¿Qué es el ojo de cereza?
Los perros y gatos tienen un tercer párpado o membrana nictitante que proporciona una capa de protección adicional en los ojos. Se encuentra en el ángulo interno del ojo. Justo debajo de este párpado está la glándula nictitante, también llamada glándula lagrimal accesoria o de Harder. Esta pequeña masa roja mide entre 5 mm y 1 cm.
Normalmente, el tercer párpado no es visible, pero, en ciertas circunstancias, puede desplazarse hacia afuera, ocupando una porción del ojo. En estos casos, se dice que ha prolapsado; es el llamado ojo de cereza.
¿Por qué se produce el ojo de cereza?
Aunque algunos canes pueden nacer con una parte de esta membrana visible, lo más común es que su aparición sea resultado de una debilidad preexistente en el tejido conectivo que rodea la glándula nictitante.
El ojo de cereza también puede ser provocado por la inflamación o infección de la glándula nictitante, un trauma en el ojo o en la cabeza del perro, así como por enfermedades oculares, como úlceras corneales o conjuntivitis.
¿Cuáles son sus síntomas?
El ojo de cereza es muy evidente, por lo que diagnosticarlo resulta muy sencillo. Se manifiesta como una protuberancia en el ángulo interno del ojo, con una apariencia similar a una cereza o a una pequeña bolita rojiza. Su aparición puede darse en uno o ambos ojos, con una incidencia similar en ambas situaciones.
A pesar de ser una lesión ocular muy llamativa, provoca pocas molestias al animal a corto plazo, ya que no produce dolor ni afecta directamente al ojo. No obstante, puede causar un lagrimeo constante (epífora) y, con el tiempo, evolucionar en una conjuntivitis. La irritación ocular, el parpadeo frecuente y el cierre total o parcial del ojo pueden ser otros síntomas asociados si la patología no se trata.
¿Hay razas con una mayor predisposición al ojo de cereza?
El ojo de cereza es más habitual en perros jóvenes, por lo general entre los 3 meses y los 2 años, aunque en ocasiones también se presenta en canes mayores. Además, se observa con mayor frecuencia en individuos de razas pequeñas.
Estas son las razas caninas más propensas a sufrir prolapso de la glándula nictitante:
- Razas braquicéfalas, como el bulldog francés e inglés, el mastín italiano, el shih tzu y el lhasa apso, entre otras
- Beagle
- Cocker americano
- Shar-pei
- Chihuahua
- Pekinés
- Dogo de Burdeos
- Bichón frisé
- San bernardo
- Gran danés
- Mastín napolitano
- Cane corso
Tratamiento del ojo de cereza
En ocasiones, el ojo de cereza puede resolverse de forma espontánea, pero, en la mayoría de los casos, es necesario aplicar un tratamiento para prevenir complicaciones y aliviar los síntomas. El veterinario determinará cuál será la mejor solución.
Hay tres enfoques de tratamiento:
- Masaje. En los casos leves, y siempre que el tejido circundante no presente una inflamación significativa, el veterinario puede realizar un masaje suave en la glándula nictitante para reposicionarla.
- Tratamiento con medicamentos. Pueden administrarse gotas oculares antibióticas o antiinflamatorias para reducir la inflamación y prevenir posibles infecciones. Sin embargo, este método no es muy efectivo, si la afección no es leve.
- Cirugía. En casos de gravedad o cuando otros tratamientos no logran resultados, el veterinario recomienda la cirugía. Este procedimiento implica reposicionar la glándula nictitante y suturarla para prevenir futuras protrusiones. La cirugía se realiza generalmente bajo anestesia general.
Según explica Cristina Martin de Santiago, especialista en oftalmología del Hospital Clínico Veterinario (HCV/UAX) de Madrid, “la tasa de éxito sin recidivas (repetición de la enfermedad poco después de terminada la convalecencia) de dicha técnica es de un 90 %”.
Cómo evitar el ojo de cereza
Dado que el ojo de cereza tiene causas genéticas en la mayoría de los casos, poco se puede hacer para evitarlo. Sin embargo, podemos promover una buena salud ocular y examinar regularmente los ojos de nuestro perro.
- Realiza una limpieza de los ojos del can para prevenir la acumulación de suciedad y bacterias que puedan provocar irritación.
- Después de cada paseo, asegúrate de que tu perro no presente arena ni objetos extraños en los ojos.
- Evita posibles traumas en la cabeza o los ojos del animal.
- En caso de que el perro sea propenso a sufrir sequedad ocular, consulta con el veterinario sobre posibles tratamientos con pomadas o gotas oftálmicas.