Qué es y cómo se hace un trasplante fecal
Entender el trasplante de microbiota fecal (TMF) pasa por comprender el concepto de microbiota intestinal, un extraordinario ecosistema poblado por billones de microorganismos, pertenecientes a miles de especies diferentes, que nos colonizan y son capaces de modular tanto nuestra salud como nuestra enfermedad. En los últimos años, el estudio de la microbiota ha permitido entender la estrecha relación entre su composición y nuestro estado de salud: cuando se altera el equilibrio entre las distintas especies, esa suerte de “vive y deja vivir” entre bacterias, virus y hongos, surge lo que se conoce como disbiosis. Y esa alteración puede terminar causando una enfermedad.
Partiendo de aquí, la idea del TMF es sustituir esta microbiota intestinal enferma por otra que se ha obtenido de un donante sano. Se trata de repoblar el intestino del paciente con un nuevo ecosistema que restaure el equilibrio perdido y, con ello, su salud. ¿Cómo se hace? “Obtenemos la microbiota a partir de las heces del donante, la tratamos y se la transferimos al paciente”, explica Rosa del Campo, investigadora del Servicio de Microbiología del Instituto Ramón y Cajal de Investigación Sanitaria (IRYCIS).
Para enfermos por ‘Clostridioides difficile’
Allí, desde marzo de 2015, se está realizando este tipo de trasplantes en enfermos por Clostridioides difficile, una bacteria que es la principal causa de diarrea infecciosa asociada al uso de antibióticos en pacientes hospitalizados.
Por el momento, señala Rosa del Campo, “esta enfermedad es la única indicación autorizada para el trasplante fecal. Y está justificado su uso porque realmente funciona: los resultados de los ensayos clínicos son aplastantes y han demostrado que esta técnica es muy superior al uso de antibióticos y al placebo”. En este sentido, una reciente revisión sistemática de estudios publicada por Cochrane respalda los buenos resultados del TMF en el tratamiento de la diarrea causada por la Clostridioides difficile.
➡️ Una terapia efectiva tras la recaída
“Existen antibióticos efectivos para tratar esta enfermedad, pero el problema de base es el desequilibrio de la microbiota”, comenta Andrea Aira, investigadora en el Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER) y del Servicio de Microbiología del Hospital Clínic Barcelona. “Debido a que la microbiota no es capaz de frenar el sobrecrecimiento de la bacteria, aumenta la posibilidad de que el paciente recaiga”, añade.
Así, continúa Del Campo, “con el trasplante de microbiota fecal podemos dar una solución a pacientes que ven cómo la infección recurre una y otra vez. Hemos observado que, tras dar antibióticos, un 80 % de los enfermos se curan, pero un 20 % recae. Y, entre estos últimos, es muy probable que se dé una segunda recaída. Para ellos, la mejor terapia es el trasplante fecal”.
Surge la duda de por qué, si es tan eficaz, no se utiliza en primera línea con los pacientes y se espera hasta esa segunda recaída. “No lo hacemos porque hay riesgos asociados. Hemos de pensar que la microbiota define tanto la salud como la enfermedad. Mis donantes están sanos, pero ¿y si dentro de cinco años tienen un problema de salud? En un trasplante fecal puedo estar trasfiriendo material que, potencialmente, podría ser perjudicial en un futuro”, advierte Del Campo.
¿Qué es una microbiota sana?
Estos posibles riesgos abren nuevas preguntas. ¿Sabemos realmente qué es una microbiota sana?
“No tenemos adónde agarrarnos para decir con rotundidad que una microbiota es más sana que otra; cada persona tiene la suya propia y, a nivel de composición, no hay un criterio de normalidad que te permita decir que hay o no una disbiosis. Por eso, yo prefiero hablar de microbiotas funcionales y no funcionales. En lo que sí hay consenso es en que, cuanto más diversa es la microbiota, más saludable es”, analiza Rosa Del Campo. Con ella coincide Andrea Aira: “Hemos visto que hay asociación entre patología y baja diversidad. Por tanto, cuando hacemos un estudio del donante, no hacemos un análisis de la microbiota, pero sí miramos que sea diversa y funcional”.
Hablamos de donantes y, en este sentido, ambas especialistas destacan la importancia de hacer un cribado muy exhaustivo de la persona que decide donar. “Se trata de evitar no solo patógenos, sino cualquier enfermedad que pueda tener algún tipo de relación con la microbiota”, cuentan.
Líneas de investigación del trasplante de microbiota fecal
En estos momentos, hay más de 200 ensayos clínicos activos en el mundo que realizan estudios con su uso en diversas patologías.
✔️ Aparato digestivo
Dos de las patologías en las que más se está trabajando para valorar la eficacia del trasplante fecal son la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn. “Por el momento, los resultados no son concluyentes. Se necesitan muchos pacientes y estudios muy largos en el tiempo”, comenta la doctora Andrea Aira.
✔️ Oncología
Se está investigando como mejora de la inmunoterapia. Un ensayo clínico publicado en Nature Medicine muestra que estos trasplantes son seguros y prometedores para mejorar la respuesta a la inmunoterapia en pacientes con melanoma avanzado. Se sabe que los fármacos utilizados en inmunoterapia solo son eficaces en la mitad de los casos, y se cree que la microbiota puede desempeñar un papel a la hora de que este responda o no al tratamiento.
También se está investigado su potencial en el abordaje de otros tipos de tumores, como el cáncer de páncreas, de pulmón y de células renales.
✔️ Metabolismo
Se estudia para el tratamiento del síndrome metabólico y la obesidad. Los estudios que muestran resultados en estos pacientes son limitados, pero sí hay datos que sugieren que el trasplante de heces puede tener un papel importante en el tratamiento de la obesidad y de las comorbilidades asociadas.
✔️ Salud mental
Existe un eje intestino-cerebro bidireccional, de forma que lo que le ocurre al cerebro repercute en el intestino y viceversa.
“Se están haciendo muchos estudios para ver la utilidad del TMF en el autismo, pero el problema es que muchas veces no sabemos qué va antes, si el hecho de tener autismo repercute en la microbiota o a la inversa”, explica Andrea Aira.
Algo similar ocurre con la depresión y, de hecho, hay dos artículos publicados en Nature Communications que han identificado microorganismos específicos presentes en el sistema digestivo, que están involucrados en la síntesis de mensajeros químicos clave relacionados con la depresión. Pero todavía es muy pronto para hablar del trasplante fecal como una alternativa terapéutica.
✔️ VIH
En este caso, las investigaciones se orientan al tratamiento de pacientes con VIH que muestran una recuperación inmunológica incompleta. Un estudio liderado por expertos españoles del Grupo de Estudios del SIDA (GeSIDA) ha realizado un ensayo que emplea TMF como método para reducir la inflamación crónica en personas con VIH. Los resultados muestran que el trasplante mejoró la composición de su microbiota.