Los “chiringuitos” financieros son empresas que prestan servicios de inversión sin estar registradas. Mientras la crisis ha hecho caer la autoestima y el buen ánimo de muchos ahorradores, después de que su situación empeorase, sus deudas crecieran y su poder adquisitivo disminuyera, otros han aprovechado estas situaciones para promover estafas. En los últimos años, cuando los tipos de interés han estado en mínimos (en el 1%), empresarios pícaros han aprovechado la ocasión para poner en marcha empresas de servicios de inversión que operan al margen de la ley, con el ánimo de captar ahorradores ávidos de ganancias fáciles. Sus ganchos son seductores: beneficios que superan el 20% mensual. Si fuera cierto, se ganaría hasta un 160% al año.
Cifras en aumento
Sólo en 2009, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) español alertó sobre más de 400 empresas que operaban sin autorización, un 56% más que en 2008. En los últimos dos años de crisis, los estafadores han crecido más del doble.
La legislación española obliga a bancos, cajas de ahorros, cooperativas y entidades de financiación a registrarse en el Banco de España, el supervisor reconocido para velar por la correcta actividad de estas sociedades. También en esta institución deben registrarse las empresas que operan en el ámbito de los mercados de divisas. Si la empresa presta servicios de inversión como gestora de fondos, agencia o sociedad de valores, debe estar inscrita en la Comisión Nacional del Mercado de Valores.
Las empresas ilegales prometen intereses superiores al 20% mensual
Desde la entrada en vigor en 2007 de la ley MiFID, que regula los mercados en Europa, el asesoramiento financiero es una actividad reservada a entidades autorizadas. Por tanto, se pueden consultar los registros oficiales de la CNMV para comprobar si la entidad está autorizada para prestar este servicio.
Rentabilidad excesiva
Los «chiringuitos» destacan por sus promesas de altas rentabilidades y su forma de trabajar opaca, poco transparente y basada en técnicas comerciales agresivas. Las comisiones que cobran por su asesoramiento son muy elevadas.
Estas entidades exigen que el dinero se desembolse mediante ingreso en una cuenta corriente (en ocasiones, en el extranjero) a nombre de una sociedad no española, de forma que sea difícil identificarlas. Con la crisis, algunas de estas características se han incrementado. Hay algunas pistas sospechosas de las que conviene desconfiar:
Promesas de alta rentabilidad: la oferta de tipos de interés fuera de mercado es el primer indicio que debe mover a un inversor a desconfiar de una empresa. Desde mayo de 2009, los tipos de interés oficiales se sitúan en el 1%, lo que ha reducido las rentabilidades de los productos de ahorro tradicionales vinculados a ellos, como las cuentas y los depósitos a plazo. En general, los instrumentos de ahorro conservador no han superado en todo este tiempo más de un 3% TAE (en periodos de un año). Algunas excepciones han alcanzado un 5% o un 6% de interés, pero han exigido una fuerte vinculación del cliente.
Las promesas de rentabilidad de los «chiringuitos financieros» superan con creces estos intereses. Así se constata tras conocer los casos de varias empresas no autorizadas desmanteladas en España. Global Valores vendía emisiones de deuda garantizada con una rentabilidad anual del 20%, Dividium Capital (con sede en Palma de Mallorca) proponía intereses del 12% mensuales y Traders International Return Network (TIRN) captaba inversores atraídos por unas supuestas ganancias del 22% mensual.
Cuidado con las empresas de divisas: desde la CNMV advierten de una proliferación, en los últimos meses, de empresas no autorizadas para operar en el ámbito de las divisas. Es un mercado en el que las posibles ganancias son muy altas y el momento actual es óptimo para invertir en moneda extranjera, dada la elevada volatilidad y los fuertes altibajos que sufren los tipos de cambio.
Se han multiplicado en los últimos meses los establecimientos que se presentan como intermediarios para operar en este ámbito. Muchos utilizan el apellido «Forex» en sus denominaciones sociales (es el nombre con el que se conoce al mercado internacional de divisas y se ha convertido en una pista para detectar algunos «chiringuitos»): Forex Yard, Finanzas Forex, Gestión Forex o Almaforex son algunos nombres que figuran en la lista negra del regulador.
Correos electrónicos y phising, entre otros, los cómplices «on line»: Internet ha hecho posible la globalización, también en el ámbito financiero. Por eso, una empresa con sede en un país extranjero puede captar inversores españoles a través de su web. La Red permite una difusión internacional, pero una gran dificultad de localización para los supervisores. En muchos casos, las empresas tratan de captar usuarios vía mail, el principal canal que utilizan para lanzar los anuncios de altas rentabilidades. Casi siempre solicitan muy pronto un número de cuenta, un aspecto que debe hacer sospechar.
Destinos de costa y jubilados: numerosos jubilados, sobre todo procedentes de países europeos, que se instalan en las costas españolas pueden favorecer la puesta en marcha de chiringuitos cuya actividad se dirige a captarles como clientes. En general, los estafadores trabajan con el objetivo de atraer clientes adinerados y ávidos de ganancias fáciles.
1. Verificar que la empresa está autorizada para prestar servicios de inversión. Para ello, se pueden consultar los Registros Oficiales de la CNMV o solicitar información en el teléfono a disposición de los inversores (902 149 200). No hay ningún Fondo de Garantía que cubra el dinero depositado en empresas no registradas para prestar servicios de inversión.
2. Exigir información por escrito sobre la inversión y concederse tiempo para su estudio.
3. Desconfiar de las inversiones en productos financieros complejos que no cotizan o que lo hacen en mercados extranjeros.
4. Evitar tomar decisiones de inversión basadas en una “relación de confianza” y con la urgencia de “no perder una oportunidad única”. Una de las diferencias entre las entidades autorizadas y los chiringuitos financieros es que las primeras invitan al inversor a plantear sus dudas y le facilitan la información necesaria, mientras que el objetivo de los estafadores es confundirle y hacerle sentir ignorante para que confíe en ellos.