Perro de montaña de los Pirineos: todo lo que debes saber sobre esta raza

La apariencia del gran Pirineo es la de un perro imponente y majestuoso, de enorme fortaleza y mirada serena. Una bola de pelo con patas, porte distinguido y mucha gracia.

El patou es de tamaño muy grande pero posee un cuerpo más estilizado que otros molosos, lo que le confiere cierta elegancia. Es fuerte, robusto y está bien proporcionado. También es ágil, se mueve con soltura.

Los machos adultos suelen medir entre 70 y 80 cm a la cruz (desde la base del cuello al suelo) y pesan unos 50 kg. La altura de las hembras es de 65 a 75 cm y su peso ronda los 40 kg.

Los ojos del montaña del Pirineo tienen forma almendrada y suelen ser de color marrón o ámbar. Las orejas son de tamaño mediano, anchas, triangulares y caen a los lados de la cabeza. La cola es larga, la lleva baja en reposo y con una ligera curva hacia arriba cuando está alerta o en movimiento.

La raza tiene una esperanza de vida de 10 a 12 años.

El manto es doble. Está formado por una capa interna suave, densa y lanosa, que le proporciona aislamiento contra las heladas temperaturas de las montañas, y por un pelaje exterior largo, liso, y grueso, que repele la humedad y la suciedad.

Por lo general, el color es blanco puro o blanco con manchas grises, amarillas pálidas o anaranjadas en zonas como la cabeza, las orejas y la base de la cola.

La raza es milenaria. Tradicionalmente ha sido criada para disuadir a los lobos y otros depredadores, como los osos, y proteger a las ovejas en las cumbres nevadas de la cordillera pirenaica, entre España, Andorra y Francia. Son perros valerosos, sin miedo a nada, que pueden pasarse horas atentos y vigilantes mientras cuidan los rebaños.

Se ignora desde cuándo habitan en las montañas de los Pirineos, pero sí es conocido que guardaban castillos en la Edad Media.

En el siglo XVII la nobleza francesa utilizó al gran Pirineo como protector y guardián, y se empezó a valorar como perro de compañía en la Corte del rey Luis XIV, hasta la llegada de la Revolución Francesa.

En 1907 se creó el primer club del perro de montaña de los Pirineos y en 1923 se inscribió el primer estándar de la raza. La Federación Cinológica Internacional (FCI) la reconoció oficialmente en 1955.

Aunque su función como perro guardián de rebaños ha disminuido por los cambios en la industria ganadera, sigue estando presente en las regiones montañosas donde se originó y es una parte importante de su cultura y su patrimonio. También se utiliza como guardián de rebaños en países como Estados Unidos y Australia.

La forma de ser de la raza está profundamente marcada por su naturaleza como perros de trabajo.

Su temperamento es equilibrado, noble, tranquilo y muy paciente, pero posee un fuerte instinto de protección y defensa que le lleva a pasar a la acción rápidamente ante una amenaza. Es una raza tan leal con los suyos que, si es preciso, pondrá su vida en peligro cumpliendo su función.

El gran Pirineo impone un profundo respeto. No solo por sus dimensiones, sino porque tiene una forma de ser reservada, independiente y, a menudo no muy sociable, que acompaña de un semblante serio. Sin embargo, aunque le cueste demostrarlo, también es dulce, afectuoso y manso con sus seres queridos.

Es un perro inteligente, pero su naturaleza de guardián le puede llevar a actuar por su cuenta y a tomar la iniciativa en algunas situaciones, mostrando un lado terco. Para marcarle límites, es preciso educarlo y socializarlo desde que es un cachorro, de manera firme y coherente, para que aprenda códigos de conducta y atienda y acate las órdenes de su dueño.

Es un magnífico disuasor, que usará sus potentes ladridos para advertir a un animal o una persona que perciba como una amenaza, antes de actuar de una manera más contundente.

