1. Centralizar el pago de los gastos comunes
Cuando dos personas deciden vivir juntas, hay una serie de gastos que se unifican. Ya no hay que abonar dos facturas de la luz, ni dos recibos de Internet ni hacer dos compras en el supermercado. Pero ¿cómo hacer frente a todos esos gastos? La opción más cómoda es abrir una cuenta compartida gratuita en la que cada uno ingrese cada mes la parte que le corresponda para pagar todos los gastos comunes.
Lo más fácil es hacer aportaciones a partes iguales, así todo se paga a medias, aunque algunas parejas prefieren aportar en función de sus ingresos. Cualquier sistema es bueno mientras ambos miembros cumplan su compromiso.
La alternativa, si no se abre una cuenta conjunta, es estar haciendo cuentas continuamente para saber quién ha abonado qué y cuánto dinero le debe cada uno al otro. Menos práctico y más lioso.
2. Tener un fondo de emergencia
Otra razón para abrir una cuenta compartida es construir un fondo de emergencia común. El objetivo es tener un colchón para sufragar imprevistos, como, por ejemplo, una fuga de agua, una visita del cerrajero, un electrodoméstico roto…
La ventaja de construir un fondo de emergencia común es doble: por un lado, nos aseguramos de que contaremos con el dinero suficiente para hacer frente a un imprevisto y, por el otro, en caso de emergencia, no tendremos que recurrir a nuestros ahorros.
¿Y cuánto dinero debería tener el fondo de emergencia? Es difícil de calcular. Todo dependerá del destino futuro de ese dinero. Si acotamos su uso a pagar averías, podemos hacer un cálculo aproximado de cuánto dinero necesitaríamos si, por ejemplo, se rompiesen un par de electrodomésticos y el coche si compartimos uno.
3. Ahorrar en conjunto
Para comprar un coche, para viajar en verano… Hay muchos motivos por los que una pareja puede plantearse ahorrar de forma conjunta. Y en algún sitio hay que guardar el dinero que se va ahorrando.
Al usar una cuenta conjunta para ahorrar resulta más fácil ver el progreso y comprobar que ambos miembros de la pareja están cumpliendo sus compromisos. Eso sí, si se usa una cuenta conjunta para ahorrar, conviene que no sea la misma que se utiliza para el día a día, a fin de no confundir el dinero y acabar gastándolo sin querer.