Mares y océanos cubren el 70% de la Tierra. Sin embargo, pocas son las personas que han viajado en submarino alguna vez, a pesar de que esta tecnología tiene sus primeros antecedentes a finales del siglo XVIII. Hoy, lugares como Israel, Estados Unidos, el Caribe y España cuentan con destinos turísticos que ofrecen la posibilidad de navegar entre corales y cardúmenes a un precio asequible. Por un promedio de 60 euros por persona, se puede realizar una excursión de una hora bajo el mar. España es uno de los destinos con más oferta, distribuida en varios puntos de Canarias, Cataluña y Galicia. Hay salidas diarias en verano en naves deportivas para dos o tres pasajeros, o en unidades con hasta 50 asientos que incluso se pueden contratar para viajes chárter.
Negocio al alza
La tranquilidad, la verdadera tranquilidad, hoy sólo se encuentra en un lugar del mundo: bajo el agua. Eso dice, al menos, un reclamo publicitario que promociona viajes en submarino. Estas excursiones turísticas son uno de los negocios que más ha crecido en los últimos tiempos, en especial, por su baja inversión y por el perfil de público al que se dirigen. Por unos 60 euros, se puede realizar una excursión de una hora «en la nave del capitán Nemo».
Israel, Estados Unidos, el Caribe y España tienen destinos turísticos que permiten navegar entre corales a un precio asequible. Nuestro país es uno de los destinos con más oferta: en Canarias, Ampuria Brava (Cataluña) y Galicia se organizan salidas diarias en verano tanto para dos o tres pasajeros, como en naves con hasta 50 asientos. Las excursiones son menos frecuentes durante el invierno y, en la mayoría de los casos, hay un mes en el que los submarinos están parados fuera del agua para su inspección técnica obligatoria.
El paseo se desarrolla en función de los atractivos del lugar. La mayoría no se sumerge más de 30 ó 40 metros y se desplazan unos 600 metros alrededor de la costa para buscar corales, cardúmenes o barcos hundidos. El viaje comienza con los pasajeros en la popa de la nave, mientras ésta se desplaza hasta la zona de inmersión. Una vez allí, se accede a la cabina para comenzar a sumergirse en el agua y se observa la maniobra desde los asientos.
En el interior del submarino, cada asiento cuenta al lado con una ventana circular para mirar al exterior, una pantalla en la que se muestran datos de la nave y el viaje (profundidad, presión, velocidad, etc.) y un guía que realiza comentarios sobre el entorno y responde a las preguntas de los pasajeros.
Se sumergen 30 ó 40 metros y se desplazan unos 600 metros alrededor de la costa para buscar corales, cardúmenes o barcos hundidos
El precio medio de este tipo de excursiones es de unos 60 euros por adulto y 30 euros por cada niño de 2 a 14 años. Algunas empresas aplican descuentos a los mayores de 60 años. También se organizan viajes chárter para grupos o empresas. Una de las operadoras de Canarias, que tiene un submarino con capacidad máxima para 44 pasajeros, cuenta con un paquete de 1.422 euros por una excursión colectiva programada.
Reservas, ofertas y embarque
Durante el verano se recomienda reservar con al menos una semana de antelación, debido a la elevada demanda. Algunas empresas aplican descuentos de un 15% si se compran los billetes por Internet. Las ofertas proponen, además, paquetes especiales durante los meses de menor actividad: un niño gratis por cada dos adultos y reducciones en las tarifas a partir de un número determinado de pasajeros, entre otros.
Es preciso tener en cuenta la localización de los lugares de inmersión, ya que algunos están alejados. En estos casos, es necesario coger un autobús y calcular los tiempos, ya que es preciso llegar con 30 minutos de antelación para el embarque, recoger las tarjetas y aportar los datos personales necesarios. Algunas empresas cuentan con un servicio gratuito de autobuses con la reserva del servicio. Otras compañías, en cambio, cobran este transporte aparte.
Riesgos mínimos
Son numerosos los pasajeros que albergan dudas acerca de los requisitos de salud que se deben cumplir para viajar en submarino, en especial, las embarazadas y personas con bypass. El motivo del miedo es que la cabina está presurizada (la presión atmosférica del ambiente está controlada, como ocurre en los aviones) para evitar pitidos y oídos taponados, entre otros, durante la inmersión.
Sólo deben evitar estas excursiones las personas claustrofóbicas
Sin embargo, las únicas personas que deben evitar estas excursiones son quienes padezcan claustrofobia. El espacio reducido, la relativa oscuridad y compartir el viaje con otras personas hace que no sea recomendable el viaje en submarino para gente con aprehensión al encierro. Por lo demás, el riesgo durante el viaje es nulo.
En la mayoría de los casos, las salidas se realizan junto con una embarcación de control en superficie que guarda comunicación constante con el submarino. Esto permite la asistencia inmediata en caso de desperfectos técnicos.
La idea no se limita sólo a los viajes turísticos en estas naves que, hasta hace pocos años, eran sólo un desarrollo tecnológico destinado a los ámbitos militar y científico.
Hoy, aparte de los submarinos construidos ex profeso para excursiones turísticas, el fondo del mar se ha transformado en el nuevo medio donde el negocio turístico busca moverse como pez en el agua: las visitas a la base submarina estalinista de Balaklava o la reciente construcción del Poseidón Resort, un hotel subacuático ubicado en la Islas Fiji -con un coste de construcción de 500 millones de euros- así lo atestiguan.
El diseño de los submarinos civiles o turísticos proviene de las naves empleadas para investigación científica subacuática. Tienen grandes portillas para poder disfrutar de las vistas, disponen los sistemas mecánicos fuera del casco para aprovechar mejor el espacio, y funcionan con baterías, de modo que son más lentos que las naves militares. Lo habitual es que tengan más de 18 metros de eslora, alrededor de 3 metros de calado, una altura superior a 6,5 metros, un peso superior a 100 toneladas y una capacidad para acoger de 25 a 50 pasajeros.
También los hay de diseño pequeño, con dos o tres butacas como máximo, destinados a deportistas y buceadores, con un atractivo especial: el manejo por parte del cliente y una posibilidad de inmersión de hasta 100 metros. Son naves de buceo deportivo, con doble mando para que cualquier persona sin instrucción previa pueda conducirlas acompañada de un instructor. A diferencia de las ventanas circulares laterales, estos submarinos cuentan con unas cúpulas superiores que dan una visión de 360 grados y la inmersión se realiza desde una nave nodriza.