En ocasiones, la raza también se utiliza en labores de rescate.

El gran Pirineo puede ser un buen compañero para los niños. La paciencia es una de sus virtudes y un rasgo de su carácter esencial a la hora de relacionarse y pasar buenos ratos con ellos. Por su tamaño y fuerza, puede ser brusco, subirse encima o derribarles sin querer al jugar. La mejor manera de prevenir que esto suceda, es vigilar continuamente todos los momentos que compartan.

Con animales domésticos, como los gatos, y con otros perros puede mostrar un carácter dominante y territorial. En este sentido, la socialización temprana será esencial para que se acostumbre y tenga una convivencia sin problemas y un comportamiento calmado y pacífico con sus congéneres.

La higiene general de un gran Pirineo es sencilla. Con un buen hábito en los cuidados, será fácil velar por su salud y mantenerlo con un aspecto limpio.

Su blanco pelaje largo requiere, al menos, dos cepillados a la semana para evitar posibles enredos, eliminar los restos de pelo muerto y la suciedad que puede hacerle perder su brillo.

En primavera, cuando muda su capa interna, se le cae bastante pelo y el cepillado debe ser diario para que no invada toda la casa.

Salvo que pase tiempo en el exterior y se ensucie de manera inusual, el montaña del Pirineo necesitará  un baño cada mes y medio o dos meses. Para la limpieza tiene que utilizarse un champú suave, indicado para perros que no irrite su piel y cuide las propiedades protectoras de su manto.

Por sus dimensiones, es conveniente llevarlo a cabo en un área espaciosa, como un patio o en una bañera grande.

Las orejas deben examinarse semanalmente para proteger los oídos de posibles infecciones. Si se detecta un exceso de cera o de suciedad conviene limpiarlo usando un líquido auricular.

Unos ojos saludables no pueden presentar lágrimas o acumular secreciones y polvo. Para prevenir su irritación se aconseja limpiar los ojos con frecuencia con una gasa y una solución oftálmica recomendada por el veterinario.

La acumulación de placa y sarro es el origen de la mayoría de los problemas dentales y de encías. El cepillado de los dientes debe hacerse varias veces a la semana con un cepillo y una pasta dental formulada para perros, para garantizar que permanecen limpios.

Las uñas se tienen que cortar a menudo porque, si le crecen demasiado, pueden provocarle daños y dolor al caminar o correr.

Su pelo largo es un lugar ideal para que proliferen las pulgas y las garrapatas. Las revisiones cada vez que vuelva de pasar tiempo al aire libre deben ser constantes, al igual que el uso de productos antiparasitarios.

El gran Pirineo necesita ejercitarse y jugar a diario para sentirse feliz y conservar un temperamento equilibrado, que es la base fundamental para que no desarrolle problemas de conducta. Está recomendado para dueños activos, a los que les guste el deporte y pasar tiempo al aire libre o en la naturaleza.

Es especialmente importante adecuar el ejercicio a la edad de cada ejemplar. Al ser un perro moloso, mientras está creciendo las actividades no deben ser intensas ni excesivas y deben evitarse los saltos, porque pueden provocar problemas en sus articulaciones en desarrollo.

Si habita en una vivienda con un amplio jardín al que tenga acceso libre, él mismo se moverá a su antojo, pero aún así, diariamente debe poder dar paseos o hacer caminatas largas para liberar energía. Además, el senderismo en bosques o por rutas de montaña, explorando el entorno, estará entre sus actividades favoritas porque se encontrará en su medio natural.

En cuanto a los juegos, esconder juguetes o premios que tengan que encontrar es una manera excelente de estimularlos mentalmente. También hay ejemplares a los que les encantará recuperar pelotas o frisbees lanzados por sus dueños. El entrenamiento de obediencia tampoco puede faltar para enseñarle a atender las órdenes que se le den, como acudir a la llamada, permanecer quieto, sentarse, caminar junto o no subirse encima. Las sesiones tienen que ser lo suficientemente entretenidas y variadas, porque el montaña del Pirineo es inteligente y puede aburrirse fácilmente.

