De ocultar información a mentir
En 1977, los máximos responsables de la petrolera estadounidense Exxon recibieron un documento interno que ocultaron al mundo. El informe, elaborado por científicos de la compañía, predecía el incremento de la temperatura global del planeta debido a los gases de efecto invernadero causados por la acción humana. Desde entonces y hasta 2003, los directivos de Exxon accedieron a otras 16 proyecciones del aumento de la temperatura asociado a la acumulación de CO2 en la atmósfera.
Pese a que la multinacional conocía con exactitud la amenaza del calentamiento global que provocaban los combustibles fósiles, orquestó un plan para retrasar la acción climática. En 2019, un tribunal de Nueva York absolvió a sus responsables de ocultar a los inversores los costes de las regulaciones contra el cambio climático, pero no les exoneró de “responsabilidad por contribuir” a la actual crisis del clima.
El hecho de ocultar información a la opinión pública sobre una cuestión tan sensible forma parte de una estrategia en la que también tienen cabida los bulos, las noticias falsas, las mentiras y las manipulaciones. La suma de todos estos ingredientes ha articulado un mensaje negacionista que cala en parte de la población. Las redes sociales y determinadas páginas de Internet han contribuido a expandir estas fake news que cuestionan la existencia de la crisis climática.
🔴 Mentiras para todos los gustos
La organización Acción por el Clima contra la Desinformación establece tres grandes categorías de mentiras climáticas: desde la negación rotunda en la que se expanden estafas y bulos climáticos, a la selección parcial de datos y las falsas soluciones.
La estrategia funciona. Una encuesta reciente del Observatorio de la Juventud de la Fundación SM revela que un 40 % de los menores de 30 años en España cree que la crisis climática es una exageración. En el estudio han participado 1.500 jóvenes residentes en España de entre 15 y 29 años.
Negar la realidad del cambio climático
Pero desde hace tiempo, las señales que lanza el planeta son evidentes: el nivel del mar aumenta debido a la fusión de los casquetes polares; los periodos de sequías prolongadas se expanden; se registran multitud de fenómenos meteorológicos extremos; se alargan los episodios de calor… Sus efectos amenazan la supervivencia de miles de especies animales y vegetales.
Las evidencias científicas demuestran que la huella de las actividades humanas desde mediados del siglo XIX está detrás de este calentamiento. El consumo de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas provoca emisiones de efecto invernadero que atrapan el calor del sol y elevan las temperaturas.
Naciones Unidas cuenta con un grupo coordinado de 2.000 especialistas, llamado Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), que investiga desde hace cuatro décadas este asunto. Sus estudios anuales confirman lo que es un hecho evidente: el cambio climático es imparable y cada incremento de las temperaturas se traduce en una rápida escalada de riesgos. Negarlo implica renunciar a muchos de los parámetros de la ciencia y estar fuera de la realidad. Algunas de estas falsedades se repiten una y otra vez.
Mentiras sobre el cambio climático
1. El cambio climático no es real
En su último informe de 2023, el IPCC concluye que las actividades humanas “han causado de manera inequívoca” el calentamiento global, con una temperatura que ha aumentado en la última década 1,1 °C por encima de la media registrada entre 1850 y 1900.
Otro documento reciente del programa europeo Copernicus corrobora esta tesis. Sus mediciones demuestran que el invierno que acabamos de pasar ha sido el más cálido desde que hay registros, al igual que la temperatura en la superficie de mares y océanos (más de 21° C en marzo).
2. Los embalses se vacían para crear sequía
Los embalses están secos precisamente porque falta agua ante la ausencia prolongada de lluvias. “Además, como los últimos años son más calurosos, se recalienta la atmósfera y se evapora más agua, sobre todo en láminas acuáticas retenidas como ocurre en estas represas”, explica el responsable de Clima de Ecologistas en Acción, Javier Andaluz. A esto se suma que el caudal de los acuíferos, que aportan una cantidad considerable de fluido a ríos y lagos, cada vez es más bajo, debido a la sequía y a la sobreexplotación.
