaño: miden de 12 a 16 centímetros de largo.
Tienen una cola corta y un plumaje muy vistoso, en el que suele dominar la tonalidad verde en el cuerpo (también hay ejemplares con torso azul y grisáceo) y la naranja, roja o amarillenta sobre la cabeza. Hay ocho especies distintas de agapornis, y el color es el elemento utilizado para catalogarlas.
Los agapornis son aves muy sociables. Les gusta interactuar con los humanos y con otros compañeros de especie. También son muy fieles a su pareja: derrochan dulzura y muestran todo tipo de atenciones durante la convivencia. De hecho, son conocidos como loritos del amor o inseparables. Y es que “ “agapornis” proviene de los términos griegos “ágape”, que se traduce como amor o afecto, y “ornis”, que significa ave.
Qué pueden aprender estas aves
Los agapornis son aves muy inteligentes. Curiosas, tienen un carácter afable y se muestran muy receptivas a aprender cosas nuevas. Además, son muy habilidosas. Con sus patas manipulan con bastante facilidad todo tipo de objetos y alimentos. Asimismo, disfrutan al volar y al ejercitar sus alas, por lo que salir de la jaula y realizar pequeños vuelos controlados será un ejercicio de su agrado.
Con el entrenamiento adecuado y mucha repetición, los agapornis pueden imitar palabras (de dos o tres sílabas) y frases sencillas. También pueden aprender trucos, como volar hacia una mano, caminar por un aro, tocar una cosa concreta o subir por una escalera. Asimismo, son capaces de identificar objetos, seleccionando los que tienen determinados colores o formas.
Así es el proceso de aprendizaje de un agapornis
El adiestramiento de un agapornis debe ser pausado y progresivo. Aunque hay unas pautas comunes, es necesario darle a cada pájaro el tiempo que necesite y respetar lo que quiere o puede aprender.
Al igual que sucede con cualquier otro animal, los agapornis son más receptivos cuando son jóvenes. Si hemos alimentado al pájaro a mano desde las primeras semanas de vida (lo que se conoce como ejemplar papillero), el proceso será mucho más sencillo.
Estas son las pautas que debemos seguir para enseñar a un agapornis:
1. Generar confianza
Lo primero es suscitar un ambiente favorable con el ave para que se acostumbre a la interacción con el humano. Hay que colocar la jaula en un entorno tranquilo, libre de ruidos y sobresaltos.
Para que se habitúe a nuestra presencia debemos hablarle con una voz suave y en un tono bajo. Poner una música melodiosa a un volumen moderado también ayudará a crear el clima de confianza necesario para comenzar a trabajar en el adiestramiento.
2. Tener paciencia
Lo más normal es que el agapornis no responda de manera inmediata a nuestros cuidados y se muestre indiferente a las interacciones. El pájaro necesitará algo de tiempo para comprender que no suponemos una amenaza y que nuestras intenciones son honestas.
Al hablarle podemos emitir pequeños silbidos para llamar su atención, pero nunca debemos gritarle o agitar la jaula. Es importante recordar que es un ave curiosa, y nuestra tarea supone fomentar ese espíritu fisgón ofreciéndole a diario distintos objetos o emitiendo diferentes sonidos.
3. Dejar que nos conozca
Solo cuando estemos seguros de que el agapornis está cómodo con nuestra presencia, podemos empezar con el adiestramiento.
Lo primero es ofrecerle algo de comida introduciendo la mano en la jaula con mucho cuidado. En ningún caso debemos intentar tocarle o cogerle: hay que dejar que el pájaro se aproxime y coja con el pico el alimento que le das.
4. Sacarle de la jaula
Llegará un momento en el que el agapornis coma de nuestra mano e incluso se suba a ella sin reparos. Cuando esto ocurra, podemos abrir la jaula para comenzar el adiestramiento. Antes conviene asegurarse de que las ventanas y la puerta de la habitación están cerradas. Para evitar sustos, es recomendable retirar posibles objetos peligrosos.
Si el pájaro sale volando y se coloca en cualquier lugar alto, debemos permanecer tranquilos. Darle libertad para que explore forma parte del entrenamiento.
Para que vuelva a la jaula, hay que llamarle o silbarle. Quizá atienda… o puede que haga caso omiso de nuestra sugerencia. Fuera las preocupaciones: antes o después regresará en busca de comida o agua.
5. Persistir
Para que el entrenamiento sea efectivo debemos repetir las sesiones a diario, pero sin que éstas excedan los 20 minutos. Poco a poco el ave empezará a posarse sobre nuestro hombro y atenderá los trucos que queramos enseñarle.
En ese periodo de tiempo es importante no perder la paciencia, sobre todo cuando el agapornis utilice el pico. Si retiramos la mano al sentir un picotazo, el pájaro entenderá que ha encontrado nuestro punto débil, lo que afianzará su conducta. En este caso, lo mejor es utilizar la palabra “no” y devolverlo a la jaula.
6. Premiar sus esfuerzos
Cualquier truco o habilidad que haga el agapornis debe ser recompensada. Tener a mano golosinas, fruta o su comida favorita es una buena manera de agradecerle el esfuerzo realizado. Acariciarle y hablarle con cariño son otras dos formas de mostrarle lo contentos que estamos con su trabajo. En ningún caso debemos castigar o agredir al pájaro, aun cuando tenga un comportamiento inadecuado.
Prestar atención a los sonidos que emite el agapornis y a su lenguaje corporal nos ayudará a saber cómo se encuentra. Si hace ruidos alegres, se estira, ahueca las alas y se mueve rítmicamente, estará contento. La falta de sonidos, la quietud o un aleteo exagerado indican que el agapornis está enfadado o nervioso.