A unos se les dan mejor las Matemáticas, a otros las Ciencias y a otros la Lengua; no es cuestión de gustos. La preferencia y habilidad que pueden tener los estudiantes por determinadas asignaturas se relaciona directamente con el estilo de aprendizaje para el que están más capacitados y con el modo en el que captan mejor la información que les transmiten en la escuela. Si el profesor es capaz de averiguarlo, podrá orientar sus enseñanzas para facilitar la adquisición de conocimientos de sus alumnos y desarrollar en ellos las habilidades para las que estén menos capacitados.
Desde bebés los niños ya empiezan a mostrar sus preferencias por distintos tipos de actividades; algunos pueden pasarse las horas observando las páginas de un libro de cuentos, mientras que otros se entretienen con cualquier juego de piezas o puzzle en el que tengan que utilizar sus manos para recomponerlo. Hay niños, incluso, que parecen divertirse más siempre que en sus juegos la música u otro elemento sonoro forme parte de ellos. Esta forma de jugar o de pasar el tiempo, perceptible desde la infancia, es ya característica del estilo o modo de aprendizaje preferencial que puede llegar a mostrar un niño más tarde, durante su etapa escolar.
Si se conoce el estilo cognitivo prevalente en un alumno, será más fácil guiarle en su tarea de aprender
Como afirman Ofelia Contreras y Ana Elena del Bosque en su manual ‘Aprender con estrategia’, «cada persona aprende de forma diferente a las demás, utiliza diversas estrategias, con distinto ritmo y mayor o menor eficacia, aunque se tenga el mismo nivel de instrucción, la misma edad o se estudie el mismo tema». Es lo que se denomina el estilo cognitivo, que corresponde al modo de representar, procesar y recuperar la información que utiliza cada uno de forma preferente, es decir, la manera en la que mejor lleva a cabo el aprendizaje. De este modo, si se conoce el estilo cognitivo que prevalece en un alumno, será más fácil guiarle en su tarea de aprender. Se reafirman así las habilidades para las que está más capacitado con tareas acordes a ellas e intentando incentivar los modos de aprendizaje que tiene menos desarrollados.
Hay distintos modos de clasificar los estilos de aprendizaje, como la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner, que identifica cómo se procesa la información de acuerdo a la inteligencia que se emplee (lingüística, lógico-matemática, espacial, corporal, musical, etc.), o la llamada rueda de aprendizaje de David Kolb, que clasifica a los alumnos según el modo que utilizan la información que reciben en el aula en activos, reflexivos, pragmáticos o teóricos. Sin embargo, antes de procesar o utilizar la información transmitida por el profesor, el estudiante debe superar una fase imprescindible: seleccionar la información que recibe. En este caso se habla del modelo VAK de aprendizaje, según el cual se puede distinguir entre alumnos visuales, auditivos o kinestéticos.
El modelo VAK de aprendizaje
El modelo VAK (visual-auditivo-kinestético), basado en el sistema de Programación Neurolingüística que describe cómo trabaja y se estructura la mente humana, establece tres categorías de alumnos en función del modo en el que a éste le llega la información que recibe del exterior:
Estudiante visual: es el estudiante que aprende mejor cuando lee o ve la información representada de alguna manera, ya sea a través de los libros de texto, en la pizarra o en los apuntes.
Estudiante auditivo: el alumno auditivo aprende mejor siempre que recibe las explicaciones oralmente y puede repetirlas o explicárselas a otros.
Estudiante kinestético: este tipo de estudiante asocia la información que recibe a los sentidos del gusto, tacto y olfato, es decir, a las sensaciones y movimientos corporales. Son alumnos pragmáticos que aprenden mejor cuando experimentan la información.
Se estima que un 40% de las personas son visuales, un 30% auditivas y otro 30% kinestéticas. Esto no quiere decir que utilicen siempre de forma exclusiva una de estas formas para procesar la información que reciben, sino que tienen más facilidad para retenerla y repetirla después si la adquieren por una de estas vías de aprendizaje. Así, hay personas que tienen más facilidad para recordar imágenes concretas, como caras o fotografías, otras que tienen más capacidad para retener melodías, o reconocer voces y sonidos, y otras que son capaces de aprender de forma sencilla una coreografía o realizar una actividad deportiva. Pueden realizar cualquiera de estas actividades, aunque algunas de ellas les resultan más fáciles que otras.
De este modo, cuando un profesor imparte su lección en clase, de acuerdo a la forma en que lo haga, unos alumnos serán más receptivos que otros a la información que reciben. En términos generales, en el colegio se tiende a privilegiar los sistemas de representación visual y auditivo sobre el kinestético, por eso es importante que los docentes tengan en cuenta los distintos estilos de aprendizaje a la hora de planificar sus enseñanzas, intentando utilizar los tres sistemas en el aula.
Los docentes deben intentar utilizar los tres sistemas de representación de manera conjunta en el aula
Hay un buen número de actividades que los docentes pueden utilizar en el aula conjuntamente para abarcar los tres sistemas de representación. Para trabajar la representación visual es bueno que anoten en la pizarra lo que explican de forma oral, que utilicen distintos soportes visuales para acompañar la información, como presentaciones o fotografías y encargarles tareas de lectura. En la representación auditiva, es primordial realizar exposiciones orales, que los alumnos lean en voz alta los libros de texto en clase, realizar ejercicios de dictado o dar instrucciones verbales y fomentar el dialogo en clase. Por último, para reafirmar la representación kinestética se pueden utilizar gestos para acompañar las instrucciones orales, incluir prácticas y experimentos reales en las actividades teóricas o realizar representaciones con juegos que impliquen movimiento.