Freestyle musical canino: perros y humanos bailando al son de la música

El freestyle musical canino es una disciplina deportiva que implica la ejecución de coreografías preestablecidas en las que una persona y un perro bailan de manera coordinada. Surgió a finales de los años 80 de forma simultánea en Canadá, Reino Unido, Estados Unidos y los Países Bajos.

Estamos ante uno de los deportes más difíciles para practicar con un perro, ya que requiere una sincronización perfecta en el dúo, además de exigir una buena dosis de creatividad a la hora de planificar los bailes. El dog dancing es una actividad muy atractiva tanto para el espectador como para el practicante.

En la actualidad, se celebran competiciones en distintas partes del mundo. En ellas los participantes disponen de un tiempo limitado para deslumbrar con su coreografía. Los jueces evalúan la creatividad, sincronización y complejidad de los movimientos, además de la conexión entre el perro y el dueño. Algunas organizaciones, como la Federación Canina de Freestyle, establecen la obligatoriedad de incorporar una serie específica de pasos en las presentaciones.

Hay dos categorías del freestyle musical canino: estilo libre y heelwork to music. Ambas son formas geniales para mostrar lo increíblemente estrecha que puede ser la relación entre el perro y el humano. En el estilo libre destaca la creatividad y diversión, mientras que el heelwork to music se centra en la obediencia y la coordinación al ritmo de la música. 

También conocida como estilo libre, es una disciplina que se asemeja al baile real, fusionando giros, saltos y otros movimientos que destacan las destrezas del perro y su estrecho vínculo con el humano. Aunque el estilo libre exige realizar una serie de posiciones concretas, no existen movimientos obligatorios, lo que permite a los entrenadores total libertad para exhibir la personalidad y las habilidades únicas de cada can. 

Esta modalidad trabaja con la obediencia canina. En este caso, se imponen movimientos obligatorios. La ejecución de figuras y movimientos sigue el compás de una música previamente seleccionada y ensayada, lo que aporta un componente más estructurado y desafiante al trabajo de la pareja formada por el perro y su entrenador.

Según la modalidad, el dog dancing puede incluir la realización de ciertos movimientos por parte del can. Entre los movimientos más comunes están los siguientes:

• Cambios de paso: implica que el perro se desplace a diferentes velocidades, más rápidas o lentas, siguiendo el ritmo de la música.
• Heeling: el can camina pegado al entrenador en todas las posiciones y direcciones que este adopte. 
• Trabajo frontal: el animal realiza distintos ejercicios frente al humano, como sentarse, tumbarse o caminar a dos patas.
• Caminar hacia atrás y hacia los lados.
• Medias vueltas y giros: añaden dinamismo y hacen mucho más divertida la presentación.

A diferencia de disciplinas deportivas como el agility, el freestyle musical canino puede ser practicado por perros de todas las razas, tamaños y edades, ya que la exigencia física se ajusta al potencial individual de cada animal. De esta forma, las coreografías y movimientos pueden adaptarse a las características específicas de cada can.

Para practicar el dog dancing es fundamental que la relación entre perro y humano sea estrecha, ya que es una actividad que requiere de un trabajo conjunto. Hay que buscar un espacio amplio, donde poder moverse sin restricciones, y seleccionar una lista de reproducción musical para ir acoplando los movimientos que iremos realizando con el animal. 

Aunque no es imprescindible contar con experiencia previa, es recomendable buscar orientación de un entrenador especializado en freestyle musical canino al menos para dar los primeros pasos. La instrucción de los movimientos debe ser gradual, comenzando con trucos más simples antes de avanzar hacia ejercicios más complejos. En todo momento, es importante recompensar al perro solo por sus logros, sino también por el esfuerzo realizado.

El freestyle musical canino, más que un simple pasatiempo, ofrece grandes beneficios para la salud y el bienestar del perro. Este deporte no solo mejora su condición física y promueve la coordinación del animal, sino que también actúa como un eficaz antídoto contra el estrés y la ansiedad. La combinación de música y juego durante los entrenamientos proporciona una importante estimulación mental para el can.

A lo largo de las sesiones de entrenamiento, tanto el perro como el humano no solo perfeccionan sus habilidades de baile, sino que también fortalecen su vínculo afectivo, fomentando la complicidad y el compañerismo. En resumen, el freestyle musical canino es una actividad divertida y una forma única de crear recuerdos compartidos que siempre quedarán en el recuerdo.