Qué es el bisfenol A
El bisfenol A (BPA) es una sustancia química que se utiliza para fabricar plásticos y resinas, combinándola con otras sustancias. Este compuesto se emplea desde hace muchos años en la fabricación de envases y recipientes alimentarios. Por tanto, el BPA está en contacto directo con la comida o la bebida que estos contienen. Esto ha hecho que se analice y estudie de manera recurrente, puesto que tanto el bisfenol A como sus compuestos derivados pueden migrar en pequeñas cantidades a los alimentos y bebidas que ingerimos.
Qué envases tienen bisfenol A
El BPA se usa en plásticos de policarbonato. Este es un tipo de plástico rígido y transparente que se emplea en la fabricación de recipientes para almacenar alimentos, como los táperes, las botellas de bebidas reutilizables o los dispensadores de agua, por ejemplo. Además, el bisfenol A se utiliza para producir resinas epoxídicas con las que luego se fabrican recubrimientos protectores y láminas para latas y cubas de bebidas y alimentos.
«No está presente en otros envases como las botellas de agua o de zumo, que son de PET, ni en los tetrabriks, donde se emplea polietileno», detalla Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos. Con todo, «muchas empresas dejaron de utilizar voluntariamente envases con bisfenol A hace años», agrega.
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) explica que el bisfenol A no se utiliza en la fabricación de la mayor parte de los envases plásticos que usamos a diario, puesto que son de PET (polietilentereftalato), PE (polietileno) y PP (polipropileno). En el caso de los táperes de plástico, los que no llevan BPA suelen indicarlo con una etiqueta.
Por qué es peligroso para la salud
El bisfenol A forma parte de los llamados estrógenos artificiales o diruptores endocrinos; esto es, unos productos químicos que imitan la acción de los estrógenos naturales y que interfieren en la acción del ciclo hormonal natural. La evidencia acumulada muestra que existe una relación entre este compuesto y las alteraciones del ciclo hormonal, el incremento de cáncer de próstata y de mama, y las malformaciones reproductivas.
La EFSA ya había evaluado estos riesgos en 2015. Ahora, en la nueva investigación, se han examinado una gran cantidad de publicaciones científicas, «incluidos más de 800 nuevos estudios publicados desde enero de 2013», precisan desde la comisión técnica.
«En los estudios hemos observado un incremento porcentual de un tipo de glóbulo blanco, denominado T helper, en el bazo. Desempeñan un papel esencial en nuestros mecanismos inmunitarios celulares y un incremento de este tipo podría dar lugar al desarrollo de inflamación pulmonar alérgica y trastornos autoinmunes«, señalan. Además de esto, en la evaluación del riesgo se detectaron otros efectos potencialmente nocivos para la salud en los sistemas reproductivo, de desarrollo y metabólico.
Por esta razón, la EFSA ha reducido significativamente la ingesta diaria tolerable (IDT) de bisfenol A; es decir, la cantidad estimada de una sustancia química que puede ser ingerida a diario durante la vida sin presentar un riesgo importante para la salud. Comparada con los valores de 2015, que regían hasta ahora, la IDT que se acaba de establecer es 20.000 veces menor.
Y ahora, ¿qué va a pasar?
La exposición de los consumidores al bisfenol A a través de los alimentos supera los nuevos límites establecidos. Por tanto, es necesario tomar medidas para reducir esta ingesta en todos los grupos de población. A nivel individual podemos tomar algunas medidas, como priorizar los alimentos frescos, los botes de cristal o los recipientes libres de BPA. Pero donde realmente se producirá el principal cambio será en la legislación.
La EFSA señala que «la Comisión Europea y los representantes de los Estados miembros son los responsables de establecer límites a la cantidad de una sustancia química que puede migrar del envasado de alimentos a los propios alimentos» y ofrece su asesoramiento científico para los debates entre los legisladores de la UE sobre «las medidas reglamentarias adecuadas que deben adoptarse para proteger a los consumidores«. Dada la contundencia del informe y de las recomendaciones, es probable que en los próximos meses veamos cambios legales para regular la presencia de este compuesto en los envases alimentarios.