El código ético del voluntariado resuelve dudas. Ayuda a quienes de manera altruista prestan su tiempo y su ayuda a las personas que necesitan apoyo. Es una guía de orientación, un listado de deberes y obligaciones que marca las pautas de trabajo. Se aprobó hace más de una década con el consenso de 29 organizaciones, pero hoy ha recopilado el apoyo unas 60. Su aprobación significó la maduración del sector, que fue capaz de ponerse de acuerdo a favor de unos ideales comunes, pero todavía es necesario que se consolide. la cifra de apoyos es interesante, pero demasiado baja en comparación con el total de ONG registradas.
Las organizaciones de voluntariado aprobaron en el año 2000 el código ético por el que se rige su funcionamiento. Sin embargo, los miembros de estas entidades y, en concreto, los voluntarios, cuentan también con su propio listado de normas. Las entidades pertenecientes a la Plataforma del Voluntariado de España presentaron este documento en las Jornadas Voluntarios 98.
El código se divide en cuatro apartados de deberes: hacia los beneficiarios, hacia la organización, hacia los otros voluntarios y hacia la sociedad.
- Beneficiarios.
Establece la «entrega generosa de lo mejor de uno mismo» para actuar con profesionalidad, humanidad y eficacia. La ayuda se presta de manera gratuita y desinteresada. No se obtiene ningún tipo de compensación material. Pero esto no debe traducirse en una merma de la calidad. Es fundamental respetar y defender la dignidad de los beneficiarios, mantener la confidencialidad y discreción en el uso de sus datos, crear un clima de respeto mutuo y fomentar en ellos la superación personal y la autonomía. El objetivo final es alcanzar el desarrollo integral de las personas. Para ello, la Plataforma recomienda ser paciente en la consecución de resultados.
Es imprescindible conocer el funcionamiento de la entidad -ideas, fines, estatutos, programas, métodos de trabajo…- antes de comprometerse con ella. Saber de antemano cuáles serán las responsabilidades y el modo en el que habrá que realizarlas clarifica si se dispone del tiempo o la preparación suficientes. El respeto a la organización es básico. «Hay que cumplir los compromisos adquiridos y realizar con seriedad las tareas encomendadas». De la misma manera, en caso de renuncia, se debe comunicar con antelación para evitar perjuicios a los beneficiarios o a la organización.
El trabajo de cada voluntario es valioso. Hay que respetar la dignidad y la libertad de cada uno, tanto de la propia ONG como de otras, y «adoptar una actitud de apertura y escucha». El trabajo en equipo es la pieza clave. La coordinación, una comunicación fluida y un clima de convivencia agradable son los tres pilares básicos. No hay sitio para la competitividad y la rivalidad, sino para el intercambio de sugerencias, ideas, propuestas y experiencias.
Conocer la realidad socio-cultural para mejorarla es la máxima de este capítulo. Cuando se descubren las necesidades de las personas, se mejora el servicio que se les presta. Las organizaciones apuestan por colaborar con las administraciones públicas para complementar su labor y comunicarles las situaciones de necesidad o marginación que detecten. La referencia en todos los casos es la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Debe garantizarse que se cumple y regir el trabajo de los voluntarios.
Ideales y valores
Este código ético fue el resultado de intensas sesiones de trabajo por parte de representantes de varias ONG. Así lo recordaron en la presentación del mismo. Tanto esfuerzo fue imprescindible para redondear un listado de deberes y obligaciones que reúne, en realidad, «ideales comunes y valores» de los voluntarios.
Refleja las señas de identidad del movimiento voluntario y es una guía de orientación
Una treintena de ONG apostaron por la reflexión y el diálogo para dar forma al contenido definitivo, «abierto al compromiso moral de cuantas personas quieran expresar su conformidad con él». Hasta el momento, la cifra de adhesiones duplica a los apoyos iniciales.
El código ético refleja las señas de identidad del movimiento voluntario y es una guía de orientación para que sus miembros den «lo mejor de sí mismos». Pretende la reflexión de cada voluntario o cooperante sobre su actividad y su compromiso. Marca las pautas para conseguir una tarea profesional. «Constituye una valiosa carta credencial, una especie de documento de identidad», en palabras del director de Voluntarios 98, Miguel Osorio.
A finales del año 2000, las organizaciones de voluntariado siguieron el camino iniciado dos años atrás y aprobaron su propio código ético. Respaldado también por la Plataforma del Voluntariado de España, este código se justificó por el crecimiento cuantitativo y cualitativo de las entidades, así como por un mayor sentimiento de solidaridad en la sociedad civil y una respuesta a las necesidades sociales.
El primer propósito de este texto es consensuar una definición de organizaciones de voluntariado, entendidas como organizaciones de iniciativa social y carácter privado, pero sin ánimo de lucro, que desarrollan su actividad en el ámbito de la acción social. Son requisitos que estén constituidas legalmente y trabajen a favor de los demás.
En el capítulo dedicado a las relaciones con los voluntarios, aboga porque las organizaciones faciliten su integración progresiva, potencien la participación, acuerden el tiempo de dedicación, las responsabilidades y las tareas de los voluntarios, ofrezcan itinerarios educativos para la formación y prioricen el trabajo en equipo.
Todas las organizaciones adheridas a este manifiesto adquieren el compromiso de su cumplimiento, que se garantiza a través de una Comisión de Seguimiento. Este órgano asesora a las organizaciones en su aplicación, elabora recomendaciones y propuestas de trabajo y promueve grupos de actualización, estudio y aplicación del Código para que se convierta en una herramienta útil y eficaz.