En Ucrania, ya se cumplen casi dos años del inicio de la guerra, que ha dejado 6,3 millones de refugiados en otros países y 3,6 millones de desplazados internos. Las tormentas de nieve desde finales de noviembre están complicando la situación, en Odesa se han evacuado 2.500 personas y más de 2.000 pueblos y ciudades se quedaron sin electricidad.
En el caso de Afganistán, además del duro invierno, deben hacer frente a restricciones en su libertad de expresión y reunión, limitación de los derechos humanos de las mujeres y niñas afganas, aumento drástico de la pobreza, el hambre y la desnutrición, colapso del sistema nacional de salud pública y catástrofes climáticas y naturales. A esto también se le une la decisión de Pakistán de deportar a unos 1,7 millones de extranjeros, en su mayoría afganos.
La situación se agravó aún más tras los terremotos que sacudieron la provincia de Herat los días 7, 11 y 15 de octubre, afectando directamente a 48.000 hogares. Se destruyeron 10.000 viviendas y otras 20.430 quedaron gravemente dañadas. Solo en este contexto, unas 157.000 personas necesitan ayuda humanitaria urgente, sobre todo con la llegada del invierno, cuando en varios puntos del país las temperaturas ya bajan hasta los -4 ºC.
Este invierno, a falta de resoluciones pacíficas a algunas de las crisis de desplazamiento más difíciles, las necesidades humanitarias de las personas refugiadas y las familias desplazadas siguen creciendo.
El Foro Mundial sobre los Refugiados
Toda ayuda es poca y aunar fuerzas es imprescindible. Como expresó el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en el Foro Mundial sobre Refugiados, “el azar no debería tener injerencia en la protección y la ayuda que reciben las personas refugiadas; y ni la protección ni la asistencia que todas ellas requieren deberían ser una carga que lleven a cuestas un par de países o comunidades por su ubicación geográfica. Se trata de una obligación con la que debe cumplir la humanidad entera”.
Ese Foro Mundial sobre los Refugiados, cuya segunda edición tuvo lugar en Ginebra (Suiza) en diciembre, es el mayor encuentro internacional en materia de refugiados. Este encuentro, que se celebra cada cuatro años, tiene como finalidad monitorear la consecución de los objetivos que estableció la ONU con la aprobación del Pacto Mundial sobre los Refugiados en 2018.
🔵 Los objetivos son los siguientes:
- Aliviar las presiones sobre los países de acogida.
- Promover la autosuficiencia de los refugiados.
- Ampliar el acceso a las soluciones que impliquen a terceros países.
- Favorecer los países de origen circunstancias que propicien el retorno en condiciones dignas y seguras.
🔵 Los asistentes al foro
La última edición del Foro estuvo coorganizada por ACNUR y Suiza, y fue convocada conjuntamente por Colombia, Francia, Japón, Jordania y Uganda. Contó con más de 4.200 delegaciones participantes de 168 países, de las que más de 300 delegados eran refugiados de distintas partes del mundo.
Entre estos participantes encontramos gran variedad, tales como Estados, sector privado, organizaciones no gubernamentales, organizaciones dirigidas por personas refugiadas, grupos confesionales y comunidad académica, entre otros.
Todos unidos con un mismo objetivo, lo que propicia no solo compromisos y contribuciones, sino también el intercambio de ideas y soluciones para actuar y ayudar tanto a la población obligada a huir que ya alcanza la cifra de 114 millones de personas refugiadas y desplazadas, como a las comunidades que las acogen.
Compromisos y solidaridad con las personas refugiadas
Después de tres días de encuentros y reuniones, el Foro cerró con 1.600 compromisos financieros y de acción por un valor estimados de 2.200 millones de dólares para los próximos años, incluidos los 250 millones que aportarán fundaciones y empresas privadas.
Algunos de los compromisos adquiridos en esta edición son, entre otros, los siguientes:
- Reasentar a un millón de personas refugiadas para 2030 y ofrecer vías alternas que impliquen a terceros países a otros tres millones de personas refugiadas.
- Brindar un millón de horas de asesoramiento jurídico y servicios de consultoría probono en el transcurso de cuatro años.
- Ofrecer cupos en programas de movilidad laboral o educativa a 200.000 personas refugiadas.
- Apoyar a más de un millón de personas refugiadas —y a las comunidades de acogida— mediante iniciativas de inclusión social y económica.
Entre las iniciativas innovadoras que se han asumido conjuntamente por gobiernos, sector privado, sociedad civil, Naciones Unidas y otras partes, destacan las de protección digital para prevenir las consecuencias de la incitación al odio, la desinformación y la información errónea.
«Indudablemente, la esperanza es necesaria; sin embargo, más que esperanza necesitamos acciones, porque la esperanza aparece por doquier una vez que empezamos a actuar».
Evode Hakizimana, refugiado de Burundi que ahora vive en Zimbabwe.
Durante el acto de clausura Filippo Grandi, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, quiso agradecer especialmente a las delegaciones de refugiados, que mostraron no solo sus vivencias sino también sus necesidades y lo que pueden aportar si se les ofrecen inclusión y oportunidades. Porque lograr la protección tras la huida no es el final del camino. El viaje continúa. Lo que ocurra después depende del mundo entero.