Es una raza que come mucho y puede hacerlo sin límite. Para que se mantengan en un peso saludable, además de hacer ejercicio de manera habitual, deben tener una alimentación equilibrada.

Los alimentos comerciales tienen que estar formulados para razas grandes y gigantes. Y deben contener ingredientes de calidad y nutrientes esenciales como las proteínas, y una correcta proporción de minerales y vitaminas que ayuden a mantener la energía que necesitan y la salud de las articulaciones, el corazón y la piel.

La cantidad de alimento indicada puede variar según la marca del fabricante, pero debe adecuarse a la actividad del perro, su peso, edad y otros factores individuales. En este sentido, es vital controlar diariamente que no ingieren más calorías de las que queman, para prevenir un aumento de peso que pudiera ejercer presión sobre sus huesos y articulaciones.

Además, para reducir al mínimo las posibilidades de que el gran Pirineo sufra una torsión de estómago que ponga en peligro su vida, suele ser beneficioso que realice comidas menos copiosas y más frecuentes. Ante la duda, se recomienda consultar siempre con un veterinario.

Los montaña de los Pirineos son perros fuertes y resistentes pero pueden sufrir complicaciones, algunas de ellas propias de razas grandes.

• Displasia de cadera: es una enfermedad hereditaria que se desarrolla cuando la cadera y el fémur no encajan bien. Los síntomas varían en función de la edad del perro, y pueden incluir que no quiera subir escaleras, saltar y correr, que sufra cojera, que camine con las patas traseras muy juntas, que tenga dolor al palparle las caderas o que permanezca acostado más tiempo de lo normal.
• Torsión gástrica o de estómago: es una patología en la que se produce una dilatación abdominal del estómago del animal, que se retuerce con respecto a su posición normal, reteniendo dentro gases, comida o líquidos. Puede ser mortal y deber ser tratada rápidamente. Es importante conocer las señales, que suelen ser el babeo, el abdomen hinchado, que el perro muestre una inquietud o nerviosismo fuera de lo normal, y que intente vomitar sin expulsar comida.
• Problemas de la piel: por su espeso pelaje, la raza tiene cierta tendencia a padecer enfermedades cutáneas como la dermatitis, infecciones por hongos e infecciones bacterianas.

El gran Pirineo tiene dos espolones en sus patas de atrás, seis dedos en lugar de cinco. Ese espolón de más puede tener dos funciones, permitirle un mayor agarre y estabilidad sobre terrenos nevados o helados, y ayudarle a frenar con más facilidad después de correr para ahuyentar un animal.

Por su gran tamaño y su naturaleza es un perro que necesita un lugar amplio para vivir y moverse sin limitaciones. La vivienda perfecta será aquella que tenga un jardín extenso y bien cercado, que le impida escaparse si siente la tentación. En cuanto al entorno, lo ideal es que esté en el campo o muy cerca de áreas naturales. No es una raza apta para tener en un piso en la ciudad.

El gran Pirineo tampoco está hecho para la vida sedentaria. Necesita estímulos y ejercicio a diario. Debido a su carácter algo complejo, su fuerza y su envergadura, no es recomendable para personas o familias que no tengan experiencia y la firmeza y la capacidad necesaria para educarle.

Al ser una raza muy grande, los gastos de manutención, como los relacionados con la alimentación, serán mayores. En ejemplares usados como perros de exposición, que necesitarán un mantenimiento mayor, el peluquero canino también supondrá un incremento del presupuesto.

Es un perro profundamente conectado con la naturaleza y la historia de la vida en las montañas. Un símbolo de fuerza, valentía, lealtad y nobleza que será un maravilloso perro de compañía para personas y familias que entiendan su carácter, y se comprometan con sus necesidades y sus cuidados.