El voluntariado artístico es diferente, es un modo de ayudar a los demás a través del aprendizaje, la originalidad, el arte y, sobre todo, la sonrisa. Admite cualquier modalidad. Busca profesores que quieran enseñar de un modo alternativo o artistas que sepan tocar la guitarra, hacer juegos malabares o pintar un cuadro.
Saber cantar, contar historias, tener conocimientos de escultura, fotografía, joyería, cine, jardinería y carpintería, saber organizar una obra de teatro, diseñar una página web, actuar, tocar la guitarra, hacer malabares, cantar, bailar, pintar, construir, enseñar actividades circenses o guiñol. Todas son capacidades artísticas óptimas para el voluntariado. «Siempre he creído que no hay mayor éxito en la vida que dejarte llevar por tus pasiones y vivir del modo en que deseas vivir». Son palabras de Monique Julian, directora de Creative Corners. Este proyecto artístico pone en práctica la filosofía personal de su fundadora y conjuga, según indica ella misma, tres de los principales elementos para disfrutar la vida: viajar, el arte y trabajar en proyectos comunitarios.
Su objetivo era ser voluntaria en una organización que le ayudara a utilizar su creatividad «de un modo útil y productivo». «Tras mucho buscar, terminé como voluntaria en Bolivia durante siete meses, como profesora de inglés. Sin embargo quería hacer más», relata. Comenzó a enseñar en talleres creativos en la calle y en aldeas, dio clases de arte en casa para niños sordos, escribió el guión de un musical navideño y de un circo, que se representó con 80 niños de un orfanato.
Se valoran los conocimientos de guitarra, malabares, canto, baile, pintura, actividades circenses o guiñol
La historia de Monique Julian, y el trabajo que realiza, se repite hoy en varias partes del mundo, aunque todavía de forma tímida. El arte no es la principal herramienta de voluntariado, aunque organizaciones como Capacitarte se lo propongan. Esta asociación «inclusiva e intercultural», como se define, trabaja para el desarrollo y el fomento del arte. En su caso, se dirige a personas con discapacidad, con la idea de que la creatividad es un bien común que debe utilizarse en beneficio de todos.
Capacitarte asegura funcionar «por amor al arte». A través de él busca la integración en la sociedad de personas con capacidades especiales. Organiza talleres de pintura, fotografía, teatro o música y cursos de formación para profesionales. Porque además de haber gente que quiere aprender, es imprescindible que haya quien les enseñe.
Monique Julian recalca que su experiencia en este tipo de voluntariado, «con niños que nunca antes habían actuado, fue tremendamente excitante». Conseguir que estos pequeños disfrutasen «al darse cuenta de que eran capaces de aprender y de actuar» supuso una sensación indescriptible para ella. Por este motivo, cuando regresó a Reino Unido, creó una compañía de viajes de voluntariado especializada en proyectos artísticos comunitarios. Así surgió Creative Corners, que cuenta con personas creativas, artistas a quienes les gusta viajar, profesores, apasionados de la actuación y las artes en general.
Animar a otros artistas
Imagen: Creative Corners
Monique Julian confía en que su experiencia anime a otros artistas, profesores y viajeros «para que hagan realidad sus propias ideas creativas en comunidades en las que marcarán una verdadera diferencia». «Nuestra labor como artistas es tener ideas y convertirlas en realidad», insiste.
Quiere inspirar a otras personas y que la «compañía de voluntariado» que ha creado, «pequeña pero internacional», se convierta en un proyecto artístico global. Su lema es: «Ayudar a cambiar vidas de un modo creativo, mientras cambiamos la nuestra». Los proyectos son diversos y se desarrollan en Bolivia, Brasil, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Perú.
Estos programas tienen un coste porque, si bien Creative Corners es una organización sin ánimo de lucro, las recaudaciones se donan a la organización Arts for Change «para establecer centros de música y arte en orfanatos y hogares para niños abandonados o víctimas de abusos». A cambio, el voluntario participa en una experiencia única de intercambio cultural y contribuye a mejorar la economía del lugar en el que trabaja.
Arte y magia
La Fundación Abracadabra de Magos Solidarios trabaja en España gracias a otro tipo de talento. De sus actuaciones se benefician, sobre todo, niños hospitalizados, discapacitados psíquicos y físicos y mayores en residencias. «La magia, la solidaridad y la generosidad conforman un regalo maravilloso para quienes lo están pasando mal», asegura la Fundación.
Los modos de ayudar son diversos, pero el fin es siempre el mismo. Las posibilidades son infinitas porque todas las personas que tienen una capacidad artística, cuentan con diferentes vías para desarrollarla y extender sus conocimientos. El voluntariado aporta experiencia, ilusión y una recompensa personal que algunos recogen en CD, exposiciones y muestras. «El proceso siempre es importante, pero hay que esforzarse por lograr una meta o producto», recuerda Creative Corners.