3. El calentamiento global se debe a la fumigación aérea con pesticidas
Este argumento es la base de la famosa teoría de los chemtrails (abreviatura de estela química, en inglés). Esta tesis sostiene que las estelas de condensación del vapor de agua que emiten los motores de los aviones son, en realidad, productos químicos que se lanzan a la atmósfera para modificar artificialmente el tiempo o el clima.
En un estudio realizado en 2016 por la Universidad de California (EE. UU.), 76 científicos no encontraron evidencias de que dichas estelas fueran el resultado de un programa atmosférico secreto a gran escala. Además, si contuvieran compuestos metálicos, haría falta una cantidad tan enorme de material para dejar un rastro de tales dimensiones que ningún avión sería capaz de transportar semejante peso.
Estas estelas persistentes son, en realidad, “nubes de cristal de hielo que se forman alrededor de los aviones, a partir de partículas de hollín y vapor de agua del motor, que pueden propagarse y formar nubes tipo cirros”, resume la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
4. No es para tanto que la temperatura del planeta suba uno o dos grados
De entrada, esa cifra tal vez parezca baja, pero es alarmante. Si se supera ese umbral, los efectos del cambio climático serán catastróficos. En su informe de 2018, el IPCC advierte del abismo que supone solo medio grado de diferencia.
- Por ejemplo, si el calentamiento global se estabiliza en un aumento de 1,5 °C, el océano Ártico solo estaría libre de hielo en septiembre una vez cada siglo.
- Si, en cambio la temperatura alcanzara los 2 °C, este fenómeno se repetiría 1 de cada 10 años. O se perderán tres millones de toneladas de pesca anuales, en lugar de 1,5 millones de toneladas con medio grado menos.
5. El clima siempre ha cambiado a lo largo de la historia, estamos en uno de esos ciclos
Es cierto que el clima no es un elemento constante, pero oscila siempre dentro de un rango y sus variaciones no son tan abruptas. A lo largo de la historia de la Tierra, ha sido siempre así debido a causas naturales, como en el último periodo glaciar.
Pero las circunstancias actuales son muy diferentes. “El actual incremento de la temperatura global es de origen antropogénico, es decir, está motivado por la actividad del hombre. En concreto, por la emisión de gases de efecto invernadero. La velocidad de crucero a la que ocurre también demuestra que este fenómeno está muy alejado de causas naturales”, señala Javier Andaluz.
6. El CO2 es beneficioso para las plantas
Una mayor concentración de dióxido de carbono sí puede ayudar a que las plantas tengan más cantidad de nutrientes disponibles en la atmósfera, pero su efecto en términos relativos es muy pequeño. En realidad, lo que provoca es sequía. Ese estrés hídrico afecta de forma negativa al metabolismo de las plantas, ya que miles de ejemplares mueren por calor y falta de agua.
Además, el aumento de las temperaturas favorece la aparición de plagas, hongos y enfermedades, que se extienden a gran rapidez por bosques y cultivos.
7. El calentamiento se debe a que la fuerza del sol es cada vez mayor
“El índice de radiación solar medido por satélite no muestra un aumento que justifique por sí solo las elevadas temperaturas, solo pequeñas variaciones en la actividad solar”, argumentan desde el Comité de Expertos sobre Cambio Climático de Cataluña. De hecho, la actividad solar lo único que indica es que el Sol tiene un proceso cíclico. A veces está más activo, pero en otras ocasiones su actividad es menor. Ese efecto es diminuto en relación con el que tiene el incremento de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
✔️ ¿Qué hacer? Informarse con espíritu crítico
Ocurre que mucha gente carece de suficientes conocimientos sobre determinadas cuestiones y, al acceder a las redes sociales, entran en un territorio pantanoso. “Surgen narrativas que nacen del desconcierto y de las preocupaciones de muchas personas, y se aprovechan para generar dudas o, directamente, para mentir”, argumenta la periodista de Maldito Clima, Maribel Ángel-Moreno.
Para no caer en la trampa, es imprescindible que los ciudadanos aborden la información con espíritu crítico y se mantengan alerta ante cualquier dato o afirmación que les chirríe. “Eso ayuda a que la gente reflexione unos segundos antes de creerse y compartir una posible noticia falsa”, añade.
También es recomendable comprobar bien qué medios de comunicación y fuentes de información son fiables y huir de los datos aislados sin contexto, que solo aportan confusión.