España, con 603 banderas azules, es uno de los países del mundo que más distintivos de este tipo logra. Sus responsables recompensan la calidad de servicios ofrecidos a los turistas. Sin embargo, diversos investigadores y ONG afirman que las playas españolas están “agotadas” y en estado “degenerativo”. El impacto de las infraestructuras, el derroche millonario de las obras de regeneración de estos espacios naturales o el mismo sistema de las banderas azules son objeto de duras críticas.
Las playas en España están «agotadas»
Playas «agotadas». Es el título de un reciente artículo publicado en la revista ‘Investigación y Ciencia’. Su autor, el investigador José Antonio Jiménez, explica que la playa es un depósito, resultado de la diferencia entre entradas y salidas de arena. En España, el 90% de las arenas de las playas provienen de ríos y rieras. Sin embargo, la mayor parte de los ríos han perdido su capacidad de aporte debido a perturbaciones de origen humano, entre las que destaca la construcción de presas.Xisco Roig, geógrafo y socio de Qu4tre, una consultoría ambiental especializada en la recuperación sostenible de playas, asegura que se han artificializado, confinado y explotado «de mala manera», y como consecuencia están en un estado «degenerativo» y en procesos de erosión.
En los últimos veinte años se ha destruido en la costa española la superficie equivalente a ocho campos de fútbol al díaRoig se muestra muy crítico con las convocatorias del Ministerio de Medio Ambiente para la regeneración de playas porque, en su opinión, se prima la ejecución de grandes obras. Su empresa recuperó un sistema de dunas de dos kilómetros del Baix Ampurdá de Cataluña por 14.000 euros. A Costas, asegura, «le costaría miles y miles de euros». Por ello, destaca, su empresa no tiene trabajo ahora en España, sino en Cuba, Colombia, República Dominicana y Costa Rica.
Ecologistas en Acción denuncia en su informe sobre el estado de la costa «el derroche de 230 millones de euros anuales en las mal llamadas regeneraciones de playas y obras en costas destinadas a abastecer las demandas privadas».
Juan José Ibáñez, científico del Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE), añade que la creación de infraestructuras, como puertos deportivos, actúa como barrera frente al aporte natural de sedimentos. Además, recuerda que uno de los principales indicadores es la pérdida de anchura, no de extensión, y cita el caso de la playa de Barreiros, entre Lugo y Asturias. Hace 30 años, en marea baja cabían cinco campos de fútbol. En la actualidad, la infraestructura creada en la desembocadura de la Ría de Foz ha reducido la playa a unos pocos metros. Sin embargo, Ibáñez apunta que no se pierden muchas playas porque sus arenas se renuevan de forma artificial.
Las organizaciones ecologistas se muestran muy críticas con el estado de conservación de las playas y, en general, de las costas españolas. El informe «Destrucción a toda costa» de Greenpeace afirma que en los últimos veinte años se ha destruido en la costa española la superficie equivalente a ocho campos de fútbol al día, y casi el 25% del litoral es costa artificial.
Según el citado informe de Ecologistas en Acción, las principales causas de degradación en la costa son la colmatación urbanística, vertidos orgánicos e industriales, obras en costas y regeneraciones de playas, así como la desplanificación en torno a los puertos de interés general.
Las banderas azules no lo son todo
El negativo panorama descrito contrasta con las banderas azules logradas: 603 (511 de playas y 92 de puertos deportivos). España es uno de los principales países del mundo que más distintivos de este tipo logra, a pesar del descenso de diez playas con respecto a 2010, según sus responsables, la Asociación para la defensa Ambiental y del Consumidor (ADEAC).
No obstante, como recuerda Francisco Torres, profesor de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Alicante (UA), las banderas azules se asumen como un distintivo supuestamente ambiental, pero en la práctica premian, al igual que otros certificados, las dotaciones y servicios.
Una playa paradisíaca en una isla desierta del Pacífico no podría lograr una bandera azul
Una playa paradisíaca en una isla desierta del Pacífico no podría lograr una bandera azul, como explica Víctor Yepes, profesor de la E.T.S. de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV). Para ello, debería dotarse de equipamientos como papeleras, duchas, realizar campañas de educación ambiental, de control de la calidad del agua de baño, etc.
El enfoque de lo que se considera «calidad» es esencial. Yepes sostiene que las playas españolas son las más eficientes en Europa desde el punto de vista de su disfrute para los usuarios. «Tenemos un conjunto de playas turísticas excelentes, y a ello han contribuido todos estos distintivos. También es cierto que, con carácter puntual, hay zonas que deben mejorar y a ello deberían destinarse los recursos necesarios», apunta.
Sin embargo, Xisco Roig subraya que las banderas azules favorecen la erosión y penalizan procesos naturales al enfocarlo como un servicio y no como un sistema natural. Playas artificiales como Benidorm tienen más posibilidades de tener una bandera azul que una playa natural del parque natural del Cabo de Gata.
Diferencias entre las playas españolas
Según el profesor de la UPV, las playas de espacios naturales protegidos son las que mejor preservan su biodiversidad. Ahora bien, playas turísticas urbanas como Benidorm, Gandía, etc., están «mimadas» por sus responsables, conscientes de que son el principal activo económico de sus municipios.
Por su parte, desde la empresa ambiental Qu4tre, Xisco Roig señala que las playas de Levante, desde Lloret de Mar, son las peores. Al contrario, las playas del Cantábrico son más naturales, pero aunque algunas están bien conservadas, son objeto de explotación como recurso natural, con excursiones en quads o en 4×4, como sucede en las playas del Espacio Natural de Doñana.
La calidad de las aguas, posturas encontradas
Otro aspecto esencial en una playa es la calidad de sus aguas. Diversos informes institucionales, como los de la Comisión Europea (CE) y la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) o del Ministerio de Medio Ambiente (MARM), destacan la evolución positiva de este indicador en las últimas décadas.
Sin embargo, el informe de Greenpeace recuerda que el Tribunal Europeo de Justicia condenó en 2010 a España por incumplir las normas de la UE sobre la calidad de las aguas de baño, o que más de 300 personas, entre políticos y empresarios, estaban pendientes de juicio por corrupción o tráfico de influencias. A este respecto, el conocido como «informe Auken» del Parlamento Europeo suponía una dura crítica sobre el impacto de la urbanización en España y, en particular, la costera.