Todos los exámenes implican un desafío para los estudiantes, pero cuando la evaluación corresponde a la totalidad de contenidos de una materia curricular, el reto es aún mayor. Para preparar con éxito las pruebas finales, los alumnos deben organizar un calendario de trabajo con antelación y utilizar las técnicas y métodos de estudio que les garanticen el correcto aprendizaje de las asignaturas.
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Se acerca el final del curso y, con él, los temidos exámenes globales. Miles de niños y jóvenes deberán demostrar con estas pruebas que los procesos de aprendizaje llevados a cabo durante el año académico han sido efectivos. Jornadas interminables de estudio, noches sin dormir y cábalas sobre qué se preguntará en el examen forman parte de la actividad de muchos alumnos. Sin embargo, los expertos coinciden en afirmar que ése no es el camino adecuado para superar con éxito los exámenes.
José Miguel García Labiano, en el ‘Programa de acción tutorial para Educación Secundaria Obligatoria’, aclara cuál es el itinerario correcto. «El mejor sistema para aprobar un examen final es estudiar durante el curso con un método que garantice el aprendizaje», apunta este pedagogo. Además, recalca que «el rendimiento es el resultado de tres factores: actitud, aptitud y hábitos de trabajo. Los tres son importantes y, si falla uno, se resienten los otros».
«El rendimiento es el resultado de tres factores: actitud, aptitud y hábitos de trabajo»
La conclusión es evidente. Si el alumno trabaja con eficacia durante el curso y dedica el tiempo suficiente a estudiar las materias, con los métodos y las técnicas de estudio habituales, es probable que afronte la preparación para las pruebas finales con una importante base que le permitirá aprobar sin problemas.
Organización del tiempo
En su obra ‘Estrategias de aprendizaje para aprender más y mejor’, José Bernardo Carrasco asegura que al preparar un examen no hay que «dar con una técnica misteriosa que enseña a aprender sin estudiar, sino con la mejor manera de aprovechar el esfuerzo hecho durante el curso y los conocimientos adquiridos para conseguir el máximo rendimiento en el momento de la evaluación». Para logralo, es fundamental que el estudiante se organice.
Estudiar sólo durante los últimos días, justo antes de los exámenes, no es una buena fórmula
Estudiar sólo durante los últimos días, justo antes de los exámenes, no es una buena fórmula para obtener resultados satisfactorios. Se debe planificar con antelación el calendario de trabajo de cada asignatura, distribuir los temas y procurar no dejar ningún contenido para el final. De este modo, el día previo al examen se puede dedicar en exclusiva a repasar toda la materia y afianzar lo aprendido con anterioridad. Carrasco explica que «tratar de aprender cosas nuevas en esta fase perjudica mucho», ya que se bloquea lo aprendido previamente.
Para organizarse, puede ser de utilidad usar una agenda o almanaque en el que se marquen las jornadas que se dedicarán al estudio de cada asignatura. Hay que ser realista y no imponerse horarios o contenidos tan amplios, que sean difíciles de cumplir. Los especialistas afirman que los tiempos de estudio deben estructurarse en periodos máximos de 45 minutos, a los que debe seguir un breve descanso para después continuar con el aprendizaje. Es trascendente también que se planifiquen otras actividades durante el día, como deportes o salidas que ayudan a despejarse y descansar de la actividad cognitiva.
¿Hay que estudiarlo todo?
El estudiante debe seguir las pistas que el docente haya dejado durante el curso sobre los temas más relevantes
El concepto «examen global» abarca la totalidad de contenidos de una materia y, por tanto, el alumno no debe dejarse nada atrás. Pero eso no significa que todos sean igual de importantes y valorados por el profesor que evaluará la prueba. El estudiante debe seguir las pistas que el docente haya dejado durante el curso sobre los temas más relevantes y fundamentales de la asignatura.
Las preguntas de los exámenes parciales y de las pruebas globales de años anteriores o las exposiciones en clase pueden desvelar algunas de las preferencias de los profesores. En el momento de abordar la materia, se debe intentar poner especial énfasis en el estudio de estos contenidos sin olvidar, no obstante, que se puede preguntar sobre cualquier tema.
Algunas asignaturas, sobre todo las más técnicas, exigen que el estudiante tenga una base sólida en determinados contenidos o actividades para poder entender o resolver el resto de la materia. Cuando organice el calendario de trabajo, el estudiante debe atender a este aspecto y darle un lugar preferente en su planificación. Una vez que esta parte de la asignatura esté asentada, podrá continuar de forma efectiva con el resto.