El consumo en sí mismo no tiene por qué ser negativo, sino que es la forma en que satisfacemos nuestras necesidades y deseos lo que hace que nuestros hábitos de consumo tengan un impacto positivo o negativo en el entorno y en la vida de las personas.
Consumir no solo significa satisfacer una necesidad o deseo individual y colectivo, sino que es una forma de relacionarse con las personas y con el mundo. Al consumir estamos colaborando en todos los procesos que hacen posible el bien o servicio adquirido, seamos o no conscientes de ello, y estos procesos tienen implicaciones de carácter social, económico y medioambiental.
La importancia de la compra responsable
En este sentido, la compra responsable es una herramienta que permite al consumidor, individual o colectivo, ejercer una práctica transformadora con su propio consumo. Una herramienta que como consumidores individuales nos invita, por ejemplo, a lo siguiente:
- Ajustar los consumos a las necesidades reales; preguntarnos si lo que vamos a comprar lo necesitamos o no.
- Plantear qué tipo de comercio queremos favorecer; preguntarnos si favorecemos un comercio respetuoso con los derechos humanos.
- Considerar el impacto ambiental, teniendo en cuenta el conjunto del proceso del bien o servicio (producción, transformación, distribución, consumo y los residuos que genera al final de su vida).
- Asegurar la calidad de lo que compramos, de cara a adquirir bienes más saludables y duraderos.
El papel de los consumidores colectivos
Asimismo, los consumidores colectivos también podemos ejercer una compra responsable incorporando criterios sociales y ambientales en nuestros procesos de selección de empresas proveedoras y en la compra de productos, servicios y suministros.
Como agentes colectivos (empresas, instituciones educativas, administraciones públicas, organizaciones sociales, etc.), podemos contribuir al cambio social y ambiental a través de una compra que considere criterios como los siguientes, promoviendo así:
- Un empleo de calidad y la garantía de derechos laborales.
- Unas relaciones equitativas entre hombres y mujeres.
- La inclusión sociolaboral de personas con especiales dificultades de acceso al empleo.
- El compromiso con el territorio y la comunidad local.
- El fomento de la economía social y la transformación económica.
- La transparencia en la cadena de suministro y una comercialización justa.
- Una política ambiental sostenible.
- La reducción de emisiones contaminantes y el aumento de la eficiencia energética.
- Una gestión sostenible de residuos.
- Los circuitos cortos de comercialización que acercan a productores/as y consumidores/as.
Desde esa perspectiva, y en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la compra responsable contribuye al objetivo 12 promoviendo “la producción y el consumo responsables” y persiguiendo “garantizar modelos de consumo y producción sostenibles”. Como nos recuerda Naciones Unidas, “el consumo y la producción sostenibles consisten en hacer más y mejor con menos”.