¿Los problemas relacionados con la vivienda fomentan el sinhogarismo o es más bien una cuestión influida por factores sociales y económicos? Un informe de la Federación Europea de Organizaciones Nacionales que trabajan con Personas sin Hogar, FEANTSA, trata de dar respuesta a esta cuestión a partir de las aportaciones de 18 países europeos, entre los que se encuentra España.
Imagen: Pedro Simões
Hasta ahora, las causas que propiciaban el sinhogarismo estaban relacionadas con la falta de empleo, la ruptura de las relaciones, la salud mental o los problemas de adicción. Pero un nuevo informe de FEANTSA trata de aclarar si éstas son las únicas razones que motivan la exclusión social. Con el título «El papel de la vivienda en el sinhogarismo», el estudio reúne «los hallazgos más importantes» recogidos a lo largo de 2008 en un total de 18 países europeos.
Derecho a la vivienda y albergues
El derecho a la vivienda está reconocido en tratados internacionales y en algunas legislaciones nacionales. En Francia, por ejemplo, cuenta con protección jurídica y los ciudadanos pueden exigirlo ante un juez. Sin embargo, en general están ausentes las referencias concretas al sinhogarismo y, a menudo, no se especifica si una persona «puede invocar su derecho a un hogar en caso de no poder obtener uno por sus propios medios», detalla el informe.
A pesar de ello, el análisis realizado en los últimos meses reconoce cinco factores relacionados con la vivienda que podrían desencadenar una situación de sinhogarismo: la carestía del precio de compra o alquiler, la escasa disponibilidad de vivienda adecuada, los inmuebles de baja calidad, el hacinamiento y los desahucios, que en ocasiones desvelan «problemas previamente no detectados» y «acarrean otros nuevos».
La vivienda puede ser un factor desencadenante o un elemento de riesgo
Aunque la vivienda no sea un factor desencadenante, se considera en algunos aspectos un elemento de riesgo. Por ello, cuando se carece de este espacio, los albergues y otros alojamientos de emergencia son una «alternativa segura» que evita tener que pernoctar a la intemperie y permite obtener, además, atención especializada y adaptada a las circunstancias o necesidades.
De ahí que se cuestione el modelo tradicional de albergue. Finlandia y Alemania, de hecho, pretenden acabar con él por considerarlo «innecesario y poco útil a largo plazo». Las nuevas tendencias llevan hacia el sector privado como proveedor de servicios, la creación de centros donde las personas reciban asesoramiento y apoyo para mejorar su autoestima o recobrar las habilidades sociales, y plataformas «desde las que impulsarse hacia soluciones de carácter permanente».
Actuaciones sobre el sinhogarismo
Si bien las personas sin hogar no cuentan a veces con ayudas directas, en algunos países se han implantado medidas de apoyo a las familias con rentas más bajas. En Austria, los centros de Protección al Alquiler ofrecen a quienes están en riesgo de sufrir un desahucio servicios de asesoramiento legal, asistencia en la tramitación de prestaciones y ayudas, derivación a otros servicios asistenciales o apoyo económico directo, según el caso. El proceso se acelera porque los centros reciben notificación de las demandas de desahucio por parte de los tribunales y contactan directamente con las personas en riesgo.
Este grupo lo conforman, en su mayoría, las personas inmigrantes, refugiadas o pertenecientes a minorías étnicas. Son ellas quienes tienen más probabilidades de vivir en alojamientos donde se den situaciones de hacinamiento, asegura el estudio, tras llegar a una nueva ciudad y tener que afrontar «los gastos de empezar una nueva vida». Si la situación se mantiene a largo plazo, surgen problemas.
Del mismo modo, el informe aboga por soluciones alternativas para usuarios de albergues en los que residan durante un largo periodo de tiempo. «El alojamiento de emergencia en pensiones y hoteles puede ser una solución a corto plazo», aunque también se apuesta por la socialización del parque de viviendas de alquiler en sustitución a la vivienda social clásica.
Cada país ofrece un escenario y una respuesta concreta. En el caso de España, apenas se afirma que la pérdida de la vivienda puede conducir a “procesos de gran deterioro personal” de la persona y “de sus relaciones sociales”. Italia, por su parte, reconoce que “para la mayoría de los italianos, la pérdida de la vivienda es uno de los eventos más importantes, y a menudo el más terrible, en un proceso gradual de marginación”, si bien no lo considera el origen de la exclusión.
Mientras, el informe irlandés defiende la disponibilidad de vivienda adecuada a precios asequibles como un factor “absolutamente central” para derrotar al sinhogarismo, y los resultados obtenidos en Grecia acusan al embargo de las viviendas de familias relativamente humildes como el causante de problemas sociales “considerables”.
Cada vez más familias inglesas y francesas se ven “ahogadas” por el pago de las hipotecas
Cada vez más familias inglesas y francesas se ven “ahogadas” por el porcentaje de ingresos que tienen que destinar a hacer frente al coste de la hipoteca. En Francia, un hogar medio destinó en 2002 un 3,5% más de sus ingresos a pagar el alojamiento, con respecto a 1988.
En relación al alquiler, las cifras no son mucho mejores. El informe de Luxemburgo revela que el índice de pobreza de las personas que alquilan su vivienda pasó del 19,8% en 2004 al 25% en 2006 y el Centro de protección al Alquiler de Viena (Austria) detectó que más del 90% de los desahucios se llevó a cabo por motivos económicos y de retrasos en los pagos.