Las personas se labran una reputación en la sociedad según sus actos y palabras en público. El boom de Internet y la participación de los ciudadanos en multitud de sitios web y redes sociales ha evidenciado más este hecho, al tiempo que sirve de memoria indeleble, gracias a los buscadores y sus memorias caché, que guardan para siempre cualquier dato que se publique. Por ello, es conveniente ejercer un control sobre la reputación digital, tanto para aumentarla como para evitar disgustos.
Imagen: Guttorm Flatabø
Mientras en la vida real los comentarios caducan, la información que se publica en Internet en relación a una persona permanece en la Red, a disposición de cualquiera y sin importar el lapso de tiempo que haya pasado desde que se produjo el acontecimiento.
Hasta la aparición de la Web, los medios impresos (periódicos y revistas) interpretaban un papel similar para configurar la reputación de alguien. La búsqueda en hemerotecas devuelve gran cantidad de datos sobre cualquier tema. En el mismo sentido actúan la radio y la televisión, aunque sus características inherentes no favorecen que la gente grabe sus contenidos.
En Internet los contenidos persisten
Todo la información que se publica en Internet en relación a una persona permanece en la Red a disposición de cualquiera y sin importar el paso del tiempo
Uno de los enemigos de la buena reputación de una persona es la publicación de datos falsos o erróneos, ya sea con intenciones aviesas o por simple confusión. En el caso de los medios impresos tradicionales, si se equivocan y son conscientes de ello o el lector reclama, la costumbre generalizada lleva a publicar una fe de erratas. Lo mismo sucede en caso de sentencia judicial contra un medio de comunicación.
Sin embargo, aunque se pueda emplear el mismo mecanismo en muchos medios de Internet o blogs, se deben tener en cuenta diversos factores, propios de la Red, como la facilidad con que la información se extiende de blog en blog, en «copia y pegas» o mediante enlaces que comentan la noticia. Esto provoca que en los buscadores se pueda encontrar en primer lugar la información difamatoria, o errónea, por aparecer en más sitios, que la rectificación oportuna, que se puede extender en menor medida.
Por otro lado, los buscadores, para facilitar su trabajo, almacenan copias de las páginas web en sus servidores. Esto provoca que aunque el sitio original borre los contenidos o se disculpe, siempre habrá una forma de encontrar esa información. Sobre todo con servicios como Archive.org, que permiten bucear en el pasado de los sitios, como si fuera una gigantesca hemeroteca de la Red.
Perfiles y medidores de popularidad
Aunque el sitio original borre los contenidos o se disculpe, siempre habrá una forma de encontrar esa información
Algunos sitios se dedican a recopilar la información que los usuarios comparten en Internet para conformar perfiles personales. Un ejemplo es 123People, que cuenta con un buscador donde localizar información sobre cualquier persona, o ZoomInfo. Si no se desea aparecer en estos sitios, lo más sensato es restringir las aportaciones en público vinculadas al nombre real de la persona y utilizar seudónimos.
Por otro lado, con el auge de las redes sociales, muchas personas tratan de recolectar contactos como si así consiguieran mayor prestigio y reputación. Sitios como Facebook limitan el número de contactos máximos a 5.000 personas, mientras que otros como Twitter no los restringen. Esto permite a personajes populares, como actores, deportistas o políticos, congregar audiencias de millones de personas atentas a sus tweets.
Esta pasión por recolectar contactos, y el éxito que tienen los listados en Internet, ha provocado que surjan varias clasificaciones según el número de seguidores. Unos se centran en contabilizar los seguidores, como Twitterholico We Follow, que realiza clasificaciones por ciudades y profesiones de los usuarios de Twitter, y Soy Follower, que sigue el mismo esquema que We Follow pero con mayoría de usuarios hispanohablantes.
Es muy difícil limpiar por completo la reputación digital de alguien
Twitter Gader y Alianzo se diferencian porque su clasificación considera distintos factores (como los retwitts o la diferencia entre el número de seguidos y seguidores). En el caso de Alianzo, se abre la posibilidad a sus usuarios de decidir qué importancia se concede a cada uno de los factores. Por otro lado, Listoriousrecopila las listas de Twitter que más seguidores congregan y toma nota de las personas que más aparecen en estas selecciones. En los retwitts se centra Retweet Rank, que señala a las personas cuyos mensajes se reenvían dentro de la red del microblogging.
En originalidad gana The Whuffie Bank, una organización sin ánimo de lucro que introduce la información que recopila de Twitter en una especie de juego bancario. El sitio crea una clasificación de la reputación, en la que tiene en cuenta factores como el número de «retwitts» (reenvíos de mensajes), quién los efectúa (por su número de seguidores) y si el reenvío se realiza de un contenido que sólo tenga texto (lo más valioso según ellos) o incluye un enlace. Con esta combinación otorga un sueldo mensual, en moneda ficticia. Los usuarios del sitio pueden compartir su «riqueza» con otras personas.
Ante el problema que supone que se publiquen datos falsos sobre una persona o datos que no interesan a las empresas, han surgido compañías que anuncian ser capaces de limpiar la reputación de una persona. Sin embargo, este objetivo es muy difícil de conseguir, dada la naturaleza descentralizada de Internet y puesto que los buscadores no regulan el contenido de la Red.
Los buscadores sólo se limitan a referir o indexar los datos que rastrean sus robots y que empresas o personas han publicado en sus respectivos sitios web o blogs. De esta manera, la baza de estas empresas consiste en que los resultados negativos no aparezcan en las primeras páginas de los buscadores para intentar disimularlos, pero una búsqueda concienzuda desvelará la información que se quiera ocultar.